miércoles, 24 de junio de 2009

La gruta del tiempo

Mauricio Vallejo Márquez
GLF





Poner mi pie en la gruta del Espíritu Santo en Corinto, Morazán, me permitió soñar, un pequeño instante, que el tiempo no transcurre y se queda inerte.

Aunque pocos conozcan dicha gruta, es un lugar importante para los arqueólogos, en sí el lugar es un verdadero tesoro que se encuentra oculto entre la vegetación y la campiña salvadoreña, sin embargo, podemos visitarlos todos los días a excepción del lunes. Todo lo que debemos hacer es dirigirnos a Morazán y luego en la ruta militar llegar a Corinto. El viaje de ida es una verdadera aventura, con el digno trofeo de admirar esos rupestres dibujos que nuestros antepasados indígenas lencas nos dejaron como testimonio de que existieron, de que estuvieron aquí y su huella sigue vigente.

Las instalaciones son cuidadas por un personal del Consejo para la Cultura y el arte (CONCULTURA), quienes además de vigilar el lugar conocen buena parte de la historia de los dibujos rupestres.

Entre amates, naranjos, manzanos y rosas se aprecia la inmensa cueva que parece abrir su boca para contarnos una historia, como si fuera la misma tierra la que hablara por medio de esas figuras que necesitan un mayor cuidado, porque algunos pícaros e incluso los turistas irrespetuosos se han encargado de desprender varios fragmentos de esos dibujos de color rojo, café y negro.

En su interior se observan varias imágenes de seres humanos con coronas de plumas en diferentes posturas, semejantes a los indígenas lencas que habitaron en el área oriental. Algunos muestran batallas, lapidaciones y otros son reflejo de las costumbres de los habitantes de la zona: un hombre parado sobre los hombros de una mujer, simbolizando el dominio masculino de la época. Todos los dibujos fueron pintados con color rojo, lo que da la impresión de ser sangre combinada con barro o tinta de cochinilla, insecto que es utilizado para extraer tinta roja como parte de una tradición de tintorería americana junto al añil.

La cueva es un gigante que ha quedado bostezando por la eternidad. La gruta es sólo parte de una loma, desde ahí se daría gusto apreciando el paisaje la gente y seguramente para un artistas sería un centro de inspiración, aunque para un fotógrafo o un pintor sería, además de eso, parte de su esencia

En las alturas, sobresale una punta de tierra de talpetate que simula el pico de un águila que aguarda; espera calladamente el momento de volver a batir sus alas, o simplemente el momento en que nuestra callada herencia lenca y pipil resurjan de las sombras.







------------------------------------------------------------------------------------








No hay comentarios: