miércoles, 23 de abril de 2008

VOTO


Ricardo Lindo

El Salvador

Dios absurdo, concédeme largo tiempo la gracia de este paisaje: en los jardines donde paseaba la lluvia, hay ahora un silbido.

Un tibio viento de rosales de despetala en la noche.

En los bordes de las murallas los mendigos hacen orquestas con peines y papel celofán. Una niña se ha condecorado con una pluma de pato.

Dios extraño y solitario, concédeme este viaje a través de la belleza como un raro presente.

Yo he visitado los países donde se caen las estrellas, he visto los ríos nadando en la noche para pulir piedritas de verano.

Dios hermoso, concédeme el don de un poema.

Mascaría los lirios en la noche como una comunión, bebería a tu salud una copa de vino.

Si se te da la gana, haz crecer en mi canto la gracia de tu enorme silencio.

(De: “Rara avis in terra” )

domingo, 20 de abril de 2008

UNA VIDA POR OTRA

Por David Panamá
El Salvador
Miembro del taller de literatura de la UEES

Una luz intensa iluminó nuestro habitáculo dejándonos ciegos. Tomamos las armas sólo para darnos cuenta de que Pedro ya no estaba con nosotros. El ataque de los Cronos se había dado. Pedro era de nuestra tripulación y quién poseía la formula para abrir la ventana del tiempo que durante siglos los habitantes de Cronos buscaban por todo el universo.

- ¡Tomen posiciones de combate!- ordenó el comandante.

Todos nos dirigimos a ocuparlas de inmediato.

- ¡Pilotos, atención el receptor molecular! Indica que una nave de Cronos va alejándose a gran velocidad, rumbo la vía láctea; procedan según sus instrucciones...

En menos de 5 segundos mi nave alcanzaba la velocidad de la luz y aumentaba... En el receptor intermitentemente se recibía la identificación de la nave enemiga. A mi lado nueve de mis más leales compañeros cerraban formación.

La raza Cronos provenía de una distante galaxia y el motivo de secuestrar a Pedro tenía que ver con la su supervivencia de la vida en su planeta. Lamentablemente si logran cruzar la ventana del tiempo la vida en el planeta tierra terminaría.

- Atención, grupo de combate a partir de este momento viajaremos con el escudo de desintegración molecular para no ser detectados.-

- Enterado- se escuchó al unísono y cada piloto accionó el comando.

Volando a gran velocidad por el espacio, de nuestras naves solo era posible ver 10 masas gelatinosas transparentes y deformes con rumbo desconocido.

En la nave Cronos...

-¿Ya tenemos la información del prisionero?

- Aún no comandante.-

- Estamos, próximos al punto de acceso, no podemos esperar más-

En un calabozo tenuemente iluminado, Pedro era sometido a tortura y sueros inductivos para decir la verdad. Con valentía Pedro se resistía utilizando técnicas que para el efecto había aprendido; pero sabía que su tiempo y posibilidad de mantener el secreto se limitaba solo al tiempo y si no era rescatado en breve, inevitablemente sucumbiría a la presión. Los segundos le parecían eternos.

En mi nave recibía los signos vitales de Pedro bastante deteriorados; se nos acababa el tiempo.

Pedro sintiéndose colapsar y ante la responsabilidad que sobre él pesaba, se vio obligado a tomar la crítica decisión, justo cuando sus compañeros se acercaban para rescatarlo, los signos vitales de Pedro cesaron... Al extinguir su vida se extinguía la vida en el planeta Cronos y se aseguraba la vida en la tierra.

martes, 15 de abril de 2008

AL FINAL DEL OCEANO


Por Gabriel Alvarado

El Salvador

Miembro del taller de literatura de la UEES

Al final del océano, donde todo muere, aves enormes y blancas suben las cataratas, existe aquí un gigante blanco, terror de los esquimales. Más de alguno lo ha confundido con un oso polar monstruoso. Pero es un ser milenario, el vigilante atlante del Polo Norte. De entre las monumentales cataratas recoge a los desdichados aventureros que vislumbran su reino y con un afecto de hermano mayor, los toma delicadamente entre sus enormes garras, y los conduce en un transe hipnótico hasta su pirámide de hielo, donde los alimenta y los protege como a un rebaño de niños, les cuenta historias y los instruye en secretos, hasta que tiene hambre y se los come.

Punta zacate

Por Guadalupe Vásquez Flamenco

El Salvador

Miembro del taller de literatura de la UEES


I
Floreces para la mirada
De radiantes destellos
Hechizados, respiran lentos
Para reflejar candor


II
Cautivas a la inmensidad
Las gaviotas coronan tu sien
Y los elegantes delfines
una danza contonean


III
Las rocas estremecen
Ante las sílfides doncellas
De una playa sin igual
Y los moluscos se esconden
Entre un dulce portal.


IV
Sonriente, recibes visita,
De algún solitario pez,
Tras su bella pareja.
Para ser la incubadora
De vivaz reproducción


V
Lianas, árboles y arbustos
Decoran majestuosos,
Paradisíaco verde umbral,
De virtual escenario.


VI
¡Nativo potencial biótico!.
Con virginal estatus,
Enseñoreas al salino mar
Quien suave se esfuma,


VII
Para alcanzar las caricias
De ricos manantiales,
cuales pechos exuberantes
Emanan un calostro
Afrodisíaco y límpido.

lunes, 14 de abril de 2008

Tacones de leopardo


Por Norma Hernández

El Salvador

Miembro del taller de literatura de la UEES


A Brenda


Extiende tus alas

abre tus ojos

escucha a tu corazón

habla con las neuronas

cómplices de tus dedos

que escurren colores

extiende tus alas

al cielo inmenso

las nueve te aguardan

ayúdales con sus formas

quieren caminar

con tacones de leopardo

corre con ellas

báñalas de púrpura

extiende las alas

que te cedió el creador

Mi héroe


Por Roxana Molina

El Salvador

miembro del taller de literatura de la UEES


Te descubrí por casualidad, en el murmullo tenue

del arroyo que atraviesa el bosque.

Te vi después en le pacífico aleteo de las garzas,

estabas en la suave brisa que acariciaba mi rostro.


!Adalid campeón de mil batallas!

Mi brillante héroe, me iluminas con tu luz.


Alzaste tu poderosa espada

y atravesaste el corazón de una estrella.


Incanzable héroe, luchando siempre

imponiendote siempre a los imposibles... a la razón.


Aprisionas con sutiles y ducísimas cadenas

mi corazón que fue cautivo

de la libertad, de volar en soledad...

Y no te das cuenta.