miércoles, 30 de enero de 2008

Sosiego


Por Otoniel Guevara

El Salvador


para Matilde Elena López,
como un asunto del corazón.


Hoy quisiera recuperar el tiempo perdido:
años, meses, años,
días y momentos.

De haber culminado con éxito mi fuga del hogar
cuando a los once me emboscaban hormonas y edenes
mi nombre no hubiera sido torpemente garabateado en las libretas obituales
de amargos policías sin cordón umbilical ni derecho al suicidio,
de pronto sabría conducir un automóvil con más ingrata maestría que al timón de la vida
y el sinuoso Beethoven hubiese perdido para siempre a un triste amante de sus sonatas

Si a los catorce no se me empotra en el cielo Amílcar cargado de poemas y canciones de protesta
me hubiera quedado sembrando huertos caseros en alguna selva innominada
me hubiese enamorado sin remedio de alguna campesina,
de su luz silenciosa,
de su lengua graciosa ,
de su miel licenciosa,
de su pelo fragante a cascada florida.
Me hubiese enriquecido con una porqueriza
y respondería ante el nombre de “Violeta Parra”
con bibliografía hortícola o algo semejante.

Yo era buen futbolista. Y hasta me persignaba
a cada pitazo inicial.
Mas la vida es redonda y nos aplasta
dondequiera que vamos, contra quienes estemos,
por la simple razón de ser entre la grama.

Con las muchachas nunca tuve suerte:
desde los diecisiete me envuelven con sus formas
y me hacen preguntarme cosas que nunca supe.
Con ellas lo mejor es el silencio:
silencio al acercarse, al envolverlas,
al amarlas con todos los sentidos.
Mucho silencio para no despertarlas
y más para salir
en puntillas de sus vidas.

Quise ser guerrillero y nunca maté a nadie.
Cada vez que disparé fui yo el único herido.
Soy veterano de una guerra en la que Dios estuvo preso.
Y donde Satanás fue muerto en la primera escaramuza.

El tiempo se acabó. Ya no pretendo
ser inmortal.
El cuerpo pesa
y las mochilas suelen descoserse:
por los agujeros se cuela la esperanza,
se van los libros que quisimos leer, las emociones
que torpemente dejamos al pie de los amates,
la piel de los tambores
que nunca se enredaron con mi piel,
la suavidad
del beso en que murió mi boca.

Tantas veces la muerte perdió al póquer conmigo
¿y cuál fue mi ganancia?: arrastrar mis pasos
sobre los cementerios, engordar con papeles de amor
un baúl extraviado, gritar bajo la lluvia los rencores
al Creador, quien solamente me contestó con truenos ilegibles,
con rayos insensible y con pájaros muertos.

Quise ser más que un hombre
y de escudo me dieron la palabra
y de enemigo todo lo pronunciable.

¡Basta de sustantivos y adjetivos!
Ya no quiero más verbos: ¡Quiero sangre!
¡Sangre en el colibrí, sangre en el río,
sangre verde en la montaña ruda,
sangre azul en el cielo grisoteado,
sangre de luz en la laguna-cloaca,
sangre de ángeles al borde de los niños,
sangre de rojo amor en el demonio,
sangre de inmensidad en los poemas,
sangre de Dios en el pecho del hombre!
Sangre
en el nombre,
sangre
en el hombre:
en el nombre del hombre: ¡quiero sangre!

Y en el nombre del tiempo ya perdido
que ya jamás vendrá
que ya es olvido
queda la bendición del hueco de una manos
que entibien este amor sobreviviente
que trae del poeta lo soñado,
del guerrero su herida siempreardiente,
del sacerdote su consuelo infinito,
del delincuente
su palabrota franca
y del ebrio bufón la sabia ciencia
de protestar por todo con la risa.



De todos modos


la vida


siempre empieza.

martes, 29 de enero de 2008

Juegos Florales de El salvador

Santa Ana
Nacional/Poesía y CuentoPremio único, 8 salarios mínimos por géneroCierre 7 de mayo de 2008/ Premiación 11 de julio de 082447-0084

San Salvador
Nacional/ Novela cortaPremio único, 8 salarios mínimosCierre2 de junio de 2008/ Premiación 1 de agosto de 082221-2016

Cojutepeque
Nacional/PoesíaPremio único, 8 salarios mínimosCierre 27 de agosto de 2008/ Premiación 10 de nov. de 082372-1508

San Miguel
Nacional/ TeatroPremio único, 8 salarios mínimos12 09 2008/17 09 20082660-2968San VicenteNacional/ PoesíaPremio único, 8 salarios mínimos10 10 2008/ 12 12 20082393-1179

Santa Tecla
Nacional/ Dramaturgia InfantilPremio único, 8 salarios mínimos13 10 2008/ 15 12 20082228-9506ZacatecolucaNacional/ Cuento y Novela CortaPremio único, 8 salarios mínimos por género15 10 2008/ 18 12 20082334-0535Mayor Información: 2221-4424 y 2221-4364

viernes, 25 de enero de 2008

El ensueño de la esposa

Por Shalomon Ben David
Israel

Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;
Lo busqué, y no lo hallé.
Y dije: me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;
Por las calles y por las plazas
buscaré al que ama mi alma;
lo busqué y no lo hallé.
Me hallaron los guardas, que rondan la ciudad,
y les dije: ¿Habeís visto al que ama mi alma?

Apenas hube pasado de ellos un poco,
halle al que ama mi alma;
lo así, y no lo dejé,
hasta que lo metí en casa de mi madre,
y en la cámara de la que me dio a luz.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
por los corzos y por las ciervas del campo
que no desperteís ni hagaís velar al amor,
hasta que quiera.

COTIDIANA HERMOSURA

Por Jorge Galán
El Salvador

Mi abuela discute sobre los pollos frescos:
su voz es de cenizas empapadas de lluvia.
Mientras habla o nos grita la rodean sus muertos.

No pronuncia manzanas sino nísperos rojos
donde descansa el sol.

Ella protesta por el viento que le besa el cabello
hasta volverle brisa el corazón.

Se sienta por las noches frente a la luna, entonces
la observa hasta volverla más inmensa y más clara.
En todas las esquinas hay pianos que la buscan
con una melodía de violetas extrañas.

Tiene la piel hermosa de un valle asesinado
pro trigales y brumas al final de la tarde.
Octubre adolescente le recuerda lo amado.

Cuando joven fue bella como una luz carnosa.
Delicada de líneas, era un mar en verano.
Al borde de sus labios morían mariposas.

Tenía un cuerpo firme como un mármol asido
a un instante de labios saturados de asombro.
Cuando quiso ser frío se convirtió en esposa.

La viudez la hizo breve como una melodía
que de tan exquisita, se acaba de inmediato.

Cuando sueña otros días más grandes y felices
unos labios de hombre le crecen en los labios.

Hoy discute de pollos y rpotesta del viento
y tiene la voz frágil de ceniza empapada.

Siempre, mientras nos grita, la rodean sus muertos
por eso siente un peso de besos en la espalda.
Nosotros la escuchamos con una gracia extrema
como quien oye ocasos y entiende
madrugadas.

(Tomado del poemario La habitación)

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Ilustración de : © 2007 Santiago Paulós - Pintor retratista. Retrato. Artes plasticas. Arte plastica.

jueves, 24 de enero de 2008

El hijo, el hijo, ¿quién se lleva al hijo?



Por Miguel Ángel Sandobal

Argentina


Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección, desde Picasso hasta Rafael. Muy a menudo, padre e hijo se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte.Cuando comenzó la guerra, el hijo debió partir al frente. Fue muy valiente y murió en batalla mientras rescataba a otro soldado. El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo.
Un mes más tarde, justo antes de la Navidad, alguien tocó a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos le dijo al padre: "Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. El salvó muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así instantáneamente. El hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte."El muchacho extendió el paquete: "Yo se que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto."El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo pintado por el joven soldado. El contempló con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se inundaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro." Oh no señor, yo nunca podría pagarle lo que su hijo hizo por mí. Es un regalo."El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería.El hombre murió unos meses más tarde y se anunció una subasta para todas las pinturas que poseía. Mucha gente importante y de influencia acudió con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección.Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeó su mazo para dar inicio a la subasta. "Empezaremos los remates con este retrato titulado "El Hijo". ¿Quién ofrece por este retrato?" Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación gritó: "¡Queremos ver las pinturas famosas! ¡Olvídese de ésta!" Sin embargo el subastador persistió: ¿Alguien ofrece algo por esta pintura?, ¿$100.00 dólares?, ¿$200.00 dólares?".Otra voz gritó con enojo: "¡No venimos por ésta pintura! Venimos a ver los Van Goghs, los Rembrants. ¡Vamos a las ofertas de verdad!" Pero aun así el subastador continuaba su labor: "¡El Hijo!, ¡El Hijo! ¡¿Quién se lleva "El Hijo"?!Finalmente, una voz se oyó desde muy atrás del cuarto: "¡Yo doy diez dólares por la pintura!" Era el viejo jardinero que por muchos años había servido en la casa con el padre y el hijo. Siendo muy pobre, no podía ofrecer más."¡Tenemos $10 dólares!, ¡¿Quién da $20?!" gritó el subastador."¡Dásela por $10! ¡Muéstranos de una vez las obras maestras!", dijo otro exasperado.""¡$10 dólares es la oferta! ¡¿Dará alguien $20?! ¿Alguien da $20?"La multitud se estaba enojando mucho. Nadie mas quería aquella pintura, "El Hijo". Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el mazo: "Va una, van dos, ¡VENDIDA por $10 dólares!"Un hombre que estaba sentado en segunda fila gritó feliz: "¡Ahora empecemos con la colección!"El subastador soltó su mazo y dijo: "Lo siento mucho damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final.""Pero, ¿qué de las pinturas?""Lo siento. Cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me informó de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de "EL HIJO" sería subastada. Aquel que la comprara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. ¡El hombre que compró EL HIJO se queda con todo!
Quien se queda con "El Hijo", se queda con todo...

martes, 22 de enero de 2008

La honda de David


Guatemala

Había una vez un niño llamado David N., cuya puntería y habilidad en el manejo de la resortera despertaba tanta envidia y admiración en sus amigos de la vecindad y de la escuela, que veían en él -y así lo comentaban entre ellos cuando sus padres no podían escucharlos- un nuevo David.
Pasó el tiempo
Cansado del tedioso tiro al blanco que practicaba disparando sus guijarros contra latas vacías o pedazos de botella, David descubrió que era mucho más divertido ejercer contra los pájaros la habilidad con que Dios lo había dotado, de modo que de ahí en adelante la emprendió con todos los que se ponían a su alcance, en especial contra Pardillos, Alondras, Ruiseñores y Jilgueros, cuyos cuerpecitos sangrantes caían suavemente sobre la hierba, con el corazón agitado aún por el susto y la violencia de la pedrada.
David corría jubiloso hacia ellos y los enterraba cristianamente.
Cuando los padres de David se enteraron de esta costumbre de su buen hijo se alarmaron mucho, le dijeron que qué era aquello, y afearon su conducta en términos tan ásperos y convincentes que, con lágrimas en los ojos, él reconoció su culpa, se arrepintió sincero y durante mucho tiempo se aplicó a disparar exclusivamente sobre los otros niños.
Dedicado años después a la milicia, en la Segunda Guerra Mundial David fue ascendido a general y condecorado con las cruces más altas por matar él solo a treinta y seis hombres, y más tarde degradado y fusilado por dejar escapar con vida una Paloma mensajera del enemigo.
FIN

Virgen


Ecuador

Sublunar, yacente, subyacente doncella
te enamoraste de la piel y no de la llaga
del que gritaba debajo de la herida.
Lastimándote podías parecerte al merecido.
Sangrandote, ¿ iba a seguir durmiendo el tigre
todavía azul de tu deseo, tu inconfesable
tigre? Le llamabas con tu vocación
de sed culpable que bebía en tus manos,
decías querer ser feliz en su debajo
y que nunca tendrías otro esposo
"Te he sido fiel, señor" No sé
cuándo te echaste los cerrojos, dónde
me quedé amándote por encima del hábito
esperándote a que fueras un poco más
desnuda, no tan niña.
Tal vez
no me debías fidelidad ninguna, con él
no era pecado aquello que conmigo,
pero en cada altar encuentro tu fotografía
con muchos más vestidos y con una aureola
que veo sólo yo, subterráneo.

lunes, 21 de enero de 2008

AUTOBUSES

Obra del diseñador salvadoreño Francisco Márquez.

SEÑALES PREVENTIVAS

Obra del diseñador salvadoreño Francisco Márquez.

El Puente



Por Oscar W. de Lucbiz Milosz
Lituania

Las hojas secas caen en el aire dormido.
Mira, corazón mío, lo que el otoño le ha hecho a tu isla querida:
¡Qué pálida está! ¡Qué huérfana de corazón tranquilo!
Suenan las campanas, suenan en San Luis de la Isla
Para la fucsia muerta del ama de la barcaza.
Con la cabeza gacha dos viejos caballos muy humildes, soñolientos toman
su último baño.
Un perrazo negro ladra y amenaza de lejos.
En el puente sólo estamos yo y mi niña:
Vestido desteñido, hombros endebles, rostro blanco,
Un ramo de flores en las manos
¡Oh mi niña! ¡Ese tiempo que viene!
¡Para ellos! ¡Para nosotros! ¡Oh mi niña!
¡Ese tiempo que viene!

(Adramandoni)

(Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán)

domingo, 20 de enero de 2008

Las manos




Nadie tenía las manos tan grandes como Jairo. Algunas personas creían que las había heredado de un gigante, otros afirmaban que eran así porque era un campesino. jairo jamás fue al campo, jamás hizo algo importante, ni era descendiente de gigantes, sin embargo tenía las manos tan grandes que la gente, abarrotada al rededor de su cadáver, no podía dejar de verlas.

sábado, 19 de enero de 2008

Fuga de muerte





Por Paul Celan
Rumania



Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las
serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de
oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire nose yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danzaNegra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita

Versión de José Ángel Valente


.......................
Paul Celan, uno de los mayores poetas judíos de lengua alemana, nacido en Czernowitz en 1920, padeció los ataques del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Sus padres murieron en los campos de exterminio, pudiendo él sobrevivir a la Shoá. Se suicidó en París en abril de 1970. El poema transcripto se destaca dentro de su obra, siendo considerado como el mejor poema alemán de la post-guerra. El mismo hace referencia a los músicos judíos obligados a tocar mientras sus compañeros cavaban fosas. Es a través de su obra que Paul Celan logró superar la "imposibilidad de hacer poesía después de Auschwitz", tal como lo expresara Adorno.

El viento

Por Salarrué
El Salvador

La Palazón se bañaba alegre y desnuda en el viento. El sol era mareño en la mañana azul. La basura iba y venía, arrastrada por la mecida del aire. Hojas que rodaban como caracoles, polvo como espuma sucia en aquella marea. Los charcos, en medio del camino barrioso y barrido, se secaban dejando prieta la tierra, y blandita como para meter el pie. Un ruidal de ramadas llenaba la costa entera, desde aquí quera verdeante, hasta allá lejoslejos quera azul. También las yeguas sintieron dentrar el viento en su alegrón y se echaron a correr por el llano. A la par de las yeguas del viento, iban las yeguas de sangre, atropellándose unas con otras, soplando las narices valientes, la crin al cielo y el casco al suelo; ¡patacán, patacán, patacán!... Dejaban jumazón en la fueya, como si quemaran su libertá. Paraban su desboco, cuando ya no sentían el suelo, por miedo al vuelo desconocido. El heroísmo es un exceso de vida que puede a veces producir la muerte. A ratos, el norte ponía mujeres de polvo, bailando vertiginosas por las veredas; bailando en puntas y cogiendo al paso mantos de nube, para enrollarse girámbulas. Venía el chuchito perdido, arrastrando una larga pita por el camino: era negro, lagartijo, encogido y despavorido. Echaba las orejas hacia atrás; la cola entre las patas; un vivo amarillo de espanto le rodeaba los ojos polvosos. En aquella anchísima soledad, ensordecida por el viento era como un dolor extraviado. La fuerza del oleaje le hacía tambalearse. Se paraba y ponía vanos empeños por amarrar el cabo del olfato. Volvía tímido la cabeza, para mirar cuán solo estaba. Entonces su grito lastimero hacía un rasguño en el viento. Volvía atrás con igual premura; miraba al andar hacia el cielo, como si nadara. La pita lo seguía dócil, marcando un surco en el polvo por un instante. Era como un amor náufrago. Buscaba al amo, perdido en el ventarrón. A lo lejos, como un punto negro en la explanada, iba nadando hacia lo incierto. Aquella cosa tan mísera, bajo el furor del cielo, era un dolor grandioso. Entre madejas de polvo y cáscaras doradas, apoyado al tanteyo en el palo y al tanteyo la mano en el cielo, el viejo topó a una alambrada y llamó ya sin esperanza: -¡Mirto, Mirto!...

EL HECHICERO DE PALABRAS


Por René Chacón Linares

El Salvador


Mi madre en su hilera de estrellas
y disimulado silencio abona la espera.
Aún sabiendo que las rosas son pretextos
para olvidar espinas…
En su humilde trono sin corona, heredero de insomnios,
aspirinas y otros analgésicos
se afana en bordar la inexistente primavera.
Sin ver a sus pies el monstruo de mentiras,
hechicero de palabras, que en su loco afán por sobrevivir,
le roba una flor al espíritu bello de su sonrisa.

Así inicia una historia






García Márquez explica así cuál fue el punto de partida de algunos de sus relatos cortos: Una imagen visual. En otros escritores, creo, un libro nace de una idea, de un concepto. Yo siempre parto de una imagen. La siesta del martes, que considero mi mejor cuento, surgió de la visión de una mujer y una niña vestidas de negro y con un paraguas negro, caminando bajo un sol ardiente en un pueblo desierto. La hojarasca es un viejo que lleva a su nieto a un entierro. El punto de partida de El coronel no tiene quién le escriba es la imagen de un hombre esperando una lancha en el mercado de Barranquilla. La esperaba con una especie de silenciosa zozobra. Años después yo me encontré en Paris esperando una carta, quizás un giro, con la misma angustia, y me identifiqué con el recuerdo de aquel hombre.





La casa de los espíritus, de Isabel Allende, también fue escrita para salvar del olvido una parte de su pasado:
En enero de 1981 desperté una mañana con una idea extravagante. Pensé que si ponía por escrito lo que deseaba rescatar del olvido, podría reconstruir el mundo perdido, resucitar a los muertos, reunir a los dispersos, aprisionar para siempre los recuerdos y hacerlos míos. Ya nadie me los podría quitar. Compré papel y me senté a contar una historia. cuando coloqué la primera hoja en la máquina, no sabia cómo realizar la tarea, pero sabia lo que debía escribir.(...) Deseaba hablar del sufrimiento de mi pueblo y de otros pueblos de ese atormentado continente, para que la verdad tocara el corazón de mis lectores.




A veces, una idea se desarrolla partiendo de una sola palabra, este es el caso de El Zahir, inolvidable relato de Jorge Luis Borges:
El Zahir versa sobre...una inolvidable moneda de veinte céntimos )...) Escribí aquello partiendo de la palabra "inolvidable", simplemente, porque leí en alguna parte: "Deberías oír cantar a fulano de tal, es algo inolvidable". Y entonces pensé, ¿qué ocurriría si existiese algo realmente inolvidable? (...) Y me dije: muy bien, supongamos que haya algo inolvidable de verdad, algo que no se pueda olvidar ni tan siquiera una décima de segundo. Y así, a continuación me inventé la historia. Pero salió por entero de la palabra "inolvidable".

CRISTO

Por Lya Ayala
El Salvador
“Fui idolatra como el sol y el agua.

Una religión que solo los hombres ignoran”

Fernando Pessoa



Cristo, camina por la hierba

Posee pies pequeños

Casi de niño

No hay distancias entre nosotros

Y estamos así hablando y hablando

Hasta que amanece

Hasta que atraviesa la luz herida

Cristo, si caminaras por la hierba

Tus pies serían tan inmensos

Que llegarían más allá de la casa de las hormigas

Todo el azul de su mano cabe en mi universo

Su frescura rodea lentamente el espacio hondo de mi cabello

Y la redonda barca de mi cabeza

Cristo

Entre tú y yo hilan pájaros y duermen abejas.

16 consejos (Jorge Luis Borges)


Adolfo Bioy Casares, en un numero especial de la revista francesa L’Herne, cuenta que, hace treinta años, Borges, él mismo y Silvina Ocampo proyectaron escribir a seis manos un relato ambientando en Francia y cuyo protagonista hubiera sido un joven escritor de provincias. El relato nunca fue escrito, pero de aquel esbozo ha quedado algo que pertenece al propio Borges: una irónica lista de dieciséis consejos acerca de lo que un escritor no debe poner nunca en sus libros.

En literatura es preciso evitar:
1-Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos. Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc.
2-Las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorios, como por ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
3-La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por ejemplo, Dickens.
4-En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
5-En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector
6-Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.
7-Las frases, la escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a determinada época; o sea, el ambiente local.
8-La enumeración caótica.
9-Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo absolutamente desaconsejable: Proust.
10-El antropomorfismo.
11-La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por ejemplo, el Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.
12-Escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.
13-Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en una película.
14-En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
15-Las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en los diálogos filosóficos. Y, en fin:
16-Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el suicidio.

Desierto


El Salvador 2-12-1979
El hombre no se detuvo, continuó caminando. No servía de nada detenerse. A veces giraba su cuello para observar lo que dejaba atrás. Sólo veía arena reflejando el ocaso en la inmensidad absoluta. El hombre, como si se tratara de una marcha, golpeaba el suelo con la destreza de un carabinero. Siempre a la búsqueda de la vegetación. Una sonrisa rompía la seriedad de su rostro cuando encontraba un árbol o una flor. Los tomaba entre sus manos, pero al darle la espalda todo se transformaba lentamente en dunas, en nada. El pasto que reverdecía y se movía con el viento, se secaba con una rapidez jamás vista, ningún ojo humano podía explicar este suceso. A un segundo paso, el pasto se hacía polvo. Al tercero, la tierra se agrietaba. Y al cuarto, las arenas lo inundaban todo.Todos los hombres de la tierra advirtieron el problema, se reunieron a discutir. Y al no encontrar una solución más razonable que asesinarlo planearon esperarlo en un bosque. Esperaron a que tocara la hierba.Como un niño, el hombre dibujó en sus ojos la armonía de la hoja, observó cada una de sus células y les puso nombre, las nombró clorofila, hoja, planta, árbol, selva, bosque, mundo.El hombre calló al suelo, y rebotó dos veces sobre él. Sus ojos se desorbitaron, sus manos se tornaron tensas. Su boca dejó escapar un quejido. En el suelo sintiéndose solo y abatido, lloró. Uno de los hombres se acercó a él y compadecido le preguntó:-¿Cómo te llamas?. El hombre intentó por un largo segundo levantar su rostro y como si quisiera volver a llorar contestó:-¡Hombre, me llamo Hombre!.
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Fotografía: de una escultura de Mario Irarrázabal.
Esculturas en el desierto de Atacama
"El gran escultor Mario Irarrázabal Covarrubias, nació en Santiago de Chile en 1940. Estudió teología en EE UU, donde obtuvo sus títulos universitarios en Filosofía y Arte. Prosiguió su aprendizaje en la Universidad Gregoriana de Roma, pero sería en Alemania que su visión de la escultura alcanzaría la influencia expresionista al trabajar con el renombrado artista Waldemar Otto. A su regreso a Chile se dedicó a la docencia".

Primera Carta a un joven poeta de Rainer María Rilke


París, a 17 de febrero de 1903
Muy distinguido señor:
Hace sólo pocos días que me alcanzó su carta, por cuya grande y afectuosa confianza quiero darle las gracias. Sabré apenas hacer algo más. No puedo entrar en minuciosas consideraciones sobre la índole de sus versos, porque me es del todo ajena cualquier intención de crítica. Y es que, para tomar contacto con una obra de arte, nada, en efecto, resulta menos acertado que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a unos equívocos más o menos felices.
Las cosas no son todas tan comprensibles ni tan fáciles de expresar como generalmente se nos quisiera hacer creer. La mayor parte de los acontecimientos son inexpresables; suceden dentro de un recinto que nunca holló palabra alguna. Y más inexpresables que cualquier otra cosa son las obras de arte: seres llenos de misterio, cuya vida, junto a la nuestra que pasa y muere, perdura.
Dicho esto, sólo queda por añadir que sus versos no tienen aún carácter propio, pero sí unos brotes quedos y recatados que despuntan ya, iniciando algo personal. Donde más claramente lo percibo es en el último poema: "Mi alma". Ahí hay algo propio que ansía manifestarse; anhelando cobrar voz y forma y melodía. Y en los bellos versos "A Leopardi" parece brotar cierta afinidad con ese hombre tan grande, tan solitario. Aun así, sus poemas no son todavía nada original, nada independiente. No lo es tampoco el último, ni el que dedica a Leopardi. La bondadosa carta que los acompaña no deja de explicarme algunas deficiencias que percibí al leer sus versos, sin que, con todo, pudiera señalarlas, dando a cada una el nombre que le corresponda.
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí, como antes lo preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Pues bien -ya que me permite darle consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio de ese apremiante impulso. Acérquese a la naturaleza e intente decir, cual si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte, brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general. Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuanto vive en el recuerdo.
Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural riqueza: trozo y voz de su propia vida.
Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro. Por eso, muy estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste: adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde mana su vida. En su venero hallará la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones. Acaso resulte cierto que está llamado a ser poeta. Entonces cargue con este su destino; llévelo con su peso y su grandeza, sin preguntar nunca por el premio que pueda venir de fuera. Pues el hombre creador debe ser un mundo aparte, independiente, y hallarlo todo dentro de sí y en la naturaleza, a la que va unido.
Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho, sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá sido inútil : en todo caso, su vida encontrará de ahí en adelante caminos propios. Que éstos sean buenos, ricos, amplios, es lo que yo le deseo más de cuanto puedan expresar mis palabras.
¿Qué más he de decirle? Me parece que ya todo queda debidamente recalcado. Al fin y al cabo, yo sólo he querido aconsejarle que se desenvuelva y se forme al impulso de su propio desarrollo. Al cual, por cierto, no podría causarle perturbación más violenta que la que sufriría si usted se empeñase en mirar hacia fuera, esperando que del exterior llegue la respuesta a unas preguntas que sólo su más íntimo sentir, en la más callada de sus horas, acierte quizás a contestar.
Fue para mí una gran alegría el hallar en su carta el nombre del profesor Horacek. Sigo guardando a este amable sabio una profunda veneración y una gratitud que perdurará por muchos años. Hágame el favor de expresarle estos sentimientos míos. Es prueba de gran bondad el que aun se acuerde de mí, y yo lo sé apreciar.
Le devuelvo los adjuntos versos, que usted me confió tan amablemente. Una vez más le doy las gracias por la magnitud y la cordialidad de su confianza. Mediante esta respuesta sincera y concienzuda, he intentado hacerme digno de ella: al menos un poco más digno de cuanto, como extraño, lo soy en realidad.
Con todo afecto y simpatía,
Rainer Maria Rilke

Decálogo del escritor Augusto Monterroso



Primero.

Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.


Segundo.

No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.


Tercero.

En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".


Cuarto.

Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.


Quinto.

Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.


Sexto.

Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.


Séptimo.

No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.


Octavo.

Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.


Noveno.

Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.


Décimo.

Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.


Undécimo.

No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.


Duodécimo.

Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.


El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.