jueves, 22 de mayo de 2008

RESPIRANDO SANGRE


Hazel Lacayo

Nicaragua


A mi madre: Jossette Avilés Sánchez
Hoy ha llamado mi madre.

Me ha dicho que ha perdido todos sus cabellos.

Un corzo metálico respira ahora por ella en este instante

y he pensado en su calvicie,

incapaz también de respirar por mi propia cuenta.
Es calante la calma en mis venas.

Sonaba a ave, de quien no soy jaula.

Lamento la condición de erigirme

en una paleta de carne

y no en su malva que augure:

lloverá sin mojar, nevará sin helar;

pero aquí está tu fuego, muy joven:

azufre y astilla y fricciones.
Yo quise que mis ojos enunciaran:

lluvia cae, descociendo el desierto para ella.

Quise plantar un hijo de sangre

con la seca voluntad de una espada

que no puede partir una flor de una estocada.

Quise violetas, y no el siena de sus ocres.
Quiero lavar a mi madre,

estrechar su brezo seco: mis únicas flores.

Quiero ser un dedo que inmute al viento,

aunque no señale las verdades;

una cara que borre otras caras,

un universo sombreado por su estela;

sangre de sus llagas para remojar mi pan.
Al saberte triste, he empezado a respirar sangre.

Tu recuerdo moreteó todos mis huesos,

maquilló la belleza con óleos invisibles.

Ahora, en mi piel no me calzo como en un dedal

no puede caber todo el mundo para evitar ser herido.
Como una mano hecha sólo de una uña viva: florezco.

Como una pala que jamás se atrevería a excavar: descubro.

Como nadie que recordaras haber visto de frente: recreo.

Nada tiene color ni dimensión en este cuarto blanqueado.
¡Quiero que me entierren en ti y no en la tierra!

2 comentarios:

Mauricio Vallejo Márquez dijo...

Felicidades Fragua aqui llega el primero premio

GRUPO LITERARIO LA FRAGUA dijo...

Muchas gracias Mauricio.