jueves, 16 de julio de 2009

Una entrevista con Robert Gurney 004


Bob Gurney: "Nuestras vidas son breves, pero la poesía vive para siempre"
por Lya Ayala
GLF
Robert Gurney posee el secreto de las palabras. Es un poeta conocedor de lo mejor de las corrientes modernas de la literatura europea y de la esencia de los descubrimientos literarios americanos. He aquí una conversación con un poeta profundo y auténtico. En la portada de GLF, Robert con sus hijos James y William, en 1976.


Celebración
por Edgar Quisquinay
GLF
La vida tiene un diseño torpe. Y los sueños que vamos forjando en ese lapso son reflejo prístino de esa circunstancia.

Habitando a la sombra de Roque Dalton
por Mauricio Vallejo Márquez
GLF
Ningún escritor de El Salvador tiene tanta incidencia en la historia política y literaria de esta nación centroamericana como Roque Dalton (1935-1975), quien además de ser un literato de enorme talento es un ícono de la revolución salvadoreña y quizá el máximo representante de la poesía salvadoreña.

Semos Malos
por Salarrué
Escritor Salvadoreño
Goyo Cuestas y su cipote hicieron un arresto, y se jueron para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en bandolera; el muchacho la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que perjumaba con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata.

La preceptiva literaria es una necesidad
por Hilda Henríquez de Flores
GLF
Toda obra literaria es obra poética y la poesía es belleza. La obra literaria responde a la necesidad del hombre de deleitarse con lo bello. La vocación del escritor es crear obras hermosas producto de su profunda sensibilidad.

La Fragua visitó el hogar de ancianas San Vicente de Paul
Texto: Redacción
Fotografía: Cross Blanco
GLF
Las ancianas del Hogar San Vicente de Paul tuvieron el 15 de junio un día de poesía y música gracias a la visita del Grupo La Fragua (GLF). El patio central del Hogar fue el escenario en el que los poetas realizaron las lecturas de poemas y el cantautor Carlos Rubio Calles interpretó canciones de Luis Enrique Mejía Godoy para animar a las presentes.

Bob Gurney: "Nuestras vidas son breves, pero la poesía vive para siempre"

por Lya Ayala
GLF

Robert Gurney posee el secreto de las palabras. Es un poeta conocedor de lo mejor de las corrientes modernas de la literatura europea y de la esencia de los descubrimientos literarios americanos. Gurney nació en Luton, Bedfordshire, Inglaterra. Maestro de literatura latinoamericana y poesía francesa moderna. Estudioso de la obra de Juan Larrea. Ha escrito ensayos y traducido a otros poetas.

Su obra comprende Poemas a la Patagonia, Luton Poems, El Cuarto Oscuro y otros poemas, Nueve monedas para el barquero; prepara Luton Poems 2. Actualmente es lector honorario de la Universidad de Gales.

Los invitamos a una conversación con un poeta profundamente auténtico y comprometido con la belleza de la poesía.



Robert, cómo divides tu vida entre en St Albans, Hertfordshire y tu trabajo actual en Gales.
-La verdad es que ahora pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en St Albans, cerca de Londres. Mi esposa es de Gales, del condado de West Glamorgan. Vamos de vez en cuando a la aldea de Port Eynon, no lejos de Swansea. Mi suegro, el inventor Dr. George Donovan, compró una casa allí. Paddy, mi esposa, no está muy bien de salud y ella y yo vamos allí con menor frecuencia. Nos gusta pasar el mes de agosto a orillas del mar, hace menos calor en Port Eynon que en St Albans en ese mes. Con los cambios del clima creo que pasaremos más tiempo allí. El ambiente en Gales es propicio a la poesía. Valoran más a sus poetas. Busco y encuentro inspiración en esa península, The Gower Peninsula, y en las pequeñas ciudades y las aldeas del país. Como sabes, Dylan Thomas nació en Swansea. Uno siente su presencia en muchas partes. Respecto a mi trabajo en la Universidad de Swansea, es lo que se llama un ‘honorary lectureship’. No me pagan. No recibo un sueldo. Doy una charla. Tengo acceso a la biblioteca. No es gran cosa. Mis escritos pueden ser incluídos en la lista de publicaciones de la Universidad. Cuando escribí esa frase ‘Divido mi tiempo entre Inglaterra y Gales’, íbamos allí con mucha más frecuencia.

Tuviste un maestro de español argentino. ¿Fue él quien te indujo a conocer la literatura latinoamericana?
Escribí una vez:
"Mi primer profesor de español, en el liceo de Luton (Bedfordshire), el Señor Enyr Jones, era argentino, precisamente patagónico galés, de Gaiman. Las clases del argentino en Luton Grammar School eran unos oasis de paz, amistad e inspiración: un grupo pequeño en la biblioteca, sentado en un círculo alrededor de una mesa elegante de madera, con los diccionarios de la biblioteca esparcidos en la mesa".
Sí, fue él quien me introdujo un poco a la literatura latinoamericana, pero la realidad es que fue mi amigo, el poeta Juan Larrea, quien realmente me abrió los ojos a la obra de poetas como César Vallejo y Vicente Huidobro, que eran sus amigos en París. Hice mi tesis doctoral sobre Larrea y tuve que estudiar sobre todo la influencia de Huidobro sobre él. Lo exploro en mi libro La poesía de Juan Larrea, Universidad del País Vasco, 1985. Con el tiempo, empecé a dar clases en la Universidad de Middlesex (Londres) sobre Vallejo y Huidobro y sobre Rubén Darío (otro poeta de Larrea), Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik, Gabriela Mistral y otros. En la Universidad de St Andrews, en Escocia, estudiamos principalmente la literatura española, de España. En el liceo, recuerdo la novela Pensativa de José Goytortúa Santos, Don Quijote de la Mancha y Novelas ejemplares de Cervantes, Zalacaín el aventurero de Pío Baroja. Estudiamos más la novela. Me interesaba la personalidad del profesor. Hablaba español con un acento galés. Era diferente a los otros profesores. Yo no lo sabía entonces pero iba a tener un rol importante en mi vida. Aprendimos el español de la Patagonia. Mi libro Poemas a la Patagonia sale en Madrid en noviembre o diciembre. Este poema lo explica mejor:



Sr. Jones
En aquellos tiempos
justo después de la guerra
muchos de nuestros profesores
tenían jardines secretos.

No era normal
que nos permitiesen
entrar.

Pero había uno,
el Sr. Enyr Jones,
de Gaiman,
en la Patagonia,
que tenía tal sitio
y que nos dejaba entrar.

Nos paseaba
por ahí,
distraídamente,
señalando el césped
y las flores
que en España
tenían nombres diferentes.


Quizás
los otros jardines
no existían de verdad,
pero el suyo sí.

De mi Luton Poems, Verulamium Press, 2005


-¿Las conversaciones con Juan Larrea te influyeron en tu inclinación hacia la poesía? ¿Cómo fue ese encuentro y qué te dejó como intelectual?
Las conversaciones con Juan Larrea en Córdoba, Argentina, en 1972, fueron electrizantes. Me cambiaron. Empecé mis investigaciones sobre él en 1968. Existe también una correspondencia (inédita hasta la fecha) en la cual hablamos acerca de la poesía. ¡El pensó que yo era jesuita porque le escribí por primera vez desde la Universidad de Deusto en Bilbao! Nací anglicano. El me dió una comprensión de la poesía más profunda. Gerardo Diego me había dicho que Larrea era el más profundo de los poetas españoles. Pero hay que decir que escribí mi primer poema a la edad de quince años. Y hay que agregar que el modelo de Larrea era difícil para mí. Su poesía emplea las imágenes. Mis poemas derivan de imágenes. Pero somos muy distintos. Casi se puede decir que en mi poesía minimalista me rebelé contra su influencia. Tuve que separarme de él. Le hubiera escandalizado a Larrea, porque eran enemigos, pero me acerqué a Neruda.





El lenguaje en tu poesía es coloquial, pero de una densidad extraordinaria. Cuéntanos sobre tu lenguaje poético.
Sí, uso un lenguaje coloquial, siguiendo el ejemplo de los poetas Beat norteamericanos y la poesía de Nicolás Guillén. Escribí esto hace unos años:

Mi poética
Vivo un poco fuera del tiempo y el espacio. Me encanta imaginarme en un campo —hace siglos— espantando los cuervos o verme pasear a orillas de los ríos de la Patagonia.
Me esfuerzo por crear una poesía minimalista. Como Huidobro, borro el adjetivo que no agrega nada. Busco una poesía a menudo gráfica. ¿Para qué? Busco la verdad, no la verdad masiva de la brocha gorda sino las pequeñas verdades de la vida. No siempre vemos las pequeñas cosas. Las persigo.
Me gustan los sencillos actos de la humanidad: una sonrisa, una lágrima y los de la naturaleza: de una hormiga o una culebra. El cultivo está hecho de mil pequeñas cosas, como un mosaico. Es así la vida. Absorbo cada día palabras de anuncios, tanto viejos como nuevos, escenas o voces del mercado, e-mails, periódicos, la televisión, películas, cuadros, fotos, los movimientos de los animales y pájaros del jardín.
En mis textos hay una mezcla de realismo objetivo e imaginación subjetiva. Confieso que, al estilo de Raymond Carver, cambio a veces unos detalles para producir cierto efecto y mi imaginación puede arreglar las cosas según sus propias leyes.
Creo que no es siempre el poeta quien crea los poemas. Es otra cosa. Es decir, creo en la inspiración.
La poesía Beat me ha influido bastante. El simbolismo francés, el surrealismo y el ultraísmo también, aunque ahora sé que estoy bastante lejos de estos tres últimos.
Mis amigos dicen que mis poemas sugieren cosas, que no lo dicen todo. No busco ese efecto. Ocurre, probablemente, como resultado de mi minimalismo. Otros dicen que hay ironía en mi poesía. Sin duda, pero ocurre naturalmente, sin que yo lo busque.
Escribo para crear un espacio personal dentro de las narrativas que quieren absorber mi generación: el cristianismo, el socialismo, el capitalismo. De vez en cuando nos quieren aplastar o nos arrastran. Quiero encontrar un hueco, un sitio, un espacio donde poder ser yo mismo, donde poder respirar. La poesía es ese sitio para mí y, creo, para mis amigos.
Me encantan las cosas que van desapareciendo, tal como un mural en una casa en el Valle de Río Negro. Mis amigos dicen que mis poemas son a veces tristes, melancólicos. Me inspira mucho lo que ya no existe. Me gusta el pasado, las cosas que viven en mi memoria. Sin embargo, no descarto la realidad actual. Está en mi poesía.

¿Concibes tus poemas en inglés o español? ¿Los escribes en ambos idiomas?
Concibo mis poemas en inglés y en español. Si me inspira un texto en español, el poema sale en español. En realidad, no concibo mis poemas en palabras. A menudo veo una imagen en mi mente y el poema crece desde ahí, adquiriendo la carne de las palabras. Mi lenguaje es sencillo. Puedo traducirlo fácilmente, del inglés al español o viceversa. Larrea y Huidobro pensaban que la poesía de imágenes puede traducirse sin dificultad a otras lenguas. Como sabes, escribían en francés también. Su ejemplo me es importante. Hay que subrayar que con frecuencia, cuando me pongo a crear una versión en español de un poema que escribí en inglés, el poema en español sigue otra trayectoria. No es una traducción. Larrea me dijo varias veces que sus poemas en francés eran más duros que los que escribía en español. Le dije una vez que uno puede ser más feroz en una lengua extranjera.


¿Cómo es el proceso de creación de tu obra, cómo la inicias, cuándo lo haces y dónde?
Leo muchas cosas, cualquier cosa: periódicos, revistas. Me agarra una imagen. Duerme en mi imaginación. Un día siento que el pájaro quiero salir del huevo. Me pongo a escribir con la computadora. Tengo un Mac. No puedo trabajar muy bien con una pluma. Hago muchos cambios. Dejo el poema colgado en la pantalla. Vuelvo a él. Lo pulo. Lo reduzco, mucho, mucho. Borro las repeticiones. Pulo la imagen, como Gautier. A veces veo que hay dos o tres poemas en uno. Los separo. Intento crear un final interesante que sorprenda, asuste, conmueva, divierta o ilumine el concepto central. Muchas veces hay un concepto en el corazón del poema, es decir, no una imagen sino una idea.


En tu poema ‘La Mujer de blanco’ haces referencia a Robert Graves en el cierre. Graves veía en esa mujer de blanco o mujer de negro, una asimilación y representación del espíritu de la poesía. También es una declaración personal de tu concepto de la poesía.
Para decir la verdad, no sé. Me atrae esa idea, pero soy consciente de las ideas de Jung y, no sé, no quiero entrar demasiado en ese mundo de las categorías que carecen de vida. A veces creo sentir la presencia de un espíritu o una presencia femenina en los momentos en que tengo la sensación de estar cerca de la Belleza. No lucho por alcanzarla. Ocurre de vez en cuando, cuando logro, en mi imaginación, una fusión de dos o tres realidades que son normalmente distintas o lejanas una de la otra. Como en mi poema ‘Estatuas’ que tiene la base de un verso de Juan Larrea, pero combina una visión de una niebla que desaparece sobre el parque de Verulamio en St Albans y las estatuas de mujeres tendidas al suelo en el Parque Henry Moore en Much Hadham, Hertfordshire. Alguien robó una de esas estatuas. Desapareció. Escribí ese poema. (Larrea me dijo en Córdoba que vacilaba entre "estatuas visibles" y "estatuas invisibles" al escribir ese poema suyo.) ¿Ella es blanca o gris? A menudo representamos la Belleza con la forma de una mujer. Sé, o creo, que es una ilusión, una especie de espejismo. No quiero hablar de la ánima y del alma. Y tengo que confesar que no soy muy fuerte en las teorías o las especulaciones de Robert Graves (The White Goddess). Creo que digo al final de ese poema que tengo que leer ese libro. Lo hojeé hace mucho. Es posible que esté en una caja en el techo. Cuando era muy joven leí y estudié las imágenes de un libro de George Bernard Shaw (que vivía cerca de aquí) The Adventures of the Black Girl in Her Search for God (and Some Lesser Tales). Mi mujer de blanco en esa época era una mujer negra. Estas cosas son el producto del condicionamiento cultural, de los accidentes de la vida.

Esto salió en el internet:

El robo de la estatua de Henry Moore
El libro de Robert Gurney, Luton Poems, Verulamium Press, St Albans, 2005, contiene un poema inquietante titulado ‘Estatuas’. Lo inspiraron dos cosas: la primera, el recuerdo de una visita a la Fundación Henry Moore en la aldea de Perry Green, Much Hadham, Hertfordshire, Inglaterra y la segunda, un comentario hecho a Robert por el poeta español Juan Larrea en Córdoba, Argentina en 1972. Hablaban de un poema de Larrea, éste le mencionó a Robert que cuando lo escribió estaba indeciso acerca de cierta imagen. Al momento de escribir el poema no podía decidir si quería poner ‘Hará un frío de estatuas visibles’ o ‘Hará un frío de estatuas invisibles’. ‘Visibles’ o ‘invisibles’. La conversación fue rápida y Robert no tuvo la oportunidad de preguntarle a Larrea qué quería decir exactamente. Los dos versos permanecieron en la cabeza del poeta inglés y un día, no hace mucho tiempo, al presenciar la desaparición de la neblina en un parque de St Albans, su significado se volvió claro. Una línea significaba que en cierto momento del futuro la gente podrá ver las cosas claramente, y la otra que no las verá. Larrea, señalado por un crítico como “la voz de la república” (española), decía que no estaba seguro, cuando escribió el poema, antes de la Guerra Civil, en qué sentido o dirección irían las cosas. Al darse cuenta de esto, Robert compuso ‘Estatuas’:


Estatuas

a Juan Larrea

Hacía un frío
de estatuas invisibles.

Luego la niebla
se disipó
y vimos
una mujer gigantesca
acostada en la hierba.

Hace un frío
de estatuas visibles.



Robert, ¿qué corrientes literarias han influido en tu obra?
Las corrientes que han influido en mi obra son sin duda el surrealismo, de Eluard, Dalí, Lorca. (Larrea me dijo no le gustaba nada el rótulo de padre del surrealismo español) Hay muchas referencias a Larrea en mis poemas y a Vallejo y Dylan Thomas: los poemas de Larrea, los ejemplos, como poetas, de César y Dylan. El poeta argentino Andrés Bohoslavsky me ha influido muchísimo. Al leerlo, produjo en mí un cambio profundo. Pude separarme del peso de Larrea que llevaba. La poesía Beat, Bohoslavsky, Sergio Regazio, Bukoski, Raymond Carver. Ahora me encuentro tal vez más allá de la poesía Beat y más allá del posmodernismo. Me interesa ahora el concepto del altermodernismo, un término inventado por Nicholas Bourriaud, del Tate Modern. Intento crear un vínculo entre el presente al pasado, entre lo cercano con lo que está lejos.
Mira este poema. Contiene una aspiración y se refiere a los autores que me interesaban cuando lo escribí hace varios años:

La caja

Hay un mercado medieval
en St Albans
los miércoles
y los domingos.

Voy allí
a buscar libros.

Hoy encontré
Rimbaud Complete,
2002,
y Dylan Thomas's Wales,
sin fecha.

Rebuscaba
Carver, Ferlinguetti,
Bukoski, Corso
cuando algo
me llamó la atención.

En los costados
de la caja
se veían imágenes
de peras y manzanas
y la palabra GAUCHO
repetida muchas veces
y "Kleppe S.A.
Cipolletti
Río Negro".

Apenas podía creer lo que veía.

"¿Qué le pasa?"
me preguntó
el puestero.

"Tengo un amigo
en Cipolletti,"
le dije.

"Suena un sitio raro,"
contestó.

"Tengo esa caja
desde hace
varios años,"
agregó.

"Debe cuidarla,"
le dije.
"Un día
valdrá una fortuna."



La poesía amorosa está ausente de tu poesía, ¿por qué?
Me sorprende esta pregunta. No sé por qué. Es cierto lo que dices. Tal vez sea demasiado "inglés". ¡Quizás esté mal visto aquí hablar del amor en público! Es algo muy íntimo entre dos seres humanos. Para mí, sería casi una traición escribirlo en la página, ponerlo en el espacio público, para gritar "Miren ustedes lo que pasa entre mí y mi amada". Creo que se dice en español "Yo no soy de los que dan el beso de Judas" (en inglés, ‘I am not the kind to kiss and tell’). No me gustan las personas que le dan un beso a alguien y luego lo dicen a los periódicos. Un poeta patagónico me dice que ve la tranquilidad de mi relación con mi esposa en mis poemas (Ramón Minieri). Hay referencias a ella en ellos. Cuando uno tiene mi edad, no anuncia con bombos y platillos esas cosas.

Y sin embargo, el tema de la muerte si aparece de forma peculiar en tu poesía, como en el poema "Cara".
El tema de la muerte es el tema central de la Humanidad. ¿Cómo es posible que morimos? Es el tema de Unamuno. Queremos vivir para siempre pero nuestras vidas son cortas. Perdí muchos de mis mejores amigos cuando eran jóvenes. Hoy oí que un amigo, que vivía cerca, el escritor Hans Seelig, que de niño huyó de los Nazis en las calles de Viena, acaba de morir. "La Cara" se refiere a una near-death experience. Cuando tenía, no sé, tres o cuatro años, dos chicos mayores me empujaron al lago. Casi me ahogué. Fui rescatado por la única persona que estaba en el parque ese día del verano. No es una obsesión mía, es un hecho. La mayor parte de la gente va marcha atrás. No la ven. No referirse a ella sería falso, sería superficial. Al decir eso, no creo que mis poemas son demasiado negros en ese aspecto. Perdí a mi padre, mi madre y mi hermano en pocos años. Tal vez por eso entrara el tema. Un soldado de Idi Amin quiso matarme una vez en Kampala. Tiró a boca de jarro. La bala pasó muy de cerca. Tengo la sensación que todo es muy precario, inestable, fugaz. Los edificios de mi juventud ya no existen. Otros suben en su lugar. Pero yo sigo viviendo. Es que rechazo las amenazas de ella. No me atrevo a decir más. Necesito reflexionar más sobre esto. Vivo un poco fuera del tiempo. Cuando vuelvo, veo que todo o mucho ha cambiado. Incluso los vecinos se han ido y otros han llegado. Un amigo mío, en América Latina, con quien intercambio mails casi todos los días es también un superviviente. El también tuvo un near-death experience. Tenemos mucho en común. Creo que esa experiencia, de la muerte-casi, de joven, me dió cierta mentalidad o actitud hacia la vida y la muerte.
Para mí, lo importante es la belleza. Sé que lo feo entra a veces, pero aspiro a crear algo que sea hermoso. No sé lo que es pero la siento acercarse a veces. Cuando Rimbaud exploraba lo infinito, tenía la misma sensación que Ella, la belleza, estaba cerca.

Encuentro en tus poemas "Infinidad", "Infinidad casi", "La belleza" … un ambiente de paz y reflexión. La sensación que producen es de alivio espiritual. ¿ A qué crees que se deba este efecto?
Lya, es que de vez en cuando, busco las situaciones en las cuales encuentro ese ambiente de paz y reflexión, ese alivio espiritual. No son situaciones reales. Es decir, no me pongo al borde del abismo con el lápiz o el bolígrafo en la mano. Son situaciones que recuerdo, situaciones en las cuales me encontré una vez, en el pasado. Las recuerdo en mis poemas. No siempre hay un poema que tiene lugar en el jardín de George Bernard Shaw en Ayot St Lawrence, una aldea cerca de Saint Albans. La casa se llama Shaw’s Corner. Es un pequeño museo ahora. Creo que escribí ese poema después de ir allí con mi hijo William.

Shaw's Corner

La paz
es indescriptible
como lo es
la vista
desde esas
sillas
al lado
de la puerta
de la casa
de Shaw.

Mi hijo
estuvo sentado
en una,
yo
en la otra.

Aspiramos
el silencio.


Existe otras versiones de este poema. Cada una es una etapa en la consecución de la forma final. Reduzco, borro cosas, corto hasta que llego a la esencia de la experiencia. Bueno, lo escribí después de la visita a la casa de Shaw, pero no mucho después. No es una experiencia recordada a distancia. Necesito la computadora para lograr ese proceso de purificación. (Hay otra palabra relacionada con los poetas místicos españoles, no la encuentro.) Sin ella, la compu, el papel sería un montón de correcciones y modificaciones caóticas. Vale, podría usar papel y escribir la versión final así, pero el problema es que nunca estoy seguro que he pulido el poema bastante.

Volviendo al tema de la memoria, Proust me influyó mucho. Teníamos en Luton la que era, en esa época de mi juventud, la mejor biblioteca pública de Europa del Oeste, con más libros que cualquier otra, fuera de las universidades. (La ciudad tenía mucho dinero en los sesenta por poseer una fábrica de coches y camiones, Vauxhall Cars y Bedford Trucks). Tenían libros sobre los dibujos y experimentos de Dalí. Tenían los libros de Proust: A la recherché du temps perdu. Los leí todos. Vi como él, Proust, cultivaba su memoria. He seguido su ejemplo. Cuando describo la paz experimentada en un balcón que da sobre las nubes en la provincia de Kigezi, en el sur de Uganda, es como si estuviera allí ahora. Larrea, en la película que no hizo, en colaboración con Luis Buñuel, Ilegible, hijo de flauta, describe una caja que llega a una playa sudamericana. El protagonista Ilegible la abre y sale todo el bagaje del pasado, incluso personajes de La vida es sueño de Calderón. Abro la caja de mi memoria. Salen los mismos personajes y muchos otros. Salen las hormigas de Centroamérica, que vi en la selva guatemalteca. Esos recuerdos salen y figuran, purificados, en mis poemas. Exploto mi experiencia. Cuando era joven, no había vivido, no había tenido muchas experiencias. No es que rechazo el presente. Mi libro La Libélula, que sale en Madrid en diciembre, en inglés (The Dragonfly), explora el pasado, el presente y como los dos se entrelazan.

Lo que explica más, tal vez, el fenómeno que describes es el hecho que mi padre era fotógrafo. Lo acompañaba siempre, cuando podía. El tenía una de esa cámaras viejas. Pasaba mucho tiempo arreglándola, componiendo la escena. Lo hacía sin hablar. Esos actos de concentración me influían sin duda. El era realmente un artista. Me indicaba la belleza de una escena del campo del Bedfordshire o del Hertfordshire. Creo que heredé mi imaginación fotográfica de él. Un abuelo y un bisabuelo era fotógrafos. Mi poemas, en general, son gráficos. Estoy buscando todo el tiempo un grano visual, una fotografía en mi mente, si se puede decir algo así. El trabajaba en blanco y negro. Son los colores de la memoria y de los sueños. Pudiera decirse que esos recuerdos son como sueños, que mi vida se ha convertido en un sueño. Tengo que confesar que me da una enorme satisfacción personal cuando termino un poema que considero un logro o un éxito. Nuestras vidas son breves, pero la poesía vive para siempre. Es nuestro regalo a las generaciones venideras:


Palabras

No sé si creer
pero es tentador.

Hace 2012 años
Horacio dijo
que sus poemas
durarían
más que el latón.

Shakespeare dijo
que ni el mármol,
ni los monumentos dorados
de los príncipes
sobrevivirían
su rima poderosa.

Mis palabras
parecen desvanecerse en el aire
pero me gustaría
creer en lo que dicen.

Poemas a la Patagonia, edición aumentada, Madrid, 2009.


Eres un poeta de dos continentes, ¿cómo es la recepción de tu obra en el público europeo y el público latinoamericano?
Es una pregunta para los críticos, pero a mí me parece que el público latinoamericano recibe mi obra calurosamente. El público europeo, los que me leen, la recibe con interés. En Inglaterra no sé. Algunos dicen que les gusta. Hay que tener en cuenta que mi formación es curiosa. Mi interés por la poesía latinoamericana me pone en una categoría que es difícil de clasificar. Me inspira la idea de una nueva cultura internacional. La tomé de Larrea.

¿Consideras que en Europa la poesía de los nuevos valores es poco difundida?
Esta pregunta es interesante y tengo que tener cuidado con mi respuesta. No quiero ofender a mis compatriotas. Podría escribir páginas y páginas sobre el tema. Hay que tener en cuenta que Inglaterra perdió su imperio recientemente y en circunstancias distintas a la experiencia de España. El cristianismo perdía sus fuerzas o su energía. Los que mandaban tomaron una decisión que los nuevos curas en la empresa iban a ser los escritores. No me gusta nada el tono grandilocuente de esa o de esas generaciones de poetas. Se consideran, inconscientemente tal vez, casi los sacerdotes del imperio. En vez de la Biblia, denles la literatura inglesa para civilizarlos, se decía. ¿Qué dices? Tiene un olor que repugna.


¿Cómo ves el panorama de la literatura de América Latina en Europa?
Esta pregunta es dificil. En mi opinión tiene un rol importante. Puede ayudarnos a perder los restos de esos valores falsos coloniales. Puede ayudarnos a ver las cosas más claramente y más humildemente. Sé que hablo demasiado de Larrea pero él siempre decía que el español sería la lengua del futuro, no el inglés, y Latinoamérica iba a subir para tomar su sitio importante, el liderazgo, si quieres. En los setenta rechacé esas ideas de Larrea y se lo dije. El insistía, yo decía que no, etc. Pero cuando murió, en 1985, sus ideas entraron más. Si él tenía razón, creo que el interés en la literatura latinoamericana crecerá. Han tenido el boom de la novela.

Qué aconsejarías al que quiere iniciarse en la poesía, en la práctica o la lectura.
En la práctica. Hay que empezar con la práctica. Hay que escribir lo que siente. Los jóvenes son sinceros. Luego pueden leer este poeta y ése. Es que hay tanto bagaje ideológico que no tiene relevancia para los chicos más jóvenes. Más tarde, cuando puedan resistirlo, pueden leer los poetas de las otras épocas.


Celebración

por Edgar Quisquinay
GLF



“No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta…”

Vientos del pueblo me llevan. Miguel Hernández.



La vida tiene un diseño torpe. Y los sueños que vamos forjando en ese lapso son reflejo prístino de esa circunstancia. Veo por la ventana y me acribilla la sombra de una bandada de gorriones que esperan encontrar el árbol de donde salieron por la mañana. Con la luz que me abandona se va imponiendo el silencio. Destrozo mis pasos en dirección contraria y me sumerjo en recuerdos que no son propios, en viajes que no he hecho, en palabras que no son mías. Sin razón aparente tres nombres se apoderan de mi recién ganada oscuridad, tres palabras que parecieran simples, pero que resuenan en mí mientras algo me dice que las he escuchado antes: Miguel, Luis, Augusto.

Miguel, el mayor, el que se vio a sí mismo reflejado en la piedra milenaria. Enfrentado al deseo de solucionar eso que sus ojos y sus manos le muestran por el camino, se deja llevar por el viento y canta, certero, los días y las noches que le tocó vivir. Palabras lentas salen de su boca y nombran su entorno, destruye y construye sin piedad, a veces sin mayor esfuerzo.
¿Dónde viste a Miguel por última vez? Lo he visto en los verdes y tristes cerros de Ilom, en las iglesias que lo escondían de sus escondites, en la boca de la guitarra del duende aquel que lo hizo embajador, en las palabras del hermano que se niega a recibir su nombre, en la cima del cerro de San José, en París, en México, en Oslo, en Argentina hermanado en fealdad con Pablo y prestándole su pasaporte para que salga del país, en las Cien Puertas, dormido entre los periódicos viejos que ha robado a los mendigos del Portal del Comercio, cargando herrumbre de cañón en cañón, de dictador en dictador, de abogado a ahijado de Alfredo, en las burlas solemnes de los estudiantes que ayer gritaban “¡…no entendemos tus libros!”.
Y no lo he visto desde que sus manos se volvieron hacia atrás y soltó los papeles que tantas veces acarició, desde que se le perdió la mirada en un sur que no logrará alcanzar.
Tal vez no he querido volver a verle. Sus palabras se me perdieron definitivamente.
El arcángel de tu nombre ya no te habla, ya no me habla.

Luis, astro que se embriaga en derivas planetarias. No puedo imaginarlo joven. Tantas fotos que se hacen polvo en mis manos y que me muestran a un anciano apesadumbrado por sus recuerdos, sus amores, sus viajes, sus idas y vueltas, tantas fotos que no me dicen quién era en verdad. Es a él a quien le debo un Bretón y una patria en las líneas de mi mano. Ciudadano de la vía Láctea, no deja de añorar su volcán y sus ruinas, sus conventos, sus calles empedradas. Desde sus ojos contemplo a Tamayo, a Orozco, a Rivera, a un Mérida que se me hace gigante, murales, aguafuertes y pinturas que se convertían en pausadas metáforas.
Ahora Luis me tiende la mano y niega con la mirada cuando le pregunto sus razones de vida, pero asiente un curtido repaso por sus otras vidas: calles que ya no le son presentes, amigos que no volvió a ver nunca más. Le llora el alma desde las historias que se entretejen hasta nuestro presente. Una antorcha es su palabra cuando recupera para nosotros una parte de aquella revolución que pretendió cambiar la pesada cadena por primavera, cuando el cielo y la tierra se cubren de pasado colonial.
Y sus otras manos, las que esconde de sí mismo, gritan hasta un pasado que sienten propio: el Rabinal Achi’ tiene sus palabras, el Pop Wuj es una manta que cobija sus raíces.
A Luis no volví a verlo.
Me niego, también, a seguirle los pasos.

Augusto, mínimo Augusto, cerrado enigma del que camina de espaldas. ¿Quererte es demasiado? Te vuelves una imagen que añoro. Tu vida es una fábula que comparte razones con las vidas de tus otros hermanos, Miguel, Luis. Me provocas más preguntas que afirmaciones.
¿Sabías que nada te hace cercano? Ni tu afirmación de los tres grandes temas de la literatura: “el amor, la muerte y las moscas”. Estas últimas sobrevuelan tu vida y me traen recuerdos inconexos de tu fallido presente.
Oveja negra eres, patético dinosaurio que se yergue ya entre lo anacrónico y lo cursi. Tal vez eres más. Serías una palabra si alcanzaran las letras para escribirla, si no negara esto tu pasión por la brevedad. Serías tu pasado si dejaras describirlo. Pero eres tú, nada más, releyendo esos libros que no te dejan escribir libros, preparando ese cuento que no será cuento hasta que logres sacarle los ojos a Bello y Cuervo.
También te he dejado de lado por mucho tiempo… tal vez siga así.

Asturias, Cardoza, Monterroso: Iluminan este camino que no ha empezado, que nunca terminará. Amados y odiados por tantos. No he querido fabricar estas líneas, esta celebración, con sus biografías, me sentiría como el entomólogo (diría Cortázar), escogiendo el escarabajo, revisándolo bajo la lupa, escribiendo sus datos en una pulcra ficha de cartulina blanca, atravesándolo con un alfiler y dejarlo catalogado para la posteridad.

Matarlos, deshacerse de ellos y de su poderosa influencia, ha sido la consigna de los últimos tiempos. O releerlos con el morbo de hacerse, cuál vampiros, de su potencia creadora. Decirnos, llamarnos, Asturianos, Cardozianos, Monterrosianos, creer que podremos ser como ellos.

Yo no quiero matar a ninguno de ellos. Como sé bien que no lo harán: esperaré a que se suiciden.


Edgar Quisquinay.
Mixco, Guatemala, junio de 2009.

Habitando a la sombra de Roque Dalton

por Mauricio Vallejo Márquez
GLF

Ningún escritor de El Salvador tiene tanta incidencia en la historia política y literaria de esta nación centroamericana como Roque Dalton (1935-1975), quien además de ser un literato de enorme talento es un ícono de la revolución salvadoreña y quizá el máximo representante de la poesía de esta nación.

Además de su imagen la influencia literaria de este autor es evidente en los escritores que siguieron su camino en el intenso mundo de las letras después de él. Precisamente el duro fin de Dalton fue la consecuencia de comprometerse en la lucha revolucionaria que se vivió en El Salvador desde su declaración entre 1979 y 1991, así como la pre guerra que se gestó desde 1972, un resultado que muchos estaban dispuestos a asumir: convertirse en poeta mártir, no sólo por el gran significado que tenía para la gente víctima de la represión, y entonces se empezaron a ver llegar y partir a diversos líricos, algunos con breves publicaciones, otros con mayor presencia hasta que la muerte o el olvido silenció su recuerdo.

En los años de la Guerra Civil Salvadoreña muchos creadores tuvieron similar destino que el de Dalton. Conocimos acerca de la muerte de invaluables promesas de la poesía y la narrativa salvadoreña que en su mayoría se aglutinaban alrededor de la revista “La Cebolla Púrpura” como: Jaime Suárez Quemaìn (1950–1980), Lil Milagro Ramírez (1945-1979), Mauricio Vallejo (1958–1981), Rigoberto Góngora (1956-1980), Delfy Góchez (1958-1979), Alfonso Hernández (1948-1988) entre otros, quienes además de compartir destino también fueron defensores del socialismo y la democracia, a excepción de Quemaín quien creía en el anarquismo, pero de igual forma que los otros denunció las injusticias del gobierno de esos años. Cada uno de ellos se comprometió tanto en el quehacer de denuncia con el sueño de obtener justicia. Suárez, quien además de escritor era periodista, fue asesinado por elaborar crónicas con denuncias ante la represión y los asesinatos que a diario ejecutaban los cuerpos de represión; Lil, fue cruelmente torturada por cerca de dos años hasta que la asesinaron por formar parte de la Resistencia Nacional (RN); Vallejo fue desaparecido a la salida de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) por ser un intelectual orgánico del Fuerzas Populares de Liberación (FPL) y un cuentista que denunciaba las atrocidades del gobierno en turno; Góngora murió combatiendo como guerrillero en un lugar desconocido; Hernández también falleció en combate, mientras que Delfy fue asesinada junto a un grupo de estudiantes del Frente Universitario Revolucionario (FUR) por exigir que se respetaran los Derechos Humanos.

La influencia de Dalton también se apreció en el estilo de dicha generación. Estos literatos tomaron el conversacionalismo como un estilo casi obligatorio en sus escritos por su fácil comprensión para los extractos populares de la sociedad, aunque cada uno de ellos pretendió darle originalidad utilizando ritmos experimentales donde conjugaban las palabras de uso común en El Salvador como: chiche, pacha, cipote, vergón, chivo, chero. Que podemos apreciar en el siguiente fragmento de Mauricio Vallejo:

y te dés cuenta que funciona el baño con hierba del susto y me pongás a sudar una camiseta para envolver al cipote y quitarle el pujo que le salió por dejar destapadas las mantillas que fueron lamidas por el cadejo”.

Al igual que Dalton estos poetas adaptaron las letras con la lucha revolucionaria con la firme intención de que la ideología, la denuncia y la poesía se conjugaran y así surgieron escritos dignos de recordación como el poema de Alfonso Hernández:

Arte poética
En cualquier pedazo de papel escribimos el poema,
En él plasmamos vida, vísceras, sueños.
Una piedra puede ser el poema,
Un niño, una madre,
Un caído con sus agujeros inundados de pólvora,
Una tumba
O una calle con su caminante lanzando su
Corazón más allá del amor
”.

Roque fue capaz de elevar el panfleto a una categoría de poesía, según el ensayista Luis Alvarenga, e influenció a las siguientes generaciones de escritores salvadoreños que emprendieron camino. Aunque esto produjo serias confusiones en muchos redactores que no tenían la formación o el conocimiento que les ayudara a guiarse para conocer la diferencia entre un panfleto y un poema.

El fenómeno se repitió, aunque con mayor pasión en los escritores que surgieron entre 1986 y 1991, que no sólo evocaron el espíritu revolucionario de los poetas que les precedían, sino que se sumaron a la lucha armada, viviendo el romanticismo del momento y compartieron su tiempo el fusil y la pluma.

En sus versos demostraron que la guerra era parte de la vida común, así como cualquier poema épico; toda una necesidad de expresión, incluso más profunda porque evoca la tristeza, la impotencia, el dolor y la esperanza que esos momentos pueden brotar de los corazones y almas de las personas que viven una guerra.

Lamentablemente esta generación tuvo una duración efímera, puesto que todos ellos fueron voluntarios de los grupos revolucionarios, principalmente, de la Resistencia Nacional (RN). Y así, nombres como Amada Libertad, Amilcar Colocho, Arquímidez Cruz, que se reunían dentro del grupo “Xibalba”, apenas dejaron algunos versos que por lo terrible de la guerra civil salvadoreña han sido prácticamente borrados de la literatura salvadoreña y se lucha con ahínco por conservar y divulgar.

Firmados los acuerdos de paz el 1 de enero de 1992 las balas dejaron de sonar y los escritos de estas generaciones de guerra igual. Los nuevos planes de educación se volvieron menos acuciosos dejando para el olvido libros como La Odisea, El Quijote y la Divina Comedia, obligando a los estudiantes a conocer resúmenes de estas obras y poco a poco fueron condenando al olvido los nombres y las obras de poetas de la generación de “La Cebolla Púrpura” y “Xibalba”, aunque a pesar de lo liviano de los programas del Ministerio de Educación de esos años fue imposible negar la figura de Dalton, quien es reconocido en el mundo no sólo por su obra, sino por su vida. Así que Dalton se convirtió en el referente de los jóvenes literatos del país en la posguerra, quienes además de estudiarlo lo imitaban con la esperanza de algún día tener su nivel o simplemente disfrutando de su lectura e historia.

A pesar de los 34 años del asesinato de Roque por ajusticiamiento a manos del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), grupo al que se sumó, sigue presente en diferentes publicaciones, en los murales de San Salvador, en los festivales de poesía, en las canciones de los salvadoreños, en los talleres literarios. Siendo conocido no sólo por su trabajo, sino porque se encuentra estampado en camisetas, afiches, llaveros y otros recuerdos como parte de los símbolos de la lucha armada de Cuscatlán.

Roque Dalton es el escritor que representa a la literatura salvadoreña en el mundo, siendo la punta de una lanza inmensa en la que los poetas mártires aún deben salir del silencio y sumarse a la historia literaria no sólo de Centroamérica sino también del mundo. Mientras en El Salvador, con gratitud, se sigue habitando bajo la sombra de Roque Dalton.

Semos Malos


por Salarrué
Escritor Salvadoreño

Goyo Cuestas y su cipote hicieron un arresto, y se jueron para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en bandolera; el muchacho la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que perjumaba con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata.
-Sí tata, y por ai no conocen el fonógrafo, dicen...
-Apurá el paso, vos; ende que salimos de Metapán tres choya.
-¡Ah!, es quel cincho me viene jodiendo el lomo.
-¡Apechálo, siás bruto!
Apiaban para sestear bajo los pinos chiflantes y odoríferos.
Calentaban café con ocote. En el bosque de zunzas, las taltuzas comían sentaditas, en un silencio nervioso. Iban llegando al Chamelecón salvaje. Por dos veces bían visto el rastro de la culebra carretía, angostito como fuella de pial. Al sesteyo, mientras masticaban las tortillas y el queso de Santa Rosa, ponían un fostró. Tres días estuvieron andando en lodo, atascados hasta la rodilla. El chico lloraba, el tata maldecía y se reiba sus ratos.
El cura de Santa Rosa había aconsejado a Goyo no dormir en las galeras, porque las pandillas de ladrones rondaban siempre en busca de pasantes. Por eso, al crepúsculo, Goyo y su hijo se internaban en la montaña; limpiaban un puestecito al pie diún palo y pasaban allí la noche, oyendo cantar los chiquirines, oyendo zumbar los zancudos culuazul, enormes como arañas, y sin atreverse a resollar, temblando de frío y de miedo.
-¡Tata: brán tamagases?...
-Nóijo, yo ixaminé el tronco cuando anochecía y no tiene cuevas.
-Si juma, jume bajo el sombrero, tata. Si miran la brasa, nos hallan.
-Sí, hombre, tate tranquilo. Dormite.
-Es que currucado no me puedo dormir luego.
-Estiráte, pué...
-No puedo, tata, mucho yelo...
-¡A la puerca, con vos! ¡Cuchuyate contra yo, pué!...
Y Goyo Cuestas, que nunca en su vida había hecho una caricia al hijo, lo recibía contra su pestífero pecho, duro como un tapexco y, rodeándolo con ambos brazos, lo calentaba hasta que se le dormía encima, mientras él, con la cara añudada de resignación, esperaba el día en la punta de cualquier gallo lejano.
Los primeros clareyos los hallaban allí, medio congelados, adoloridos, amodorrados de cansancio; con las feas bocas abiertas y babosas, semi-arremangados en la manga rota, sucia y rayada como una cebra.
Pero Honduras es honda en el Chamelecón. Honduras es honda en el silencio de su montaña bárbara y cruel; Honduras es honda en el misterio de sus terribles serpientes, jaguares, insectos, hombres... Hasta el Chamelecón no llega su ley; hasta allí no llega su justicia. En la región se deja -como en los tiempos primitivos- tener buen o mal corazón a los hombres y a las otras bestias; ser crueles o magnánimos, matar o salvar a libre albedrío. El derecho es claramente del más fuerte.
Los cuatro bandidos entraron por la palizada y se sentaron luego en la plazoleta del rancho, aquel rancho náufrago en el cañaveral cimarrón. Pusieron la caja en medio y probaron a conectar la bocina. La luna llena hacía saltar chingastes de plata sobre el artefacto. En la mediagua y de una viga, pendía un pedazo de venado olisco.
-Te digo ques fológrafo.
-¿Vos bis visto cómo lo tocan?
-¡Ajú?... En los bananales loi ei visto...
-¡Yastuvo!...
La trompa trabó. El bandolero le dio cuerda, y después, abriendo la bolsa de los discos, los hizo salir a la luz de la luna como otras tantas lunas negras.
Los bandidos rieron, como niños, de un planeta extraño. Tenían los blanquiyos manchados de algo que parecía lodo, y era sangre. En la barranca cercana, Goyo y su cipote huían a pedazos en los picos de los zopes; los armadillos habíanles ampliado las heridas. En una masa de arena, sangre, ropa y silencio, las ilusiones arrastradas desde tan lejos, quedaban como abono, tal vez para un sauce, tal vez para un pino...
Rayó la aguja, y la canción se lanzó en la brisa tibia como una cosa encantada. Los cocales pararon a lo lejos sus palmas y escucharon. El lucero grande parecía crecer y decrecer, como si colgado de un hilo lo remojaran subiéndolo y bajándolo en el agua tranquila de la noche.
Cantaba un hombre de fresca voz, una canción triste, con guitarra.
Tenía dejos llorones, hipos de amor y de grandeza. Gemían los bajos de la guitarra, suspirando un deseo y, desesperada, la prima lamentaba una injusticia.
Cuando paró el fonógrafo, los cuatro asesinos se miraron. Suspiraron...
Uno de ellos se echó llorando en la manga. El otro se mordió los labios. El más viejo miró al suelo barrioso, donde una sombra le servía de asiento, y dijo después de pensarlo muy duro:
-Semos malos.
Y lloraron los ladrones de cosas y de vidas, como niños de un planeta extraño.


Del libro Cuentos de Barro, incluído en Narrativa Completa, publicado por la Dirección de Publicaciones e Impresos.

La preceptiva literaria es una necesidad


por Hilda Henríquez de Flores
GLF

Toda obra literaria es obra poética y la poesía es belleza. La obra literaria responde a la necesidad del hombre de deleitarse con lo bello. La vocación del escritor es crear obras hermosas producto de su profunda sensibilidad.

La novela prolonga su historia en una continuidad de hechos, donde sus protagonistas dotados de cualidades atinadamente adjudicadas, nos llevan a un desenlace que justifican las acciones sucedidas.

El cuento con su trama rápida nos muestra hechos condensados. Los personajes, a veces con una sola actitud, manifiestan cualidades profundas de su ser. Los hechos mostrados de una manera inteligente nos llevan a un final inesperado e ingenioso.

La poesía con un fuerte contenido emocional, a través de las imágenes, nos ofrece una creación bella cercana a la realidad.

En las tres formas de hacer literatura, quien lo hace posee una intuición innata que lo mueve a producir sus obras. Algunos no necesitan mayor esfuerzo para transcribir al papel lo que su pensamiento les dicta. Otros tendrán que hacer mayor esfuerzo.

Un chamán puede ser un buen curandero. Pero no tendrá la capacidad para hacer una operación. Esa facultad está reservada a los cirujanos, quienes necesitaron muchas horas de estudio y de práctica para lograr sus destrezas.

La persona amante de la creación literaria por supuesto que necesita aprender el oficio de escritor, de lo contrario, su obra podría caer en la mediocridad. Se pueden cometer errores de exceso o carencia, cayendo en el artificialismo o cotidianeidad Es una necesidad básica para el escritor o escritora empaparse de los conocimientos de preceptiva literaria. Éstos son un conjunto de preceptos, cuyo único objetivo es el de engalanar el leguaje. Son las reglas a que atenerse en el momento de redactar. Es el acervo de sugerencias que ayudan a mejorar la prosa o el verso.

Teniendo esos conocimientos la creación literaria adquiere más belleza. Será elegante, fresca, natural, innovadora.

La Fragua visitó el hogar de ancianas San Vicente de Paul


RedacciónGLF

Las ancianas del Hogar San Vicente de Paul tuvieron el 15 de junio un día de poesía y música gracias a la visita del Grupo La Fragua (GLF). El patio central del Hogar fue el escenario en el que los poetas realizaron las lecturas de poemas y el cantautor Carlos Rubio Calles interpretó canciones de Luis Enrique Mejía Godoy para animar a las presentes.
"Es necesario que los artistas nos acordemos de nuestros adultos mayores. Por eso hemos venido a brindarles nuestro tiempo y nuestro trabajo artístico", expresó el poeta Mauricio Vallejo Márquez, director de GLF.

Los poetas Rafael Magarín, Wilfredo Arriola y Mauricio Vallejo Márquez posteriormente se integraron a una amena platica con las residentes. Cada una de ellas demostró que la visita de personas les es grata.

El acto finalizó con la presentación de un performance de Teatro Kalligari, en el que los actores Gabriel Alvarado y José Morales escenificaron el tema de la felicidad. Durante la actuación se tuvo que informar a las ancianas que se trataba de una actuación, pues se mostraron inquietas al ver a uno de los actores con una máscara.

"Yo no me asusté, creía que eran payasos", afirmó Martina Esquivel.


Carlos Rubio Calles interpreta Con la Tarde bajo el brazo. Canción elaborada a partir del poema del mismo título de Gabriel Quintanilla.

martes, 7 de julio de 2009

Hugo Izarra: poesía española 003


Revista La Fragua del Herrero,
número 003, año 1.


Hugo Izarra:"La poesía es todo lo que no nos enseñan los libros de texto"
Lya Ayala
GLF
Hugo Izarra es poeta, narrador y periodista, nació en Vigo, España, en 1980. El trabajo literario de Hugo muestra interesantes matices entre la agitada cotidianidad y la necesidad del ser humano por encontrar una identidad en medio del caos mundial. Inquisitivo observador de su entorno, Hugo, vuelve los detalles de la simple vida cotidiana en detalles sobresalientes y brillantes. Una propuesta sumamente interesante que les invitamos a explorar.

El trabajo digno de ser bibliotecario
Kerin Díaz
poeta y bibliotecario
Homenaje a los guardianes de las bibliotecas. Hace algunos años atrás se tenía el concepto del bibliotecario como una persona absorta o alejada del mundo, una señora o un señor con grandes anteojos, además de extremadamente aburrido, estricto, rígido, que daba órdenes y exigía gran disciplina dentro de una biblioteca; hay todavía algunas personas que tienen dicha creencia.


Tras la frondosa barba de Herman Melville
Pablo Gallo
GLF
Pablo Gallo nació en A Coruña en 1975. Estudió en la Escuela de Arte Pablo Picasso de A Coruña y en la de Arte Massana de Barcelona.

Miguel Ángel Polanco: Respiro del color, caminante del tiempo
André Cruchaga
Poeta y maestro salvadoreño
Hace unos días, el pintor Miguel Ángel Polanco ha puesto en mis manos el libro: “Polanco, Volver la vista atrás, 1960-20082”, una retrospectiva de su trabajo pictórico de casi cincuenta años.

El trabajo artístico y su función transformadora de la realidad (II)
Lya Ayala
GLF
¿Debería el artista reflejar en su trabajo una postura política?, el punto importante a destacar es qué relevancia tendría esta postura en la calidad y trascendencia de la obra en la cultura nacional.

Diez años de llamas
Redacción
GLF
El Grupo La Fragua (GLF) celebró su décimo aniversario con un homenaje a Mauricio Vallejo el 3 de julio de 2009, en la Casa de la Cultura del Centro de San Salvador a las 10:00 de la mañana, a la actividad asistió un buen número de interesados en conocer la obra de Vallejo.


lunes, 6 de julio de 2009

Hugo Izarra:"La poesía es todo lo que no nos enseñan los libros de texto"

Lya Ayala
GLF

Hugo Izarra es poeta, narrador y periodista, nació en Vigo, España, en 1980. El trabajo literario de Hugo muestra interesantes matices entre la agitada cotidianidad y la necesidad del ser humano por encontrar una identidad en medio del caos mundial. Inquisitivo observador de su entorno, Hugo, vuelve los detalles de la simple vida cotidiana en detalles sobresalientes y brillantes. Una propuesta sumamente interesante que les invitamos a explorar.

—¿Podrías describir cuál fue el momento en que empezaste a escribir? ¿Qué o quién desató ese momento?
—Claro que puedo. Era mucho más joven, vivía en Madrid. Dormía poco por las noches y no porque tuviese una vida social muy agitada. Cayó en mis manos, un poco por azar, «Mortal y rosa», de Francisco Umbral. Me removió por dentro. Me hizo pensar que yo también tenía cosas que decir. Y a raíz de aquel impacto comencé a pergeñar la idea de una novela en primera persona, «Morir en noviembre», que jamás llegué a acabar. Si alguien tiene la culpa de que yo empezase a escribir, debo decir que fue él y no otro.

—¿Qué es poesía para ti?
—Creo haber escrito algún poema sobre eso, si mi pobre memoria no me traiciona. La poesía es todo lo que no nos enseñan los libros de texto. Va más allá de la métrica y de la música. No entiende de esquemas ni de rimas. Y, desde luego, es mucho más que escribir, como piensa la mayoría. La poesía es una actitud vital. Hay poetas que lo son sin saberlo, sin haber escrito un solo verso en toda su vida.

—¿Crees acaso que la poesía se puede encontrar fuera de la literatura?
—Por supuesto, toda la poesía se encuentra fuera de la literatura. Todo, en realidad. La literatura no es más que la herramienta de interpretación de nuestra percepción. Intentamos describir lo que vivimos o lo que nos gustaría haber vivido de la mejor manera que no es dada conocer. Pero todo es vulgar y cotidiano, está en la calle.

—¿Qué harías si no fueras escritor?
—Haría feliz a mucha gente. El mundo no necesita otro escritor mediocre. Ahora bien, no tengo muy claro qué haría. Nunca me ha gustado trabajar, así que supongo que me entregaría a la mendicidad plácidamente.

—¿Cómo describirías tu rutina de trabajo? ¿Hay disciplina?
—Por lo mismo que acabo de explicarte, mi rutina de trabajo es inexistente, cero. Soy el paradigma vivo de la inconstancia, la indisciplina y la indolencia. Me gusta escribir, por eso lo hago. Pero no lo veo como un trabajo. Un trabajo requiere esfuerzo, implica hacer muchas veces cosas que no te gustan, y nada de lo que escribo me supone un sacrificio especial, ni tampoco me siento obligado a hacerlo. Otra cosa es escribir por encargo, que es igual que prostituirse intelectualmente.

—¿Dónde te gusta escribir? ¿Sigues algún ritual especial o lo haces dónde te agarra de urgencia?
—Porque me distraigo con mucha facilidad siempre he preferido para escribir la noche, la soledad y el silencio. Admiro a las personas que son capaces de crear en el metro, en medio del bullicio de una cafetería o en el trabajo, rodeados de gente. Yo no lo consigo. Me distrae el murmullo de la radio, el ruido de unas tijeras cortando papel o el zumbido de un mosquito que aterriza en la pantalla. He llegado a escribir en sitios bastante curiosos, desde la cama de un hospital hasta la ducha. Lo he hecho incluso circulando por la autopista, cuando me asalta la necesidad de salvar uno de esos pocos versos decentes que a veces se me ocurren. Tengo una memoria desastrosa.

—Dinos quiénes han tenido influencia en tu trabajo literario.
—He tenido demasiado tiempo para leer, así que debo reconocer que han sido muchos, pero es verdad que algunas lecturas te marcan más que otras. Recuerdo que empecé idolatrando a Bukowski, desmedidamente, como buen adolescente. Hank me llevó a conocer a John Fante, que es un prodigio universal de la literatura. También me cautiva el estilo aparentemente sencillo pero demoledor de Kurt Vonnegut Jr., y, más recientemente, los de Roberto Bolaño, Chuck Palahniuk o Michel Houllebecq.

—¿Por cuál tipo de literatura se inclinan los españoles, qué les gusta leer?
—No soy muy partidario de generalizar, pero, si nos fiamos de las cifras que manejan las librerías, es bastante evidente que hay muchos españoles que, al igual que muchos italianos, franceses o luxemburgueses, consumen lo que ven en los escaparates. Los respeto, pero procuro pensar poco en ese tipo de lectores. Me seduce más ese porcentaje escaso y necesario que profundiza y escoge sus libros igual que se eligen los buenos vinos, con tiempo y dedicación.

—Danos un panorama de la literatura latinoamericana en España, ¿cómo ve España a los escritores y la literatura de América Latina?
—Es difícil calibrar la opinión de tantas personas sobre una cuestión tan abstracta. No tengo un observatorio, ni he realizado ninguna encuesta, ni me he interesado por saber qué opinan los demás al respecto. Si sirve de algo, creo que el panorama literario latinoamericano es envidiable. Goza de buena salud y de un pasado más que lustroso.



—Cuéntanos tus temas favoritos y por qué escribes acerca de ellos.
—A medida que el volumen de obra ha ido aumentando me he dado cuenta de que tengo una fijación malsana por la muerte y sus consecuencias. No es que me obsesione lo que pueda haber después, sino lo que se deja aquí. Creo que soy demasiado egoísta como para imaginarme esta película sin mí. También el sexo, en muchos momentos, porque me parece la manifestación más cómica del ser humano. Diría que esos dos son los pilares fundamentales de cuanto he escrito hasta la fecha.

—Y encuentro mucho sarcasmo, cierto humor negro y denuncia de la sociedad actual en tus versos, eres de alguna manera un poeta que cuenta cosas de su realidad amargamente.
—Sí. Puede que haya un poco de eso también. Por lo general, no me gusta demasiado la gente. Tampoco me gusta el mundo en el que vivo. Pero no soy un idealista, no voy a hacer nada por que cambie. Decía Tolstoi que todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo. Yo intento ser una persona decente, y creo que con eso estoy haciendo bastante más que la media. Ya lo sé, suena amargado.

—¿Y no reconoces en tu poesía ciertos signos de exteriorismo?
—De exhibicionismo deliberado, sí. Procuro que parezca que muestro más de lo que en realidad estoy mostrando. Hay un componente importante de ficción, de creación, que parte, como es natural, de experiencias personales. Pero me guardo para mí muchísimas cosas. Lo contrario sería igual que confundir el erotismo de la pornografía.

—¿Cuáles son tu libro y tu película favoritos? ¿Por qué?
–Sería imposible contestar a esta pregunta sin cometer trescientas injusticias al mismo tiempo. La elección de un solo favorito es algo que se me resiste sobremanera. Pienso que nuestros gustos evolucionan a la misma velocidad que nosotros. Así que diré dos títulos de forma bastante aleatoria que en absoluto representan ningún primer puesto permanente. Por ejemplo, «La senda del perdedor», de Charles Bukowski, y «This is England», de Shane Meadows. Curiosamente, las dos historias hablan del mismo proceso, de la forja de la identidad moral del ser humano. Es coincidencia.

—Los escritores siempre tenemos un punto de referencia, un autor o artista al que recurrimos con frecuencia, cómo fue el momento cuando encontraste a tu autor.
—Procuro evitar en lo posible recurrir a cualquier suerte de referencia porque soy un lector esponja. Cuando empiezo a leer a un autor, mimetizo su estilo, o mejor dicho, comienzo a imitarlo inconscientemente. Sus giros, la longitud de sus frases, los ambientes. Por eso, a la hora de sumergirme en el proceso creativo prefiero hacerlo sin ramas a las que agarrarme. Acabaría siendo otra rama más.

—Descríbenos un día en tu vida, qué es lo primero que haces al levantarte y lo último al acostarte, aparte de cepillarte los dientes, claro.
—Resumirlo sería algo bastante ridículo. Mis actividades son muy prosaicas. No siento que haga nada distinto al resto. Lo primero que hago al levantarme es maldecir al mundo y al inventor del despertador, me ducho, compruebo que no me dejo las llaves del coche y me voy a trabajar. Antes de dormirme siempre me gusta leer un poco. Con algo de suerte, escribo. Eso me ayuda a sentir que mi día no ha sido una completa pérdida de tiempo.

—Descríbete en un verso.
—En uno, no. En dos, de Roberto Bolaño: «Se escribió a sí mismo como un dardo en la frente del invierno».

Selección de poemas del autor Hugo Izarra.

Leves y etéreos

Vaciamos de colillas los ceniceros,
uno por uno, los despojamos de muerte.
Le digo: creo que estamos fumando demasiado
últimamente.

Tienes razón, me responde
llevándose a la boca otro cigarro.
Estamos fumando demasiado
últimamente.

No hará ni un mes que nuestra madrina
nos dejó para siempre, se convirtió en
polvo gris, igual que el rastro que da
sentido a nuestros ceniceros.

Creímos que su sobrina era buena,
pero corrió a vaciar su casa, vino desde
muy lejos para llevarse su abrigo de visón.

Echó los objetos de valor en una bolsa
y se despidió de su viudo para siempre.
Hizo con sus recuerdos lo que nosotros
hacemos con las colillas.

¿Sabes? —le digo—. Un hombre me ha dicho
hoy en la librería que mis argumentos
poéticos eran leves y etéreos.

Tiene razón, me dice
echándome el humo a la cara.
Tus argumentos lo son.



Baile estático

Como si esto no fuera suficiente,
el hombre sordo, despojado ahora
de su único audífono, se sintió
inevitablemente inundado de silencio,
había perdido la música y las voces,
pero había encontrado algo mejor.
Reconoció el sonido de la muerte
y se sentó, despacio, a disfrutarlo.



Brookdale Park, 1964

Ya lo sé, sí,
pero, entonces,
había tanta niebla
que era hasta difícil
encontrarse la nariz
sin ayuda de las manos.

Y, sin embargo, ellos,
una pareja de osados
amantes irresponsables,
desafiando a la niebla,
ya ves, junto a los árboles.

Ella, no sé, no tendría
más de catorce, pero
tenía una voz de un
hombre de cuarenta,
grave y algo arrogante.

Era ella quien hablaba.
Le decía a él: Tú tienes
dos y yo tengo uno. Tú
tienes dos y todo el mundo
tiene derecho a saberlo.

Aminoré la marcha, pero
sus reproches acababan
allí, en aquel punto.

Y aún sin saber bien de qué hablaba,
le di la razón a aquella chica.
Porque yo intenté algo parecido
alguna vez, protestar
por lo que creía justo,
supongo.



Domine mundi

A qué ese afán de
domesticarlo todo,
de dominar a las especies,
de domar al lobo y al león,
de enderezar al perro,
de aburguesar al gato.

A qué tanto interés
por hacer hablar a las urracas
y saltar a los delfines, por ver
a los osos montar, ridículos,
en monociclo, por amaestrar
al paciente tigre de Bengala.

Qué insólito complejo milenario
empuja al hombre a civilizarlo todo
por la fuerza; a construir zoológicos,
circos, jaulas y mataderos. A demostrar
su dominio apabullante sobre las cosas
de forma tan poco civilizada.



El amor es crueldad accidental

Pido perdón a los mosquitos
que murieron estrellados
contra el cristal de
mi parabrisas,
y a las mujeres que
me amaron, y yo amé,
en mayor o menor medida.




Fotografías: cortesía del autor.


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El trabajo digno de ser bibliotecario

Kerin Díaz

poeta y bibliotecario

Homenaje a los guardianes de las bibliotecas
Hace algunos años atrás se tenía el concepto del bibliotecario como una persona absorta o alejada del mundo, una señora o un señor con grandes anteojos, además de extremadamente aburrido, estricto, rígido, que daba órdenes y exigía gran disciplina dentro de una biblioteca; hay todavía algunas personas que tienen dicha creencia. Es claro que este estereotipo del bibliotecario era fuertemente alimentado por el mundo de la televisión en películas y teleseries animadas. A modo personal, esta visión medieval del bibliotecario ha cambiado mucho, tanto así que se puede tener un nuevo concepto del bibliotecario en una realidad que constantemente exige cambios.


¿Cómo no recordar al gran Jorge de Burgos, el anciano bibliotecario, y además ciego, que osadamente guarda y vigila los libros ‘prohibidos’ de la abadía en “El nombre de la Rosa” de Umberto Eco (en clara alusión al venerable escritor Jorge Luis Borges)? Este era el tipo de bibliotecario, sobretodo en la antigüedad y en la época medieval, un depositario del saber y del conocimiento que custodiaba la información en formato de papiros, códices, pergaminos, papel; todo un guardián de la biblioteca.


En realidad, el bibliotecario es una persona instruida que sabe de libros, los organiza, los administra y orienta a los lectores facilitando materiales bibliográficos, entre otros. Por lo menos, este es el deber ser de todo bibliotecario, alguien que resguarda el conocimiento pero que se instruye para saber guardarlo y facilitarlo de la mejor manera.
Uno de los objetivos principales de todo bibliotecario es servir al lector o usuario; esta debe ser la pasión y espíritu de trabajo.



El bibliotecario de hoy en día es muy distinto de la caricatura que antaño lo representaba como una rata de biblioteca; el bibliotecario es una persona muy sociable que está actualizándose constantemente, tanto en el manejo de los ficheros, catálogos, bases de datos, inventarios, colocando los libros en los anaqueles, especializándose en programas informáticos como en prestar cada vez mas un mejor servicio, oportuno y preciso, a los que acuden a la biblioteca.
Sin embargo, el ejercicio profesional del bibliotecario no se tiene que limitar, o no se debe limitar, a un centro escolar, a una institución de educación superior o a una biblioteca especializada; el quehacer del bibliotecario y una de sus principales tareas es la contribución a la docencia, la investigación y la proyección social. Para ello se necesita que el bibliotecario esté bien informado de lo que acontece en la realidad nacional y global, en el ámbito científico, político, económico, social y cultural. Solo así podrá prestar un buen servicio con objetividad y eficiencia. El saber por el saber no tiene razón de ser si éste (dicho saber) no se colectiviza, no se comparte o no se transmite a los demás. Y resulta ser éste el compromiso ético y moral de todo bibliotecario.


La primavera de mayo trae tantas cosas bonitas y entre ellas florece el merecido homenaje a los guardianes de Sofía, del Alma Máter; me refiero al bibliotecario.


* Bibliotecario Universidad Luterana Salvadoreña y miembro de Fundación Metáfora.


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Tras la frondosa barba de Herman Melville

Pablo Gallo

GLF

Pablo Gallo nació en A Coruña en 1975. Estudió en la Escuela de Arte Pablo Picasso de A Coruña y en la de Arte Massana de Barcelona.
En 1995 expuso por primera vez individualmente. Ha obtenido desde entonces premios y reconocimientos en certámenes de pintura en España. Pablo es un artista inquieto por decantar y explorar el dibujo. Les mostramos aquí otro de sus cortos




http://elblogdepablogallo.blogspot.com/

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Miguel Ángel Polanco: Respiro del color, caminante del tiempo


André Cruchaga
Poeta y maestro salvadoreño

Hace unos días, el pintor Miguel Ángel Polanco ha puesto en mis manos el libro: “Polanco, Volver la vista atrás, 1960-20082”, una retrospectiva de su trabajo pictórico de casi cincuenta años. Ante todo el libro, muy cuidado por cierto, es un acierto. Ha querido Miguel Ángel Polanco en cada pincelada acompañada de la palabra, juntar las almas: la suya, la de Dios, la de sus creaciones, la de Alba, más allá de una aventura de la vida. En cada trazo, color, forma luz está también el poeta: ese poeta del color que hace posible la aprehensión sutil de la llama de los sentidos y el eco luminoso de sus criaturas.

Miguel Ángel Polanco es pintor de Academia. Discípulo del viento, del agua, del silencio, de la tierra. Apasionado en la esperanza; nunca se apaga el verde de sus destellos, ni la rama azul del sueño, ni las hormigas de sus recuerdos, ni los amarillos de su sombra que a la par se vuelven nidos entrañables. Su estro lo ha llevado a recorrer el mundo, la geografía del suelo, y en ese tránsito de presencias y ausencias, las manos y sus ojos fueron desvelando humedecidas pieles, pero también ardidos vientos de tormenta.

Pintor de convicciones bíblicas. Haber vivido tantos años fuera de El Salvador, no sólo le marcó la existencia, sino que lo unió más al terruño: este terruño nuestro de mercados, la gente a menudo con su acento doloroso, el fuego descalzo de la niñez en el aliento, la brasa o el rescoldo de las frutas del trópico, el costado del respiro en la feminidad enhiesta. Todo esto es el pintor porque ha sabido penetrar en alma de la salvadoreñidad con sus ancestrales tribulaciones y su también surco de almácigos.

Artista completo y en plena madurez de su obra. Fue don Valero Lecha [España] quien supo orientar ese talento desbordante de Miguel Ángel Polanco. Luego estudiaría, becado, en la Academia di Belli Arti de Roma. Ahí, “aprendería el trazo fino para trazar la figura humana, las técnicas del fresco y del temple, así como el enorme legado del barroco”. Y aunque se dicho de manera reiterada que es un artista figurativo, sin duda ha incursionado en otros istmos. Pero veamos: “Su pintura es figurativa y al mismo tiempo espiritual, sus personajes, en la mayoría femeninos, generan una serenidad y también una sutil inquietud que hace que las imágenes permanezcan en la mente mucho después de observadas. La sensualidad y la sexualidad son presencia casi universal en su obra. Los entornos parten de lo cotidiano, y son a su vez vehículos para despertar sensaciones casi de ensueño.”

Lo marcó el exilio y la nacionalidad. Por eso hoy vuelve la vista atrás para desvelar su partida, es decir, el comienzo del camino que él mismo se trazó. “La vida es nuestra razón.” Por eso la festejamos con puntual reverencia, por eso el blanco, el amarillo, el azul, el negro, el verde custodian la magia de los párpados en la ráfaga audible del sueño.
Miguel sabe, como bien lo expresó José Bergamín, que “La luz es nuestro camino./ La ilusión nuestro destino./ (La ilusión que te ilumina —te ciega para mirar—/ El que por la luz camina —se hace sombra el caminar.)/ La ilusión es el camino./ La luz es nuestro destino.” Así es el artista con el pincel o la palabra. Miguel Ángel lo sabe cuando trasfigura su fantasía y se entrega desnudo como desafiante vela en el vértigo de sus propios resplandores.


Barataria, 23.I.2009
Publicado en: http://laberintodeltorogoz.blogspot.com/
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El trabajo artístico y su función transformadora de la realidad (II)

Lya Ayala
GLF

¿Debería el artista reflejar en su trabajo una postura política?, el punto importante a destacar es qué relevancia tendría esta postura en la calidad y trascendencia de la obra en la cultura nacional.
Vamos por partes a desgranar la pregunta, tomando en cuenta el momento histórico experimentado por el artista, las circunstancias determinadas por la realidad con todo y sus variaciones, integrando los elementos personales y colectivos, de los que se vale para construir la obra.

Qué sucede cuando los artistas no muestran en su trabajo artístico estas posturas de evidente “compromiso social” o, para hacerlo más complicado, de identificación con partido o ideología políticas. Hay un primer momento para analizar y es sobre cuál grupo el artista vierte su obra, a quien la destina y por qué la destina a ese grupo. Definamos, entonces, el segundo momento, si el artista posee las condiciones para ser escuchado, si encuentra las condiciones para ofrecer su trabajo a ese, digamos, grupo específico poseedor de los recursos para adquirir la obra, el grupo puede ser el mismo gremio artístico, usualmente sucede así; pero, la limitación que ofrece una retroalimentación de este tipo, parcializa la propuesta político-social a la que nos referimos.

Veamos otros aspectos, los intereses estéticos, la actividad política, la educación académica, el estrato social y posición económica propias del artista frente a la realidad experimentada, de donde sustrae los elementos para plantear y expresar su trabajo artístico, son de mucha relevancia.

Sigamos y exploremos lo siguiente: si las consignas de un periodo de guerra cambian a uno de posguerra, evidentemente para la cultura supone un desgaste de profundas expresiones en la vida de la sociedad que la ha vivido. Consideremos, también, a la cultura como un ánima palpitante y en continuo movimiento, en contracciones generales expresadas de diversas formas.

¿Cómo apuntalar el aporte del trabajo artístico en estas condiciones?, desde y bajo serias luchas personales y colectivas, para ajustarse a unas muy diferentes condiciones políticas, sociales, económicas en una cultura en proceso permanente de identificación con una realidad violenta, y aquí también no perdamos de vista, los tipos de violencia a los que se enfrenta la sociedad, desgastada, precisamente, por reacciones políticas inmorales y la inevitable integración al conjunto de naciones cada vez más cercanas, necesitadas unas de las otras para dinamizar la economía mundial.

Tomemos estos elementos en cuenta y consideremos las propuestas hechas por las generaciones de escritores aparecidas durante y después de la guerra, qué aporte han hecho a la inteligencia colectiva, condición propiciada por las expresiones de la cultura en su conjunto; y cómo lo reflejan a través del arte, como parte revitalizadora de la transformación social.

Algunos aprecian un supuesto vacío de generación, de carencia de expresiones novedosas, formas originales o equiparables a otros momentos de la historia literaria nacional; lenguajes, estilos, en suma, posturas sean estéticas, morales, religiosas y políticas, amparando la apreciación en un momento histórico distinto y complejo.
Cómo representar en la obra de arte actual refuegos y sufrimientos de guerra bélica, compromisos ideológicos, solidaridad ante el sufrimiento colectivo de la muerte, persecución, si no se tiene la vivencia; algunos todavía lo hacen porque tienen un referente personal, pero los que no lo hacen, es porque encuentran en la variedad de la temática, dada por la misma realidad cambiante, otras circunstancias ricas en significados que la reflejan, sobre todo, en una búsqueda, en un agazaparse en sí mismos y observar atentos o despistados, producto del dubitativo momento histórico, hacia la derecha, la izquierda, atrás o adelante, arriba o abajo; como una condición de apropiación de las transformaciones de la sociedad de posguerra, una manera particular de elegir, es decir, existe la variedad para elegir y se puede elegir, esa es la impresión de atomización que se observa en ambos grupos.

La claridad con la cual los artistas de guerra y después de la guerra se expresan, no deja duda de los valores existentes dejados por esta: un aislamiento junto al fuego de la experimentación reflexiva con la computadora y el internet como aliados, donde los grandes clásicos hacen presencia, los clásicos universales, por supuesto; como si haberse quedado detenidos en el tiempo, en el chispazo de la guerra, no fuera suficiente, se saltaron la literatura nacional de los grandes, y se fueron a escuchar a los franceses, los norteamericanos, los ingleses y, los universales latinoamericanos, sin olvidar a los hindúes memorables.
Con suficiente razón quieren absorber el cúmulo de valores estéticos de la literatura universal y la exprimen para saber de ella y apropiarse de la esencia de estos magníficos maestros. Aspiran a que la literatura universal forme parte de su desarrollo como artistas, su medición la hacen a partir de lecturas universales, variadas, eclécticas, ese es su parámetro. La experiencia de la cultura nacional pasa por el espejo de la cultura universal, cada vez más a la mano. Dejando lo nacional en medio de una bruma, irreconocible e irreconciliable.
Una cultura se atenaza con el sonido de las voces de quienes la crean y recrean, no hay artista que pueda sustraerse a los acontecimientos de su tiempo, su riqueza de sensibilidad y visión se nutre de lo experimentado a través de esta. La guerra de dos caminos sin alternativa, ya no existe, sino la guerra de supervivencia en la gran urbe; pero con esa no les interesa construir violencia ni convertirse en héroes, al leerlos y escucharlos, da la impresión, simple impresión, de ser olvidadizos, nada relucientes y cómodos, en fin, hasta pasajeros en la historia de la literatura nacional.

Creo, a pesar de todo, que la historia es otra, una historia menos tormentosa y simbólica; pero más compleja y rica en análisis, el arte actual refleja esa postura, esta aldea es solo un punto en la aldea global, donde se habla de sí mismo porque lo global absorbe y nulifica, donde hablar de los valores, dolores y desgarramientos en primera persona es transparentar el yo y las condiciones generadas por la cultura violenta local; a la cultura violenta mundial, donde se retuerce la palabra y se usa lo intelectual como defensa contra la ausencia del interlocutor, donde la televisión, los medios de comunicación, el nihilismo, la contradicción provocan una sonrisa sarcástica y silenciosa. Así que la ausencia de una identificación partidaria e ideológica, también es una postura política de rechazo e indiferencia, ante una cultura mutilada por la misma masa que la compone y la recompone.

¿Politización? para qué… los artistas actuales lo que sí reflejan en su obra es una postura política incolora; pero que si se lee y observa de verdad sin cortapisas, se verán y escucharán propuestas, dónde el carácter de la temática, el estilo, la forma, el trasfondo y el compromiso suelen difuminarse en contenidos impersonales, unipersonales, fragmentados, amorosos, vegetales, de corto o largo aliento, potentes o susurrantes; pero están ahí y tiene un significado dentro del proceso de transformación de la cultura.


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viernes, 3 de julio de 2009

Diez años de llamas

Redacción
GLF

El Grupo La Fragua (GLF) celebró su décimo aniversario con un homenaje a Mauricio Vallejo el 3 de julio de 2009 en la Casa de la Cultura del Centro de San Salvador a las 10:00 de la mañana, al que asistieron un buen número de asistentes.



El homenajeado Mauricio Vallejo fue un poeta y cuentista salvadoreño de mucho talento, que además fue el padre del director de La Fragua. Nació el 28 de diciembre de 1958 y desapareció el 4 de julio de 1981, durante la guerra civil salvadoreña; precisamente para recordar su secuestro y su lucha revolucionaria el Grupo La Fragua decidió iniciar sus actividades el 4 de julio de 1999. Al principio como un grupo literario. Con el tiempo dentro de GLF nació Ediciones La Fragua, desde donde se imparten talleres literarios en varios departamentos del país y se editan y redactan libros, revistas y tesis, entre otros materiales. Otros productos de GLF son las revistas literarias electrónicas: Huella, Mes Cenas y La Fragua del Herrero. Esta última cuenta además con dos suplementos Es Cuento y Es Poesía.

Uno de los proyectos a largo plazo de Grupo La Fragua es editar la revista electrónica La Fragua del Herrero en formato de revista física, con la finalidad de contribuir a incentivar la lectura en la población y apoyar el trabajo de los escritores.

En 2007 se integró al grupo Carlos Rubio Calles, encargado de coordinar las actividades musicales que acompañan a GLF. En 2008 se une al grupo Gabriel Alvarado quien tiene a su cargo el área de artes plásticas y escénicas. Un año más tarde, en 2009 el grupo extiende sus actividades a publicaciones en internet y en revistas, así como conferencias, recitales, exposiciones de fotografía y pintura, además de espectáculos teatrales y la promoción cultural.



La Fragua es el horno o la llama en la cual el herrero cuece los metales y forja las diferentes piezas metálicas como las espadas. El grupo decidió tomar ese nombre como una metáfora que retrata el trabajo de los artistas, de donde salen los diversos géneros artísticos.

En la celebración hubo una exposición pictórica de los artistas plásticos Gabriel Alvarado y José Morales, música interpretada por el cantautor Carlos Rubio Calles y la poesía de Mauricio Vallejo Márquez, Gabriel Alvarado y Gabriel Quintanilla. También se tuvo la participación del grupo de teatro Kaligari, que se encuentra asociado a GLF, con un performance de rechazo al golpe de Estado en Honduras.

Roberto Palencia y Mauricio Vallejo Márquez leyeron parte del material literario del desaparecido escritor Mauricio Vallejo.

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10 Aniversario en imágenes
Cross Blanco
GLF
A continuación podemos apreciar algunas escenas del 10 Aniversario de la Fundación del Grupo La Fragua. Las importantes participaciones de cada uno de los invitados al aniversario.

Presentación del aniversario de La fragua por la directora de la Casa de la Cultura del Centro de San Salvador.

Primera intervención de Carlos Rubio Calles interpretando El Necio de Silvio Rodríguez.
Respuestas a los miembros de la prensa que se encontraban presentes por Vallejo Márquez.
Lectura de poesía de Mauricio Vallejo.


Lectura de un poema de Gabriel Alvarado.

Intervención musical de Carlos Rubio Calles.