viernes, 2 de enero de 2009

LITERATURA SALVADOREÑA

Miguel Ángel Chinchilla
El Salvador

Recientemente he terminado de leer el libro LITERATURA SALVADOREÑA 1960 – 2000 HOMENAJE, un texto de 429 páginas, de los autores Jorge Vargas Méndez y J.A. Morasán (Jorge Alberto Morales Sánchez), editado en 2008 por Ediciones Venado del Bosque.
Más que un trabajo interesante como dice José Roberto Cea, me parece un trabajo importante, un buen referente sobre los autores y autoras de los últimos 40 años de literatura en El Salvador.
Se trata de un libro para profesores de lenguaje, estudiantes de letras, escritoras y escritores, interesados en el devenir de la historia literaria en nuestro país. El presente texto viene a sumarse a otros similares como el de Juan Felipe Toruño y Luis Gallegos Valdés, para mencionar dos de los más importantes.
Un excelente aporte que incluye a centenares de nombres, muchos de los cuales según el Pichón Cea (en algo que estoy totalmente de acuerdo), “no han tenido y otros no tendrán ninguna trascendencia en y por su labor creadora “. No obstante se siente la solidez de la investigación a través del método histórico que va ubicando las diferentes décadas y los grupos literarios en su contexto respectivo, el cual se explica al inicio de cada época. Aunque hay momentos sobre todo al final en que la compilación se torna más un tarjetero o directorio de nombres.
Comienza el libro abordando por encima la labor literaria del grupo Piedra y Siglo, por encima digo ya que por ejemplo en contraste con la generación anterior conocida como Comprometida, los escritores de este grupo dejan de expresarse en la variedad de géneros para refugiarse exclusivamente en el género poético, exceptuando el caso de Ricardo Castrorrivas quien también incursiona en la narrativa. Esa característica de los Piedra y Siglo en una coyuntura se puede decir de preguerra, sería importante reflexionarla para realizar una valoración más ponderada sobre el quehacer de estos escritores en aquellos años.
El homenaje que se alude en el título del libro se refiere a 14 autores y 3 autoras fallecidos, acerca de los cuales la carga subjetiva (casi melancólica) se inclina por los jóvenes poetas que en la guerra civil cayeron en combate y que formaban parte del grupo Xibalba, ya que no habiendo valoración literaria sobre su obra se carga más la balanza de la camaradería ideológica, lo cual por supuesto es totalmente legítimo en este tipo de publicación.
Una sugerencia para la segunda edición sería incluir un índice onomástico con la finalidad de facilitarle el trabajo al lector.
Enhorabuena entonces a Méndez y Morasán por este valioso aporte al estudio de la literatura salvadoreña, sólo quien no haya experimentado el maravilloso prurito de la investigación, desestimará el trabajo de hormiga que significa un trabajo como este. Mi mejor deseo es que la gente lo lea, lo disfrute y lo aproveche en toda su dimensión como otros y yo lo hemos hecho ¡Abur!

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