martes, 15 de julio de 2008

IDILIO

Mario Benedetti
Uruguay

La noche en que colocan a Osvaldo (tres años recién cumplidos) por primera vez frente a un televisor (se exhibe un drama británico de hondas resonancias), queda hipnotizado, la boca entreabierta, los ojos redondos de estupor.
La madre lo ve tan entregado al sortilegio de las imágenes que se va tranquilamente a la cocina. Allí, mientras friega ollas y sartenes, se olvida del niño. Horas más tarde se acuerda, pero piensa: "Se habrá dormido". Se seca las manos y va a buscarlo al living.
La pantalla está vacía, pero Osvaldo se mantiene en la misma postura y con igual mirda extática.
"VAmos. A dormir", conmina la madre.
"No", dice Osvaldo con determinación.
"Ah, no. ¿Se puede saber por qué?"
"Estoy esperando"
"¿A quién?
"A ella".
Y señaló el televisor.
"Ah. ¿Quién es ella?"
"Ella".
Y Osvaldo vuelve a señalar la pantalla. Luego sonrié, candoroso, esperanzado,exultante.
"Me dijo: querido".

martes, 8 de julio de 2008

Hugo Izarra, una lectura necesaria


Mauricio Vallejo Márquez
El Salvador


La poesía española tiene una tradición extensa en la que fluyen con tranquilidad 500 años y más. Autores que han desarrollando sus propias técnicas y otros que han copiado. En la que convergen poetas recordados con mucho respeto como Luis de Góngora, Quevedo, Antonio Machado, Federico García Lorca y otros.

En la actualidad existe un poeta español que se abre paso como un pez entre las redes de los pescadores. Con un profundo estilo y muy verdadero el poeta Hugo Izarra se une a la tradición literaria. Nació en Vigo en 1980 y realizó estudios de Ciencias de la Comunicación en Madrid. Por un tiempos se dedicó al periodismo social y cultural. En los últimos años, comparte sus vida con la literatura y con su trabajo como redactor en un gabinete de comunicaciones, a la vez que actualizando su blog personal.
Ha publicado, con un seudónimo, los poemarios Eyacula, que algo queda, Gominolas para los patos y La soledad es una puta con dientes de oro, además de la novela inédita Prohibido tirar de la anilla.

En la actualidad, trabaja en su último libro de poemas: Manual de primeros exilios. Material que esperamos ver en las librerías en pocos meses.

En sus versos encontramos influencia de autores como Ernesto Cardenal y Charles Boukowsky, aunque con un toque tan personal que sus influencias poco a poco van dejando terreno ante un Izarra cada vez más vigoroso.

Su trabajo es elogiado por diversas personas, desde críticos literarios, poetas, lectores, hasta personas sin apetito literario. Algo muy difícil en estos tiempos en que la mayoría de escritores pretenden llegar sólo a los amantes de las letras. En cambio Izarra, hasta el momento, ha logrado colarse y competir con otras lecturas.

El trabajo de este poeta oriundo de Vigo es una lectura necesaria. Para leer sus exquisitos versos pueden visitar Ruinas incompletas, en Artepoetica, así como en la breve selección que hemos preparado en La fragua del Herrero.

lunes, 7 de julio de 2008

Amor villano


Hugo Izarra

España


El amor en Villa Somier
es frío y mecánico como

un anuncio de desodorante.

Los amantes se besan pisándose

la punta de los pies, de modo tan

artificial que podrían ser figurantes

de cualquier estúpida película romántica.


Para las niñas de Villa Somier, las calles

son sólo el escaparate donde lucir

sus vestidos de marca, sus gafas

de sol, sus novios bronceados,

su sonrisa blanca de primera

comunión. Sin saberlo, son

flores de una escombrera.

Memoria histórica


Hugo Izarra

España


De niños,

nos lanzábamos como bestias

contra la máquina de refrescos:

Los más fuertes, que eran

también los más incautos,

la embestían cada día a cabezazos

y siempre —siempre— perdían.


Llevábamos nuestras meriendas

en el bolsillo pequeño de la mochila;

sandwiches blancos de jamón york

envueltos en papel de aluminio

y galletas de crema que mamá

envolvía todas las mañanas

cuidadosamente.


Nos hacían caminar en fila india,

ordenados por el número de clase,

con nuestra mano derecha sobre

el hombro de nuestro compañero,

marcando el paso, guardando un

silencio impropio de aquella edad.


Nos llamaban por nuestro apellido,

nos atemorizaban, nos hablaban del

castigo del infierno, nos manoseaban

las piernas y el culo sin que nos

diésemos cuenta. Éramos demasiado

jóvenes e inocentes todavía.


Pero tenemos memoria.

Y ahora ya no pueden

hacernos nada.

1982


Hugo Izarra

España

A mis padres

y a Carmen

y a Rubén


Dormía encogido en posición fetal,

con el pulgar siempre dentro de la boca.

Mamá dice que también entonces

estuve a punto de morir, pero al

final todo se quedó en un susto.


Me acuerdo de Yaki, el oso amarillo.

Y de Charlie y de Misha y del pequeño

Pildo, mis cuatro amigos de trapo.

Hablaba con ellos por las noches,

y después rezaba y pedía que todos

viviésemos millones de años.


He sido hijo único desde que nací.

A veces venía Rubén, que es lo más

parecido a un hermano que tendré jamás,

y se quedaba a dormir y cuando él estaba

me sentía mucho menos solo.


Teníamos una furgoneta Dyane

de color crema y yo viajaba en la

parte de atrás y llevaba conmigo

una cantimplora llena de agua

y un poco de pan y una linterna

por si nos pasaba algo.


Yo no sabía entonces quiénes eran

Romy Schneider o Leónidas Breznev,

no conocía el significado de la muerte,

ni me importó el Nobel de Márquez

ni la guerra de las Malvinas,

ni el mundial de fútbol.


Me gustaba la gelatina de sabores

y dormir encogido en posición fetal

con el dedo pulgar sobre la lengua.

Parece que todos los muertos son buenos




Hugo Izarra


España

Parece que todos los muertos son buenos

y apacibles y mansos como las ovejas.

Los cantantes de rock, los jugadores

de rugby, los porteros de los clubs

de noche, los asesinos a sueldo:

todos son dignos de despertar

compasión y buen recuerdo

entre los que se quedan

aquí, esperando turno.

La muerte puede ser

lenta a veces, como la cola

de las cajas de los supermercados.

Y rápida también, como un descenso

administrativo. Llegados a este punto,

los viejos procuran ser buenos los últimos

días y sustituyen sus listines por páginas de

esquelas y rezan y van a misa y hacen todo lo

contrario de lo que hacían cuando estaban vivos.