lunes, 7 de julio de 2008

1982


Hugo Izarra

España

A mis padres

y a Carmen

y a Rubén


Dormía encogido en posición fetal,

con el pulgar siempre dentro de la boca.

Mamá dice que también entonces

estuve a punto de morir, pero al

final todo se quedó en un susto.


Me acuerdo de Yaki, el oso amarillo.

Y de Charlie y de Misha y del pequeño

Pildo, mis cuatro amigos de trapo.

Hablaba con ellos por las noches,

y después rezaba y pedía que todos

viviésemos millones de años.


He sido hijo único desde que nací.

A veces venía Rubén, que es lo más

parecido a un hermano que tendré jamás,

y se quedaba a dormir y cuando él estaba

me sentía mucho menos solo.


Teníamos una furgoneta Dyane

de color crema y yo viajaba en la

parte de atrás y llevaba conmigo

una cantimplora llena de agua

y un poco de pan y una linterna

por si nos pasaba algo.


Yo no sabía entonces quiénes eran

Romy Schneider o Leónidas Breznev,

no conocía el significado de la muerte,

ni me importó el Nobel de Márquez

ni la guerra de las Malvinas,

ni el mundial de fútbol.


Me gustaba la gelatina de sabores

y dormir encogido en posición fetal

con el dedo pulgar sobre la lengua.

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