lunes, 23 de noviembre de 2009

Pecado y Sueño InVerso en la UTEC


Por Mauricio Vallejo Márquez
En los últimos años me ha asombrado la evolución de los jóvenes escritores miembros del Taller de Letras de la Universidad Evangélica de El Salvador (TLUEES) y precisamente de tres de sus integrantes: Wilfredo Arriola, Nestor Moreno y Rafael Magarín. Cada uno de ellos poseen talento, pero además de ello también tienen la disciplina para enfrentar todos los arduos caminos de la técnica y la corrección.
Wilfredo y Nestor se animaron a entrar de lleno en el oficio de escritores y cada uno ha publicado un poemario en Ediciones La Fragua, el nombre de la colección es Vanguardia. Nestor Moreno presenta su libro: Pecado y Wilfredo Arriola su poemario Sueño InVerso.
Los poemarios serán presentados el 27 de noviembre en la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC) en el Centro de San Salvador sobre la calle Arce, en el edificio Simón Bolivar a partir de las 7:00 p.m. y el encargado de comentar la obra de ambos autores seré yo.
Los espero para que puedan disfrutar los versos de estos nuevos valores de la literatura, así como la participación musical del cantautor de Carlos Rubio Calles.
El día de la actividad habrá una mesa con los ejemplares a presentarse y otros títulos de Ediciones La Fragua. ¡Los esperamos!

miércoles, 28 de octubre de 2009

Colecciones en LLAMAS

EL MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN (MUPI) Y LA FRAGUA
tienen el honor de invitarlo a:
COLECCIONES EN LLAMAS
EN HOMENAJE A FELIX ULLOA

Día: Jueves 29 de octubre de 2009

Hora: 5:00 p.m.

Lugar: MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN
27 Avenida Norte, ·1140, Urb. La Esperanza, San Salvador

2275-4870

¡Habrán muchas sorpresas!

lunes, 24 de agosto de 2009

Entrevista con Otoniel Guevara 005

Otoniel Guevara: “La mujer es una fuente inagotable de conocimientos, es decir, de belleza”
por Lya Ayala
GLF
Otoniel Guevara nació en La Libertad, El Salvador, en 1967. Estudió periodismo. Representante de la corriente de la literatura de guerra y posguerra en el país, donde el poeta Roque Dalton ejerció influencia definitiva. Guevara ha publicado Tanto, El Sudario del Fugitivo, Despiadada Ciudad, Cuaderno Deshojado, Lo que Ando y Canción Enferma.

Canción enferma
poesía de Otoniel Guevara
"Mi llanto fue fugaz:
solo duró una infancia"

Angola y el lente de Hugo Santamaría
por Hugo Santamaría
Fotógrafo salvadoreño

Ramón Ordaz y el mar de su sed
por André Cruchaga
Poeta y ensayista salvadoreño

Ramón Ordaz (El Tigre, Estado Anzoátegui, 1948). Poeta, narrador, ensayista y editor; recibió el Premio CONAC de Poesía Francisco Lazo Martí en 1991; el Primer Premio en la Bienal de Poesía Teófilo Tortolero, en 1996; y la mención Publicación en la IV Bienal Mariano Picón Salas con la obra El pícaro en la literatura Iberoamericana.

El aliento, cortometraje de Pablo Gallo
por Pablo Gallo
Dibujante español

__________________________________
Feria Centroamericana del libro FILCEN
Miércoles 2 Sept. de 2009
5:15 a 6:15 p.m.
Conferencia sobre Claudia Lars
Expone: Josefina de Márquez
Organizador: Universidad Evangélica de El Salvador
Cultural
Sala David Escobar Galindo

Viernes 4 Sept. de 2009
9:00 a 10:30 a.m.
Conferencia: Poetas desaparecidos en la guerra de El Salvador
Expone: Mauricio Vallejo Márquez
0rganizador: Universidad Evangélica de El Salvador
Cultural
Sala David Escobar Galindo
Sábado 5 Sept. de 2009
11:00 a.m. a 12:00 m.
Lectura de Poesía TLUEES
Organizador: Grupo Literario Universidad Evangélica de El Salvador
Cultural
Sala David Escobar Galindo

Otoniel Guevara: “La mujer es una fuente inagotable de conocimientos, es decir, de belleza”

Por Lya Ayala
GLF

Otoniel Guevara nació en La Libertad, El Salvador, en 1967. Estudió periodismo. Representante de la corriente de la literatura de guerra y posguerra en el país, donde el poeta Roque Dalton ejerció influencia definitiva. Guevara ha publicado Tanto, El Sudario del Fugitivo, Despiadada Ciudad, Cuaderno Deshojado, Lo que Ando y Canción Enferma.
A pesar de las acechanzas del tiempo, un ambiente hostil y las precarias condiciones para publicar y desarrollarse como poeta, Otoniel ha sabido mirar las contradicciones con amabilidad. Viajero constante por el mundo, sin más pasaje que su poesía, es actualmente un referente obligado de la poesía salvadoreña.
Su último poemario Canción Enferma refleja una intensa mirada a su expresión poética profunda y reveladora.


¿Es tu último poemario Canción Enferma muestra de la madurez del poeta?
Por lo menos se acerca a la maduración del hombre, aunque estos términos son demasiado relativos como para andarse promulgando. La maduración del poeta nombrado Otoniel Guevara es algo por lo que, definitivamente, no se me debe preguntar a mí.


Cuéntanos sobre el contenido del poemario.
El libro está conformado por cuatro capítulos, para llamarlos de alguna manera. El primero se titula “Álbum” y es una historia de amor donde se cruza mi historia con la de la amante que nació años después de mí. La segunda parte se titula 47 historias de amor, que no son exactamente 47 pero sí son de amor; pero no solo el amor “romántico”, sino diversas expresiones de amor, por primera vez incluyo algunos poemas un tanto cínicos. La tercera parte se titula “Desacuerdos”, dedicada a tres rebeldes de nuestro tiempo: un pastor, una poeta y un burgués. En él hay textos muy críticos para nuestras cómodas posiciones ante el boom del crimen. Finalmente, la última sección es la que da titulo al libro “Canción enferma”. Estos poemas son muy dolorosos, bueno, casi todo el libro, pero en ellos hay heridas íntimas y nacionales mucho más profundas.
Algo muy importante son los poetas y personalidades reunidos virtualmente gracias a las citas y dedicatorias, me parece una comunidad de nombres necesarios para este momento de nuestra historia latinoamericana. Me gusta ese montón de gente en medio de mis palabras.




¿Se aleja o se acerca a los anteriores libros?
Es la continuación lógica de No apto para turistas y realmente marca un cambio de actitud, puesto que hay atisbos de humor, cinismo, visceralidad y simplismo que antes no eran muy frecuentes


Se encuentra fuerza y reflexión en los poemas de Canción Enferma ¿es un libro íntimo?
Sí, es absolutamente íntimo, lo que pasa es que a mí me gustaría exclamar con Claudia Lars “Cuando yo digo yo, digo todo conmigo”


Tu gran tema siempre ha sido el amor ¿qué es el amor para ti?
Entrega, conocimiento, y otra vez entrega. Es el verdadero origen de la belleza.


¿Es la mujer un motivo poético en tu poesía? ¿en ella encuentras la representación de la belleza o del objetivo poético?
La mujer es una fuente inagotable de conocimientos, es decir, de belleza. Pero hay otra fuente que me hace descubrir muchas cosas: la injusticia. El mundo, que es básicamente injusto, es un grito en cada piedra que me mueve a pactar con el universo el destape de esos pronunciamientos que suelen ser los poemas de este libro, por ejemplo.


Pero la mujer es un tema ligado a tu poesía por los cuatro costados. ¿También es una representación de la injusticia?
Por supuesto que una relación de pareja con una mujer tiene todo para ser injusta, lo que sucede es que uno debe aprender a disfrutar de esos momentos de esplendor que te da este tipo de relaciones, y luego lamentarte por haberlas perdido escribiendo poemas de amor, que realmente son de nostalgia.
Sí, siempre hay mujeres en mis escritos, pero es porque son inevitables, además yo sigo el consejo de Italo cuando dice que no hay que huir ni de la mujer ni de la poesía, difíciles pero reconfortantes.


Te consideras un escritor que habla de política en su poesía.
No, nunca me he considerado un escritor, yo soy poeta, y no hablo de política en mis escritos, sino que los lectores pueden sentir una identificación civil con lo que digo, que lo digo porque lo vivo como ciudadano desde mi presencia en los problemas sociales, económicos e históricos del país, y precisamente mi manera de enfocarlos es lo más antipolítico que pueda, pues es en el combate a esa mala manera de hacer política que existen muchos de estos textos.


Tuviste la oportunidad de ser parte de la guerra civil salvadoreña, ¿por qué decides participar?
Por vergüenza. Porque tomo conciencia del país horrendo, injusto, criminal en el que vivía y no soporte la indignación y la rabia. Y corría la suerte de que la impotencia no era moneda de curso en esos días, busqué la manera de integrarme a los disconformes que hasta un ejército armado tenían, y ahí me ves, fusil en ristre, buscando con la lamparita de Diógenes no un hombre, sino una tierra fértil donde se pudiera ser hombre.


¿Qué hace, entonces, un poeta en la guerra?
Horrorizarse. Y, lamentablemente, humanizarse de la forma más macabra que se conoce. Gracias a mi participación directa y profunda en la guerra puedo decir con propiedad que ese no es el camino. Soy pacifista, como muchos, gracias a la guerra. Lo peor que le puede pasar a un poeta en la guerra es no poder salir de ella.


La muerte también es un tema recurrente en tu poesía ¿es de alguna manera la evocación de muerte que observaste en la guerra?
No solo en la guerra, porque la muerte es fin irremediable de algo, de alguien. Con la muerte mueren los cuerpos, lo transitorio que hay en nosotros. Y la muerte se ha ensañado con nuestro pueblo en el último siglo. Asistimos a la muerte de nuestra identidad, de nuestra idiosincrasia, de nuestra naturaleza humana. Esas degradaciones se observan a diario en todas partes, y eso afecta. El sistema neoliberal bancario nos hundió en la miseria del espíritu, corrompió nuestros hábitos más nobles y monetizó nuestra cotidianidad. Al rescate de esa esencia humana es que trato de unirme desde mi palabra.


¿Crees en Dios?
Claro, solo que de manera clandestina, para evitar el cobro de diezmos. Sin Dios no existiría la poesía, que es el aliento de Dios, su primer violín.


A qué crees que se debe la vigencia de tu poesía.
A que gente sensible como vos me haga, por ejemplo esta pregunta, porque de algún lado sacás que mi poesía es vigente. ¿Vos por qué crees que sea vigente?

Será porque la poesía verdadera siempre es actual.

Consideras que tu poesía atrae a la gente por eso, porque tiene la esencia de quien la escribe no falsea la verdad poética.
No me parece ocioso tocar este tema. La poesía es verdad absoluta, porque está hecha de la verdad personal del poeta, que es su descubrimiento íntimo, que es su hallazgo profundo, su lucidez particular. La poesía debe estar alimentada por esta característica. Entonces cuando vos hablás de “falsear” la verdad poética, te referís justamente a que eso no será nunca poesía, y el buen lector de poesía lo sabrá de inmediato. El poema se construye con el lenguaje y la vida, el poeta moldea el lenguaje de tal forma de hacerse de un estilo y le suma su visión particular del mundo, que debe ser honesta, brutalmente honesta de preferencia. Cuando un poeta no tiene nada que decir, por muy excelso que sea su estilo, el mundo sabrá agradecer su silencio.


Eres considerado el referente de la poesía joven salvadoreña a pesar que aparecen otros escritores.
Es que tengo muchos amigos por todas partes. Por ejemplo, Claudia Hernández, a quien yo considero desde hace muchos años como una de las más altas escritoras latinoamericanas contemporáneas, siempre anda evadiendo la exposición a todo tipo de publicidad y es una persona de muy pocos amigos, lo cual suena mal pero no es así.
Es el caso de Lya Ayala, fina poeta que hace su obra a la sombra y no tiene ni un libro publicado. O por ejemplo David Morales, quien es más conocido como defensor de los derechos humanos, cuando es un poeta realmente golpeador. Y quien sabe cuántos más.


¿Se debe a que estas a la vista, en un escaparate? Sin embargo, tu poesía trata dos grandes temas: el amor y el desamor, y estos temas le atraen al lector. Crees que esto es una posibilidad de por qué tu poesía gusta tanto o quizá sea el lenguaje, el estilo, la intensidad de la voz poética, el ritmo... o todo ello junto.
No, creo que los temas son importantes, pero también el enfoque de los mismos, y en esto creo que reside un hallazgo. Cuando yo hablo de amor no vas a encontrar los enfoques más trillados, mas bien hablo del amor como un laboratorio donde podemos efectuar múltiples experimentos de relacionarnos. Lo mismo con el desamor, trato de que no sea un lamento, sino una ocasión para amar más la vida y sus sorpresas. Y lo más importante es que lo realizo con un lenguaje accesible, con un ritmo popular y cierta música atractiva.


Actualmente eres coordinador del único Suplemento Cultural del país ¿cómo es esa labor?
Apasionante. Todo el trabajo que cuesta hacer cada número, el sacrifico que se hace para producirlo, no es relevante respecto a la alegría de tener esta ventana abierta para la creación y la opinión de nuestros creadores. Está claro que el aporte del 3000 ya se puede ver pobre respecto a la masa de movimiento artístico y cultural que se mueve en El Salvador, pero es lo único que hay por hoy, y habrá que potenciarlo y apostarle más.


Qué piensas debe el Estado, las empresas periodísticas u otros grupos apostarle más, porque parece de cuento que no existan revistas o suplementos culturales en el país. ¿Cómo ves el panorama?
Respecto al Estado, levemente esperanzador. Creo que ellos van a escuchar a quienes lleguen con propuestas concretas, propuestas editoriales; revistas, suplementos, periódicos culturales, programas radiales, etc. Respecto a la empresa privada no hay que esperar nada, lo que hay que hacer es crear nuestras propias empresas que no nos priven de la alegría de expandir el arte por todo el territorio nacional.


Te dedicas por entero a la poesía y las actividades culturales, viajas, coordinas un suplemento y un encuentro internacional de poetas, promocionas tus libros ¿eres disciplinado?
Era. Ahora ya me siento un poco cansado, sin embargo lucho por hacer bien cada una de las cosas que emprendo, y quisiera que los jóvenes sepan que no me gusta ser egoísta y que pueden sumarse a todos los espacios en donde me muevo. Ahora también llevaré un programa cultural en la Radio El Salvador, 96.9 FM, todos los jueves de 8 de la noche en adelante. Se llama “Semáforo en azul”


Cuál es el poeta que más te ha influenciado y cuál es el libro que siempre llevas contigo.
Roque Dalton. Libros llevo muchos siempre, de todo tipo. Narrativa para leer en el bus, poesía para leer en las colas, ensayos para leer en el baño, más poesía para leer a los amigos, novelas que no voy a leer para sentir que no estoy solo, sin libros.


Consideras que has logrado tus metas.
Empiezo a proponerme metas. No las tengo definidas todavía, mis intereses culturales no conocen límites. Eso me altera siempre mis planes inmediatos. Mi meta final es morir en paz, con todas mis metas pendientes para la próxima.


Sería complicado volver a otro Otoniel Guevara en una nueva vida. Su poesía es única, ¿no?
Es lo que busco siempre, ser único, que significa ser yo. Porque Otonieles Guevaras hay varios en el mundo, incluyendo un famoso criminal sudamericano. Yo quiero ser el dueño auténtico del crimen de ser yo mismo. Y en la medida que lo sea, mi poesía será también particular.


Recomienda cinco libros para que lean los jóvenes.
Los miserables, de Víctor Hugo
Luz Negra, de Álvaro Menen Desleal
Pedro Páramo, de Juan Rulfo
Cuentos de Cipotes, de Salarrué
Los cuentos completos de Oscar Wilde

Además, pondría a un ladito:
La poesía completa de César Vallejo
La poesía completa de Roque Dalton
La obra completa de José Martí
Los escritos de Michael Ende.

Canción enferma

poesía de Otoniel Guevara


Crónicas de la ausencia

Mi llanto fue fugaz:
solo duró una infancia

Mientras vos acudías al mundo
en el nervioso fulgor de una mirada
yo declaraba mi soledad entre las piedras
donde la Abuela tendía al sol las ropas inventadas por sus manos

Mientras vos te mecías
en el tibio hospital de una palabra
yo hurgaba besos en medio de las plantas

Yo aún no conocía las púas venenosas del naufragio

Pero tuvo que suceder
y mis lágrimas brotaron del ojo de mi perro
mis lágrimas regaron impetuosos cañales
mis lágrimas decidían ser mi sombra…

Mi llanto es una ropa que no uso

(Tu amor el aire
que en mi pecho faltaba)



Página imborrable

Tu cuerpo es una página
solamente una página
pero mis dedos te rozan
y el aire se estremece

De esa manera se me hacen las palabras

Pero no las escribo
no las digo
solamente las oigo en mi mirada

Yo no sabré jamás qué es un poema

Tal vez indague los secretos de un ángel
o la razón de la insistencia del invierno
quizás descubra a qué huele el olvido
o de cuántos violines se compone la muerte

Pero el poema es algo impenetrable

Yo suelo agonizar después de cada beso
soy un barco que se hunde en sí mismo
nadie me ocupa para cubrirse de los aguaceros

Voy por el mundo con unos pocos versos
y una radiante página:
Tu cuerpo




Jardín erótico

Observo con dulzura a las anonas
y ellas se rajan
profundamente rosadas

Me conmueve esa manera
de malinterpretar una mirada

Para las muchachas de mi país,
Que saben ser tan especiales



Infiela

Me di cuanta que era la mujer de mi amigo
demasiado tarde

Hacía el amor con terror al embarazo
es decir con terror
es decir

Supe que no amaba a mi amigo
cuando me comentó que el nunca hizo esas cosas
entre otras cosas

Me colocó es una disyuntiva muy difícil
así que opté por olvidarme de ambos
y no asistir a ese aburrido casamiento


Modernidad

No está de moda hacer poemas de amor
ni cantar canciones de amor

El amor no está de moda

Hacer el amor
incluso
ha pasado de moda

El amor no es una moda
ni siquiera un modo

Ser nada está de moda

La muerte está de moda

El miedo
la guerra
el dolor

La modas pasan

El amor es el aire



Proyecto de renuncia

Como ya no pretendo enamorarme
mas que de las palabras de mi boca
me olvido para siempre de miradas felinas
de cinturas perfectas
y de enigmas

Voy a escribir del cielo y de los ángeles
de la crueldad del mar
y del olvido

Voy a sentarme a ver como atropellan
los buses al silencio y a los niños
y luego escribiré
y por ello no ganaré ni una caricia

Mas bien es muy posible que una tarde
un par de enamorados me declaren cretino


Patio barroco

En el patio de la casa
Los escuálidos reptiles se alimentan de sol

Ciertos pájaros diminutos espolvorean sus plumas
en la arenilla intacta

Tengo que ir a San Salvador
pero no tengo dinero para los pasajes

Mejor regreso al patio
a tomar un poco de sombra
y a cantar sin ton ni son


Veteranos

Ellos regresan de la guerra
el largo y tortuoso camino
pero
¿es cierto que regresan?

En sus rostros ya no existen banderas

La muerte les ha vaciado los ojos
la muerte les royó el corazón
la muerte les ciñó su más horripilante canción de cuna

Ellos regresan
condecorados por la muerte

Ya son la muerte

Para Jorge Renderos,
que salió de la guerra condecorado por la Vida.



Tener fe

Nunca he rezado,
preferí siempre precipitar mi mazo contra el mundo.

No he comulgado,
mi Paz deviene de otra masa violenta.

Jamás me he confesado,
mis poemas no ostentan ese nombre.

Soy un hombre sencillo
que, con un poco de ternura, cree en Dios.

Porque Dios existe.

Claro que sí.

Mi existencia es la prueba irrefutable.

Para Crosby Lemus, más allá de la fe.



Selección: Lya Ayala

Más material de Otoniel Guevara en:
http://www.artepoetica.net/Otoniel_Guevara.html

Angola y el lente de Hugo Santamaría

Hugo Santamaría
Fotógrafo salvadoreño




Colaboración exclusiva para GLF.

Ramón Ordaz y el mar de su sed

"En la proa cortamos el gran muro del aire
Silenciosos estamos pensando en el país
Donde el amor quedó temblando en su primera soledad".

Roque Dalton

por André Cruchaga
Poeta y ensayista salvadoreño

Ramón Ordaz (El Tigre, Estado Anzoátegui, 1948). Poeta, narrador, ensayista y editor; recibió el Premio CONAC de Poesía Francisco Lazo Martí en 1991; el Primer Premio en la Bienal de Poesía Teófilo Tortolero, en 1996; y la mención Publicación en la IV Bienal Mariano Picón Salas con la obra El pícaro en la literatura Iberoamericana. Entre sus obras destacan, en narrativa, En los Jardines de Colón (199); en poesía, Kuma (1977), Profanaciones (2002); Albacea (2003) y El mar es nuestra sed (2007). Editor de la revista Latinoamérica de Poesía PODA.

En ensayo el poeta Ramón Ordaz ha sabido aquilatar el cauce de sus inquietudes teóricas y plantearse una serie de supuestos en torno a la literatura Hispanoamérica. Diría que es fiel seguidor de dos grandes maestros del ensayo latinoamericano: Mariano Picón Salas [1] y Arturo Uslar Pietri[2]. Desde luego no todo poeta es ensayista, pero en el caso de Ordaz se le da muy bien. Testimonio de ello es: El pícaro en la literatura iberoamerica, [3]. Ramón Ordaz ha tenido que rastrear en su trayecto ciertos elementos vitales para su estudio en El Guzmán de Alfareche, La vida de Lazarillo de Tormes, La América Ladina de Germán Arciniegas, la picaresca como única posibilidad de literaria de Catherine Beroud, entre tantas otras fuentes y referencias.

En la poesía sabe con absoluta maestría y don de la palabra, navegar por todos los vericuetos del alfabeto. Poeta del Caribe, poeta del mar, poeta de barcos y gaviotas, Ramón construye así su poética. Tiritan las alas de sal y las vocales de las espuma en cada verso suyo. Poeta cuya voz ancla “con insignia marinera en los vientos del mar”, como lo dijera ya Rafael Alberti [4].

En el Mar es nuestra sed, [5] reinventando aquellos versos de Octavio Paz: “La sed del mar es una sed sin fin:/ se muere y nunca acaba de morir”. Ramón lo revive entre los intrincados laberintos de la espuma, allá en su Isla Margarita. Pero el mar está ahí entre relojes, sueño y nocturnos naufragios. Está en los teclados del viento, en los cascos del viento. Y se oye su invertida quietud y se ve en el espejo roto de las aguas en su vaivén de atalaya. Cada poema del libro ha sido ilustrado por un niño cuya pasión —como nos lo hace saber el poeta Ramón Ordaz— son los barcos. Nació en el año 2000 y pertenece al Taller de pintura Fundación Jueves 5 de Cumaná. Ambos se nutren de los surtidores del mar y no los ahoga el álbum de los tumbos ni el sol verde que hunde sus huellas en el trópico.

“Hay un viento velero entre tantos veleros”, sentencia el poeta. Y agrega: “Oleaje puerto adentro porque ha llegado un barco,/ una corbeta,/ fragua de intrépidos viajeros/ con muchos instrumentos para acortar distancias,/ tomarle al temblador el pulso en electrones;/ buscar en lo recóndito del hábitat salvaje/ los viejos palimpsestos de la tabla del Cosmos.” [6] El mar es otro universo, cosmovisión plena del poeta, vigilia memorable y feliz. Aquí se bañan las luciérnagas mecidas por las aguas. Hacia la superficie la arena ciega, la jarcia de la espuma moviendo los pies que viajan sobre ella. Así, el poeta toca el espejismo de las playas, mientras la memoria elabora sus propios manuales.

A menudo se discute acerca de la realidad del poema. Extrínsecas o intrínsecas, la materia del poeta son realidades. ¿Acaso, la interioridad del ser humano, deja de ser realidad? Mucho exteriorismo le hizo mal a la poesía y la convirtió en proclamas y panfletos. “La poesía también tiene la obligación cívica de ocuparse de los otros” y es cierto, pero sin socavar la individualidad del poeta, sin que deje de ser él en su dimensión humana (emociones y sentimientos personales). “Siguen por ahí los poemas plagados de corazones, angustias y vidas que se marchitan si no llena los besos. —acota un amigo poeta— Eso está bien para el consumo interno de los amantes. Pero quién va escribir el poema del mutilado de guerra que maldice haber dado un paso en falso en la primera línea de combate?” Un problema serio en la creación poética ha sido éste: querer y pretender que así como yo escribo (en forma y contenido), lo hagan los demás. Se nos olvida, ciertamente que el arte tiene la bondad de la libertad y, también, depende de cómo percibo como individuo y creador esas realidad del entorno. A esto se adiciona otra situación: la ética. Nadie puede escribir acerca de algo que no ha vivido. El arte en cualesquiera de sus manifestaciones es un acto de creación íntima. De lo contrario se pervierte. Indistintamente de los postulados teóricos, —expresan Margarita Smerdou y Milagros Arizmendi—el poeta medita, honda, minuciosamente, para construir en definitiva su poética en consonancia con su inquietud creativa y a la vez como un vehículo de comunicación con los demás seres humanos. Palpitación emotiva, lenguaje, memoria [acción evocadora], “solidaridad con la vida, y aceptación de la realidad: triste o dramática,” hacen posible el poema. Pero también sobre el talante humano se cierne la angustia, la soledad como coordenadas de una humanidad global. Angustia y soledad también constituyen materia para la poesía.

“El poeta —me reitera—juega un papel demoledor y el texto está ahí, flota en las miserias y magnificencias que nos rodean.” Esto es cierto, en tanto la intensidad lírica sea capaz de traducir esa realidad y darle movilidad para sensibilizar y generar conciencias críticas. El resto ya es conjugación y elaboración humana, en las que el poeta no entra, pues no está en capacidad de decidir por los demás.

Pero el mar no sólo es esa inmensa fantasía. Cada vez se va convirtiendo en un museo. De ahí que el poeta pregunte: “¿Quién nos rompió el hechizo;/ la ermita de tantas romerías? […] Entre polvo y crepúsculo/ materia del olvido vamos. […] Ciudad, museo del mar./ Ahora espuma y salitre;/ ahora perdidos huesos del arte,/ ahora entre muertos folios/ y fósiles miradas,/ su litoral […] ¿Quién nos rompió el hechizo;/ el ánfora donde bebimos su pasado? […] Museo, museo del mar,/ espectros y sombras,/ gravas sin gravidez,/ casi planeta a la deriva este canto rodado”…[7] El poeta es consciente de todo este descalabro que vivimos, de esta depredación marina y submarina. Cada vez la vida nos va anegando de fantasmas, la marea que sube intimidante llevándose consigo los platos, el agua transformada en polvo, o el polvo convertido en torrenciales ventanas sin compuertas.

El mar es nuestra sed, es un texto lúdico. Se juega dentro de su atmósfera. La luz de los relámpagos asalta, el viento salino. Y como es un mar rodeando la isla, desde ese pedazo de tierra adentro, el poeta es capaz de abrir la ventana, la suya para volver a la infancia. Desde luego, por esa ventana se pueden observar los “sentidos y contrasentidos de la vida”. También la memoria de los muertos que quieren regresar,/ delineando la luz en las colinas”… el poeta nos llega así, por los diversos parajes del mar. Y escribe como el mar lo hace “todos los días”/ instante tras instante,/sólo que el mar borra su mensaje.”

En cada poema y verso el poeta Ramón Ordaz es preciso en lo que desea transmitirnos. Preciso también en su lenguaje. No es poeta de desperdicios verbales, ni oscurecidas imágenes. Su poesía deviene de los sueños, del escombro, de la vida, es un ave sobre los barcos, vigilante del fuego de las olas. En “Mareas” [8], trata de dar fe del mar que ahogamos y del que nos ahoga: “I. A ciegas/ sobre este mar andamos,/ navegamos sus lápices, corregimos sus tintas,/ sus insaciables pulpos, trajeados calamares/ que quieren escribir sobre la luz del mundo. […] A ciegas/ porque ciegos entramos a la vida,/ ciegos llegamos a la muerte”… Y concluye el poema: “Lo borrado está escrito en otros horizontes”. Está aquí, el mar-metáfora, como elemento abarcador de una sociedad. El mar-gula, el gusto por el poder entre los vahos del zarpazo. Por fortuna el poeta sale ileso de este periplo. Su denuncia es sutil, porque eso que él nombra se nos da a menudo disfrazado. Algunos seres viven en un mundo subterráneo y ofrecen desde ahí, encendidos trenes de fantasía.

Pero luego retorna el concepto de la infinitud y la contemplación. Lo ha visto tantas veces y es la primera vez. Y, para introducirlo se vale de un epígrafe de Pierre Reverdy: “Y resbalan los barcos/ desgarrando el mar con su fuego encendido.” “Todo el mar es lejanía./ Todo el mar galopa distancias invisibles./ Las aves no son aves, son almas del paisaje./ Un ancla tiene el peso de una resurrección./ Un barco va en la tinta que derrama/ la mirada de un niño./ Todo en el mar se borra/ mientras la luz se quiebra entre las aguas./ Fuga de sombras/ llenan el mar que no podemos alcanzar”[9] Mientras esto pasa, el poeta sigue vigilante. Adivina, elucubra, infiere sobre todas las peripecias que ese colosal cuerpo hace junto a la tierra y que es parte de nuestro universo. Aparte de la vida que ya tiene, Ramón Ordaz le ha dado otra: la del poeta, la palabra, el alfabeto de la sangre, el trabajo profundo de los muelles, la mirada entre la bruma y la memoria. Y se une, así, a la gran estirpe de poetas que han hablado con el mar como Charles Baudelaire, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Thomas Stern Eliot, Nicolás Guillén, Fernando Pessoa, Dylan Thomas, Roque Dalton, David escobar Galindo, etc.

Concluyo este viaje por los estuarios de Ramón Ordaz, con un fragmento del libro: El mar de Rque Dalton [10] “Oh mar donde los desesperados pueden dormir/ arrullados por explosiones impasibles/ alfabeto del vértigo paisaje diluido que los muros embisten/ las gaviotas y la espuma de los peces son tu primavera/ tu furia es una pirámide verde/ una resurrección del fuego más agudo tu clima/ tu mejor huella sería un caracol/ caminando con pasos de niño al desierto.”



Ensayo publicado en la revista Barataria, 25.XII.2008
______________________

[1] Mariano Picón-Salas (Mérida, 26 de enero de 1901 — Caracas, 1 de enero de 1965) fue un importante escritor venezolano. En su obra destacan los ensayos históricos, de crítica literaria y sobre la historia cultural de América Latina. Destacan: Viaje al amanecer y De la Conquista a la Independencia; tres siglos de historia cultural latinoamericana.
[2] Arturo uslar Pietri (16 de mayo de 1906, Caracas, Venezuela). Escritor de vasta obra. Cultivó la novela, el ensayo, lo libros de viajes, la poesía, el teatro y el cuento. Destacan Las Lanzas colorados y el Camino al dorado.
[3] Op cit. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela.
[4] Rafael Alberti en marinero en tierra, 1924.
[5] Ordaz Ramón y Daniel Ordaz. El mar es nuestra sed. Edición auspiciada por la Dirección de Cultura, Universidad de Oriente, Cumaná, Estado sucre, República Bolivariana de Venezuela.
[6] Cp cit, pág. 13.
[7] Poema: Museo del mar, pág.17
[8] Poema, Mareas, pág.23
[9] Poema, Pintando el mar, pág.35
[10] Dalton, Roque. No Pronuncies mi nombre, Poesía Completa I, El Salvador, 2005.

El aliento, cortometraje de Pablo Gallo

Pablo Gallo
Dibujante español

xxx

sábado, 15 de agosto de 2009

jueves, 16 de julio de 2009

Una entrevista con Robert Gurney 004


Bob Gurney: "Nuestras vidas son breves, pero la poesía vive para siempre"
por Lya Ayala
GLF
Robert Gurney posee el secreto de las palabras. Es un poeta conocedor de lo mejor de las corrientes modernas de la literatura europea y de la esencia de los descubrimientos literarios americanos. He aquí una conversación con un poeta profundo y auténtico. En la portada de GLF, Robert con sus hijos James y William, en 1976.


Celebración
por Edgar Quisquinay
GLF
La vida tiene un diseño torpe. Y los sueños que vamos forjando en ese lapso son reflejo prístino de esa circunstancia.

Habitando a la sombra de Roque Dalton
por Mauricio Vallejo Márquez
GLF
Ningún escritor de El Salvador tiene tanta incidencia en la historia política y literaria de esta nación centroamericana como Roque Dalton (1935-1975), quien además de ser un literato de enorme talento es un ícono de la revolución salvadoreña y quizá el máximo representante de la poesía salvadoreña.

Semos Malos
por Salarrué
Escritor Salvadoreño
Goyo Cuestas y su cipote hicieron un arresto, y se jueron para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en bandolera; el muchacho la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que perjumaba con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata.

La preceptiva literaria es una necesidad
por Hilda Henríquez de Flores
GLF
Toda obra literaria es obra poética y la poesía es belleza. La obra literaria responde a la necesidad del hombre de deleitarse con lo bello. La vocación del escritor es crear obras hermosas producto de su profunda sensibilidad.

La Fragua visitó el hogar de ancianas San Vicente de Paul
Texto: Redacción
Fotografía: Cross Blanco
GLF
Las ancianas del Hogar San Vicente de Paul tuvieron el 15 de junio un día de poesía y música gracias a la visita del Grupo La Fragua (GLF). El patio central del Hogar fue el escenario en el que los poetas realizaron las lecturas de poemas y el cantautor Carlos Rubio Calles interpretó canciones de Luis Enrique Mejía Godoy para animar a las presentes.

Bob Gurney: "Nuestras vidas son breves, pero la poesía vive para siempre"

por Lya Ayala
GLF

Robert Gurney posee el secreto de las palabras. Es un poeta conocedor de lo mejor de las corrientes modernas de la literatura europea y de la esencia de los descubrimientos literarios americanos. Gurney nació en Luton, Bedfordshire, Inglaterra. Maestro de literatura latinoamericana y poesía francesa moderna. Estudioso de la obra de Juan Larrea. Ha escrito ensayos y traducido a otros poetas.

Su obra comprende Poemas a la Patagonia, Luton Poems, El Cuarto Oscuro y otros poemas, Nueve monedas para el barquero; prepara Luton Poems 2. Actualmente es lector honorario de la Universidad de Gales.

Los invitamos a una conversación con un poeta profundamente auténtico y comprometido con la belleza de la poesía.



Robert, cómo divides tu vida entre en St Albans, Hertfordshire y tu trabajo actual en Gales.
-La verdad es que ahora pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en St Albans, cerca de Londres. Mi esposa es de Gales, del condado de West Glamorgan. Vamos de vez en cuando a la aldea de Port Eynon, no lejos de Swansea. Mi suegro, el inventor Dr. George Donovan, compró una casa allí. Paddy, mi esposa, no está muy bien de salud y ella y yo vamos allí con menor frecuencia. Nos gusta pasar el mes de agosto a orillas del mar, hace menos calor en Port Eynon que en St Albans en ese mes. Con los cambios del clima creo que pasaremos más tiempo allí. El ambiente en Gales es propicio a la poesía. Valoran más a sus poetas. Busco y encuentro inspiración en esa península, The Gower Peninsula, y en las pequeñas ciudades y las aldeas del país. Como sabes, Dylan Thomas nació en Swansea. Uno siente su presencia en muchas partes. Respecto a mi trabajo en la Universidad de Swansea, es lo que se llama un ‘honorary lectureship’. No me pagan. No recibo un sueldo. Doy una charla. Tengo acceso a la biblioteca. No es gran cosa. Mis escritos pueden ser incluídos en la lista de publicaciones de la Universidad. Cuando escribí esa frase ‘Divido mi tiempo entre Inglaterra y Gales’, íbamos allí con mucha más frecuencia.

Tuviste un maestro de español argentino. ¿Fue él quien te indujo a conocer la literatura latinoamericana?
Escribí una vez:
"Mi primer profesor de español, en el liceo de Luton (Bedfordshire), el Señor Enyr Jones, era argentino, precisamente patagónico galés, de Gaiman. Las clases del argentino en Luton Grammar School eran unos oasis de paz, amistad e inspiración: un grupo pequeño en la biblioteca, sentado en un círculo alrededor de una mesa elegante de madera, con los diccionarios de la biblioteca esparcidos en la mesa".
Sí, fue él quien me introdujo un poco a la literatura latinoamericana, pero la realidad es que fue mi amigo, el poeta Juan Larrea, quien realmente me abrió los ojos a la obra de poetas como César Vallejo y Vicente Huidobro, que eran sus amigos en París. Hice mi tesis doctoral sobre Larrea y tuve que estudiar sobre todo la influencia de Huidobro sobre él. Lo exploro en mi libro La poesía de Juan Larrea, Universidad del País Vasco, 1985. Con el tiempo, empecé a dar clases en la Universidad de Middlesex (Londres) sobre Vallejo y Huidobro y sobre Rubén Darío (otro poeta de Larrea), Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik, Gabriela Mistral y otros. En la Universidad de St Andrews, en Escocia, estudiamos principalmente la literatura española, de España. En el liceo, recuerdo la novela Pensativa de José Goytortúa Santos, Don Quijote de la Mancha y Novelas ejemplares de Cervantes, Zalacaín el aventurero de Pío Baroja. Estudiamos más la novela. Me interesaba la personalidad del profesor. Hablaba español con un acento galés. Era diferente a los otros profesores. Yo no lo sabía entonces pero iba a tener un rol importante en mi vida. Aprendimos el español de la Patagonia. Mi libro Poemas a la Patagonia sale en Madrid en noviembre o diciembre. Este poema lo explica mejor:



Sr. Jones
En aquellos tiempos
justo después de la guerra
muchos de nuestros profesores
tenían jardines secretos.

No era normal
que nos permitiesen
entrar.

Pero había uno,
el Sr. Enyr Jones,
de Gaiman,
en la Patagonia,
que tenía tal sitio
y que nos dejaba entrar.

Nos paseaba
por ahí,
distraídamente,
señalando el césped
y las flores
que en España
tenían nombres diferentes.


Quizás
los otros jardines
no existían de verdad,
pero el suyo sí.

De mi Luton Poems, Verulamium Press, 2005


-¿Las conversaciones con Juan Larrea te influyeron en tu inclinación hacia la poesía? ¿Cómo fue ese encuentro y qué te dejó como intelectual?
Las conversaciones con Juan Larrea en Córdoba, Argentina, en 1972, fueron electrizantes. Me cambiaron. Empecé mis investigaciones sobre él en 1968. Existe también una correspondencia (inédita hasta la fecha) en la cual hablamos acerca de la poesía. ¡El pensó que yo era jesuita porque le escribí por primera vez desde la Universidad de Deusto en Bilbao! Nací anglicano. El me dió una comprensión de la poesía más profunda. Gerardo Diego me había dicho que Larrea era el más profundo de los poetas españoles. Pero hay que decir que escribí mi primer poema a la edad de quince años. Y hay que agregar que el modelo de Larrea era difícil para mí. Su poesía emplea las imágenes. Mis poemas derivan de imágenes. Pero somos muy distintos. Casi se puede decir que en mi poesía minimalista me rebelé contra su influencia. Tuve que separarme de él. Le hubiera escandalizado a Larrea, porque eran enemigos, pero me acerqué a Neruda.





El lenguaje en tu poesía es coloquial, pero de una densidad extraordinaria. Cuéntanos sobre tu lenguaje poético.
Sí, uso un lenguaje coloquial, siguiendo el ejemplo de los poetas Beat norteamericanos y la poesía de Nicolás Guillén. Escribí esto hace unos años:

Mi poética
Vivo un poco fuera del tiempo y el espacio. Me encanta imaginarme en un campo —hace siglos— espantando los cuervos o verme pasear a orillas de los ríos de la Patagonia.
Me esfuerzo por crear una poesía minimalista. Como Huidobro, borro el adjetivo que no agrega nada. Busco una poesía a menudo gráfica. ¿Para qué? Busco la verdad, no la verdad masiva de la brocha gorda sino las pequeñas verdades de la vida. No siempre vemos las pequeñas cosas. Las persigo.
Me gustan los sencillos actos de la humanidad: una sonrisa, una lágrima y los de la naturaleza: de una hormiga o una culebra. El cultivo está hecho de mil pequeñas cosas, como un mosaico. Es así la vida. Absorbo cada día palabras de anuncios, tanto viejos como nuevos, escenas o voces del mercado, e-mails, periódicos, la televisión, películas, cuadros, fotos, los movimientos de los animales y pájaros del jardín.
En mis textos hay una mezcla de realismo objetivo e imaginación subjetiva. Confieso que, al estilo de Raymond Carver, cambio a veces unos detalles para producir cierto efecto y mi imaginación puede arreglar las cosas según sus propias leyes.
Creo que no es siempre el poeta quien crea los poemas. Es otra cosa. Es decir, creo en la inspiración.
La poesía Beat me ha influido bastante. El simbolismo francés, el surrealismo y el ultraísmo también, aunque ahora sé que estoy bastante lejos de estos tres últimos.
Mis amigos dicen que mis poemas sugieren cosas, que no lo dicen todo. No busco ese efecto. Ocurre, probablemente, como resultado de mi minimalismo. Otros dicen que hay ironía en mi poesía. Sin duda, pero ocurre naturalmente, sin que yo lo busque.
Escribo para crear un espacio personal dentro de las narrativas que quieren absorber mi generación: el cristianismo, el socialismo, el capitalismo. De vez en cuando nos quieren aplastar o nos arrastran. Quiero encontrar un hueco, un sitio, un espacio donde poder ser yo mismo, donde poder respirar. La poesía es ese sitio para mí y, creo, para mis amigos.
Me encantan las cosas que van desapareciendo, tal como un mural en una casa en el Valle de Río Negro. Mis amigos dicen que mis poemas son a veces tristes, melancólicos. Me inspira mucho lo que ya no existe. Me gusta el pasado, las cosas que viven en mi memoria. Sin embargo, no descarto la realidad actual. Está en mi poesía.

¿Concibes tus poemas en inglés o español? ¿Los escribes en ambos idiomas?
Concibo mis poemas en inglés y en español. Si me inspira un texto en español, el poema sale en español. En realidad, no concibo mis poemas en palabras. A menudo veo una imagen en mi mente y el poema crece desde ahí, adquiriendo la carne de las palabras. Mi lenguaje es sencillo. Puedo traducirlo fácilmente, del inglés al español o viceversa. Larrea y Huidobro pensaban que la poesía de imágenes puede traducirse sin dificultad a otras lenguas. Como sabes, escribían en francés también. Su ejemplo me es importante. Hay que subrayar que con frecuencia, cuando me pongo a crear una versión en español de un poema que escribí en inglés, el poema en español sigue otra trayectoria. No es una traducción. Larrea me dijo varias veces que sus poemas en francés eran más duros que los que escribía en español. Le dije una vez que uno puede ser más feroz en una lengua extranjera.


¿Cómo es el proceso de creación de tu obra, cómo la inicias, cuándo lo haces y dónde?
Leo muchas cosas, cualquier cosa: periódicos, revistas. Me agarra una imagen. Duerme en mi imaginación. Un día siento que el pájaro quiero salir del huevo. Me pongo a escribir con la computadora. Tengo un Mac. No puedo trabajar muy bien con una pluma. Hago muchos cambios. Dejo el poema colgado en la pantalla. Vuelvo a él. Lo pulo. Lo reduzco, mucho, mucho. Borro las repeticiones. Pulo la imagen, como Gautier. A veces veo que hay dos o tres poemas en uno. Los separo. Intento crear un final interesante que sorprenda, asuste, conmueva, divierta o ilumine el concepto central. Muchas veces hay un concepto en el corazón del poema, es decir, no una imagen sino una idea.


En tu poema ‘La Mujer de blanco’ haces referencia a Robert Graves en el cierre. Graves veía en esa mujer de blanco o mujer de negro, una asimilación y representación del espíritu de la poesía. También es una declaración personal de tu concepto de la poesía.
Para decir la verdad, no sé. Me atrae esa idea, pero soy consciente de las ideas de Jung y, no sé, no quiero entrar demasiado en ese mundo de las categorías que carecen de vida. A veces creo sentir la presencia de un espíritu o una presencia femenina en los momentos en que tengo la sensación de estar cerca de la Belleza. No lucho por alcanzarla. Ocurre de vez en cuando, cuando logro, en mi imaginación, una fusión de dos o tres realidades que son normalmente distintas o lejanas una de la otra. Como en mi poema ‘Estatuas’ que tiene la base de un verso de Juan Larrea, pero combina una visión de una niebla que desaparece sobre el parque de Verulamio en St Albans y las estatuas de mujeres tendidas al suelo en el Parque Henry Moore en Much Hadham, Hertfordshire. Alguien robó una de esas estatuas. Desapareció. Escribí ese poema. (Larrea me dijo en Córdoba que vacilaba entre "estatuas visibles" y "estatuas invisibles" al escribir ese poema suyo.) ¿Ella es blanca o gris? A menudo representamos la Belleza con la forma de una mujer. Sé, o creo, que es una ilusión, una especie de espejismo. No quiero hablar de la ánima y del alma. Y tengo que confesar que no soy muy fuerte en las teorías o las especulaciones de Robert Graves (The White Goddess). Creo que digo al final de ese poema que tengo que leer ese libro. Lo hojeé hace mucho. Es posible que esté en una caja en el techo. Cuando era muy joven leí y estudié las imágenes de un libro de George Bernard Shaw (que vivía cerca de aquí) The Adventures of the Black Girl in Her Search for God (and Some Lesser Tales). Mi mujer de blanco en esa época era una mujer negra. Estas cosas son el producto del condicionamiento cultural, de los accidentes de la vida.

Esto salió en el internet:

El robo de la estatua de Henry Moore
El libro de Robert Gurney, Luton Poems, Verulamium Press, St Albans, 2005, contiene un poema inquietante titulado ‘Estatuas’. Lo inspiraron dos cosas: la primera, el recuerdo de una visita a la Fundación Henry Moore en la aldea de Perry Green, Much Hadham, Hertfordshire, Inglaterra y la segunda, un comentario hecho a Robert por el poeta español Juan Larrea en Córdoba, Argentina en 1972. Hablaban de un poema de Larrea, éste le mencionó a Robert que cuando lo escribió estaba indeciso acerca de cierta imagen. Al momento de escribir el poema no podía decidir si quería poner ‘Hará un frío de estatuas visibles’ o ‘Hará un frío de estatuas invisibles’. ‘Visibles’ o ‘invisibles’. La conversación fue rápida y Robert no tuvo la oportunidad de preguntarle a Larrea qué quería decir exactamente. Los dos versos permanecieron en la cabeza del poeta inglés y un día, no hace mucho tiempo, al presenciar la desaparición de la neblina en un parque de St Albans, su significado se volvió claro. Una línea significaba que en cierto momento del futuro la gente podrá ver las cosas claramente, y la otra que no las verá. Larrea, señalado por un crítico como “la voz de la república” (española), decía que no estaba seguro, cuando escribió el poema, antes de la Guerra Civil, en qué sentido o dirección irían las cosas. Al darse cuenta de esto, Robert compuso ‘Estatuas’:


Estatuas

a Juan Larrea

Hacía un frío
de estatuas invisibles.

Luego la niebla
se disipó
y vimos
una mujer gigantesca
acostada en la hierba.

Hace un frío
de estatuas visibles.



Robert, ¿qué corrientes literarias han influido en tu obra?
Las corrientes que han influido en mi obra son sin duda el surrealismo, de Eluard, Dalí, Lorca. (Larrea me dijo no le gustaba nada el rótulo de padre del surrealismo español) Hay muchas referencias a Larrea en mis poemas y a Vallejo y Dylan Thomas: los poemas de Larrea, los ejemplos, como poetas, de César y Dylan. El poeta argentino Andrés Bohoslavsky me ha influido muchísimo. Al leerlo, produjo en mí un cambio profundo. Pude separarme del peso de Larrea que llevaba. La poesía Beat, Bohoslavsky, Sergio Regazio, Bukoski, Raymond Carver. Ahora me encuentro tal vez más allá de la poesía Beat y más allá del posmodernismo. Me interesa ahora el concepto del altermodernismo, un término inventado por Nicholas Bourriaud, del Tate Modern. Intento crear un vínculo entre el presente al pasado, entre lo cercano con lo que está lejos.
Mira este poema. Contiene una aspiración y se refiere a los autores que me interesaban cuando lo escribí hace varios años:

La caja

Hay un mercado medieval
en St Albans
los miércoles
y los domingos.

Voy allí
a buscar libros.

Hoy encontré
Rimbaud Complete,
2002,
y Dylan Thomas's Wales,
sin fecha.

Rebuscaba
Carver, Ferlinguetti,
Bukoski, Corso
cuando algo
me llamó la atención.

En los costados
de la caja
se veían imágenes
de peras y manzanas
y la palabra GAUCHO
repetida muchas veces
y "Kleppe S.A.
Cipolletti
Río Negro".

Apenas podía creer lo que veía.

"¿Qué le pasa?"
me preguntó
el puestero.

"Tengo un amigo
en Cipolletti,"
le dije.

"Suena un sitio raro,"
contestó.

"Tengo esa caja
desde hace
varios años,"
agregó.

"Debe cuidarla,"
le dije.
"Un día
valdrá una fortuna."



La poesía amorosa está ausente de tu poesía, ¿por qué?
Me sorprende esta pregunta. No sé por qué. Es cierto lo que dices. Tal vez sea demasiado "inglés". ¡Quizás esté mal visto aquí hablar del amor en público! Es algo muy íntimo entre dos seres humanos. Para mí, sería casi una traición escribirlo en la página, ponerlo en el espacio público, para gritar "Miren ustedes lo que pasa entre mí y mi amada". Creo que se dice en español "Yo no soy de los que dan el beso de Judas" (en inglés, ‘I am not the kind to kiss and tell’). No me gustan las personas que le dan un beso a alguien y luego lo dicen a los periódicos. Un poeta patagónico me dice que ve la tranquilidad de mi relación con mi esposa en mis poemas (Ramón Minieri). Hay referencias a ella en ellos. Cuando uno tiene mi edad, no anuncia con bombos y platillos esas cosas.

Y sin embargo, el tema de la muerte si aparece de forma peculiar en tu poesía, como en el poema "Cara".
El tema de la muerte es el tema central de la Humanidad. ¿Cómo es posible que morimos? Es el tema de Unamuno. Queremos vivir para siempre pero nuestras vidas son cortas. Perdí muchos de mis mejores amigos cuando eran jóvenes. Hoy oí que un amigo, que vivía cerca, el escritor Hans Seelig, que de niño huyó de los Nazis en las calles de Viena, acaba de morir. "La Cara" se refiere a una near-death experience. Cuando tenía, no sé, tres o cuatro años, dos chicos mayores me empujaron al lago. Casi me ahogué. Fui rescatado por la única persona que estaba en el parque ese día del verano. No es una obsesión mía, es un hecho. La mayor parte de la gente va marcha atrás. No la ven. No referirse a ella sería falso, sería superficial. Al decir eso, no creo que mis poemas son demasiado negros en ese aspecto. Perdí a mi padre, mi madre y mi hermano en pocos años. Tal vez por eso entrara el tema. Un soldado de Idi Amin quiso matarme una vez en Kampala. Tiró a boca de jarro. La bala pasó muy de cerca. Tengo la sensación que todo es muy precario, inestable, fugaz. Los edificios de mi juventud ya no existen. Otros suben en su lugar. Pero yo sigo viviendo. Es que rechazo las amenazas de ella. No me atrevo a decir más. Necesito reflexionar más sobre esto. Vivo un poco fuera del tiempo. Cuando vuelvo, veo que todo o mucho ha cambiado. Incluso los vecinos se han ido y otros han llegado. Un amigo mío, en América Latina, con quien intercambio mails casi todos los días es también un superviviente. El también tuvo un near-death experience. Tenemos mucho en común. Creo que esa experiencia, de la muerte-casi, de joven, me dió cierta mentalidad o actitud hacia la vida y la muerte.
Para mí, lo importante es la belleza. Sé que lo feo entra a veces, pero aspiro a crear algo que sea hermoso. No sé lo que es pero la siento acercarse a veces. Cuando Rimbaud exploraba lo infinito, tenía la misma sensación que Ella, la belleza, estaba cerca.

Encuentro en tus poemas "Infinidad", "Infinidad casi", "La belleza" … un ambiente de paz y reflexión. La sensación que producen es de alivio espiritual. ¿ A qué crees que se deba este efecto?
Lya, es que de vez en cuando, busco las situaciones en las cuales encuentro ese ambiente de paz y reflexión, ese alivio espiritual. No son situaciones reales. Es decir, no me pongo al borde del abismo con el lápiz o el bolígrafo en la mano. Son situaciones que recuerdo, situaciones en las cuales me encontré una vez, en el pasado. Las recuerdo en mis poemas. No siempre hay un poema que tiene lugar en el jardín de George Bernard Shaw en Ayot St Lawrence, una aldea cerca de Saint Albans. La casa se llama Shaw’s Corner. Es un pequeño museo ahora. Creo que escribí ese poema después de ir allí con mi hijo William.

Shaw's Corner

La paz
es indescriptible
como lo es
la vista
desde esas
sillas
al lado
de la puerta
de la casa
de Shaw.

Mi hijo
estuvo sentado
en una,
yo
en la otra.

Aspiramos
el silencio.


Existe otras versiones de este poema. Cada una es una etapa en la consecución de la forma final. Reduzco, borro cosas, corto hasta que llego a la esencia de la experiencia. Bueno, lo escribí después de la visita a la casa de Shaw, pero no mucho después. No es una experiencia recordada a distancia. Necesito la computadora para lograr ese proceso de purificación. (Hay otra palabra relacionada con los poetas místicos españoles, no la encuentro.) Sin ella, la compu, el papel sería un montón de correcciones y modificaciones caóticas. Vale, podría usar papel y escribir la versión final así, pero el problema es que nunca estoy seguro que he pulido el poema bastante.

Volviendo al tema de la memoria, Proust me influyó mucho. Teníamos en Luton la que era, en esa época de mi juventud, la mejor biblioteca pública de Europa del Oeste, con más libros que cualquier otra, fuera de las universidades. (La ciudad tenía mucho dinero en los sesenta por poseer una fábrica de coches y camiones, Vauxhall Cars y Bedford Trucks). Tenían libros sobre los dibujos y experimentos de Dalí. Tenían los libros de Proust: A la recherché du temps perdu. Los leí todos. Vi como él, Proust, cultivaba su memoria. He seguido su ejemplo. Cuando describo la paz experimentada en un balcón que da sobre las nubes en la provincia de Kigezi, en el sur de Uganda, es como si estuviera allí ahora. Larrea, en la película que no hizo, en colaboración con Luis Buñuel, Ilegible, hijo de flauta, describe una caja que llega a una playa sudamericana. El protagonista Ilegible la abre y sale todo el bagaje del pasado, incluso personajes de La vida es sueño de Calderón. Abro la caja de mi memoria. Salen los mismos personajes y muchos otros. Salen las hormigas de Centroamérica, que vi en la selva guatemalteca. Esos recuerdos salen y figuran, purificados, en mis poemas. Exploto mi experiencia. Cuando era joven, no había vivido, no había tenido muchas experiencias. No es que rechazo el presente. Mi libro La Libélula, que sale en Madrid en diciembre, en inglés (The Dragonfly), explora el pasado, el presente y como los dos se entrelazan.

Lo que explica más, tal vez, el fenómeno que describes es el hecho que mi padre era fotógrafo. Lo acompañaba siempre, cuando podía. El tenía una de esa cámaras viejas. Pasaba mucho tiempo arreglándola, componiendo la escena. Lo hacía sin hablar. Esos actos de concentración me influían sin duda. El era realmente un artista. Me indicaba la belleza de una escena del campo del Bedfordshire o del Hertfordshire. Creo que heredé mi imaginación fotográfica de él. Un abuelo y un bisabuelo era fotógrafos. Mi poemas, en general, son gráficos. Estoy buscando todo el tiempo un grano visual, una fotografía en mi mente, si se puede decir algo así. El trabajaba en blanco y negro. Son los colores de la memoria y de los sueños. Pudiera decirse que esos recuerdos son como sueños, que mi vida se ha convertido en un sueño. Tengo que confesar que me da una enorme satisfacción personal cuando termino un poema que considero un logro o un éxito. Nuestras vidas son breves, pero la poesía vive para siempre. Es nuestro regalo a las generaciones venideras:


Palabras

No sé si creer
pero es tentador.

Hace 2012 años
Horacio dijo
que sus poemas
durarían
más que el latón.

Shakespeare dijo
que ni el mármol,
ni los monumentos dorados
de los príncipes
sobrevivirían
su rima poderosa.

Mis palabras
parecen desvanecerse en el aire
pero me gustaría
creer en lo que dicen.

Poemas a la Patagonia, edición aumentada, Madrid, 2009.


Eres un poeta de dos continentes, ¿cómo es la recepción de tu obra en el público europeo y el público latinoamericano?
Es una pregunta para los críticos, pero a mí me parece que el público latinoamericano recibe mi obra calurosamente. El público europeo, los que me leen, la recibe con interés. En Inglaterra no sé. Algunos dicen que les gusta. Hay que tener en cuenta que mi formación es curiosa. Mi interés por la poesía latinoamericana me pone en una categoría que es difícil de clasificar. Me inspira la idea de una nueva cultura internacional. La tomé de Larrea.

¿Consideras que en Europa la poesía de los nuevos valores es poco difundida?
Esta pregunta es interesante y tengo que tener cuidado con mi respuesta. No quiero ofender a mis compatriotas. Podría escribir páginas y páginas sobre el tema. Hay que tener en cuenta que Inglaterra perdió su imperio recientemente y en circunstancias distintas a la experiencia de España. El cristianismo perdía sus fuerzas o su energía. Los que mandaban tomaron una decisión que los nuevos curas en la empresa iban a ser los escritores. No me gusta nada el tono grandilocuente de esa o de esas generaciones de poetas. Se consideran, inconscientemente tal vez, casi los sacerdotes del imperio. En vez de la Biblia, denles la literatura inglesa para civilizarlos, se decía. ¿Qué dices? Tiene un olor que repugna.


¿Cómo ves el panorama de la literatura de América Latina en Europa?
Esta pregunta es dificil. En mi opinión tiene un rol importante. Puede ayudarnos a perder los restos de esos valores falsos coloniales. Puede ayudarnos a ver las cosas más claramente y más humildemente. Sé que hablo demasiado de Larrea pero él siempre decía que el español sería la lengua del futuro, no el inglés, y Latinoamérica iba a subir para tomar su sitio importante, el liderazgo, si quieres. En los setenta rechacé esas ideas de Larrea y se lo dije. El insistía, yo decía que no, etc. Pero cuando murió, en 1985, sus ideas entraron más. Si él tenía razón, creo que el interés en la literatura latinoamericana crecerá. Han tenido el boom de la novela.

Qué aconsejarías al que quiere iniciarse en la poesía, en la práctica o la lectura.
En la práctica. Hay que empezar con la práctica. Hay que escribir lo que siente. Los jóvenes son sinceros. Luego pueden leer este poeta y ése. Es que hay tanto bagaje ideológico que no tiene relevancia para los chicos más jóvenes. Más tarde, cuando puedan resistirlo, pueden leer los poetas de las otras épocas.


Celebración

por Edgar Quisquinay
GLF



“No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta…”

Vientos del pueblo me llevan. Miguel Hernández.



La vida tiene un diseño torpe. Y los sueños que vamos forjando en ese lapso son reflejo prístino de esa circunstancia. Veo por la ventana y me acribilla la sombra de una bandada de gorriones que esperan encontrar el árbol de donde salieron por la mañana. Con la luz que me abandona se va imponiendo el silencio. Destrozo mis pasos en dirección contraria y me sumerjo en recuerdos que no son propios, en viajes que no he hecho, en palabras que no son mías. Sin razón aparente tres nombres se apoderan de mi recién ganada oscuridad, tres palabras que parecieran simples, pero que resuenan en mí mientras algo me dice que las he escuchado antes: Miguel, Luis, Augusto.

Miguel, el mayor, el que se vio a sí mismo reflejado en la piedra milenaria. Enfrentado al deseo de solucionar eso que sus ojos y sus manos le muestran por el camino, se deja llevar por el viento y canta, certero, los días y las noches que le tocó vivir. Palabras lentas salen de su boca y nombran su entorno, destruye y construye sin piedad, a veces sin mayor esfuerzo.
¿Dónde viste a Miguel por última vez? Lo he visto en los verdes y tristes cerros de Ilom, en las iglesias que lo escondían de sus escondites, en la boca de la guitarra del duende aquel que lo hizo embajador, en las palabras del hermano que se niega a recibir su nombre, en la cima del cerro de San José, en París, en México, en Oslo, en Argentina hermanado en fealdad con Pablo y prestándole su pasaporte para que salga del país, en las Cien Puertas, dormido entre los periódicos viejos que ha robado a los mendigos del Portal del Comercio, cargando herrumbre de cañón en cañón, de dictador en dictador, de abogado a ahijado de Alfredo, en las burlas solemnes de los estudiantes que ayer gritaban “¡…no entendemos tus libros!”.
Y no lo he visto desde que sus manos se volvieron hacia atrás y soltó los papeles que tantas veces acarició, desde que se le perdió la mirada en un sur que no logrará alcanzar.
Tal vez no he querido volver a verle. Sus palabras se me perdieron definitivamente.
El arcángel de tu nombre ya no te habla, ya no me habla.

Luis, astro que se embriaga en derivas planetarias. No puedo imaginarlo joven. Tantas fotos que se hacen polvo en mis manos y que me muestran a un anciano apesadumbrado por sus recuerdos, sus amores, sus viajes, sus idas y vueltas, tantas fotos que no me dicen quién era en verdad. Es a él a quien le debo un Bretón y una patria en las líneas de mi mano. Ciudadano de la vía Láctea, no deja de añorar su volcán y sus ruinas, sus conventos, sus calles empedradas. Desde sus ojos contemplo a Tamayo, a Orozco, a Rivera, a un Mérida que se me hace gigante, murales, aguafuertes y pinturas que se convertían en pausadas metáforas.
Ahora Luis me tiende la mano y niega con la mirada cuando le pregunto sus razones de vida, pero asiente un curtido repaso por sus otras vidas: calles que ya no le son presentes, amigos que no volvió a ver nunca más. Le llora el alma desde las historias que se entretejen hasta nuestro presente. Una antorcha es su palabra cuando recupera para nosotros una parte de aquella revolución que pretendió cambiar la pesada cadena por primavera, cuando el cielo y la tierra se cubren de pasado colonial.
Y sus otras manos, las que esconde de sí mismo, gritan hasta un pasado que sienten propio: el Rabinal Achi’ tiene sus palabras, el Pop Wuj es una manta que cobija sus raíces.
A Luis no volví a verlo.
Me niego, también, a seguirle los pasos.

Augusto, mínimo Augusto, cerrado enigma del que camina de espaldas. ¿Quererte es demasiado? Te vuelves una imagen que añoro. Tu vida es una fábula que comparte razones con las vidas de tus otros hermanos, Miguel, Luis. Me provocas más preguntas que afirmaciones.
¿Sabías que nada te hace cercano? Ni tu afirmación de los tres grandes temas de la literatura: “el amor, la muerte y las moscas”. Estas últimas sobrevuelan tu vida y me traen recuerdos inconexos de tu fallido presente.
Oveja negra eres, patético dinosaurio que se yergue ya entre lo anacrónico y lo cursi. Tal vez eres más. Serías una palabra si alcanzaran las letras para escribirla, si no negara esto tu pasión por la brevedad. Serías tu pasado si dejaras describirlo. Pero eres tú, nada más, releyendo esos libros que no te dejan escribir libros, preparando ese cuento que no será cuento hasta que logres sacarle los ojos a Bello y Cuervo.
También te he dejado de lado por mucho tiempo… tal vez siga así.

Asturias, Cardoza, Monterroso: Iluminan este camino que no ha empezado, que nunca terminará. Amados y odiados por tantos. No he querido fabricar estas líneas, esta celebración, con sus biografías, me sentiría como el entomólogo (diría Cortázar), escogiendo el escarabajo, revisándolo bajo la lupa, escribiendo sus datos en una pulcra ficha de cartulina blanca, atravesándolo con un alfiler y dejarlo catalogado para la posteridad.

Matarlos, deshacerse de ellos y de su poderosa influencia, ha sido la consigna de los últimos tiempos. O releerlos con el morbo de hacerse, cuál vampiros, de su potencia creadora. Decirnos, llamarnos, Asturianos, Cardozianos, Monterrosianos, creer que podremos ser como ellos.

Yo no quiero matar a ninguno de ellos. Como sé bien que no lo harán: esperaré a que se suiciden.


Edgar Quisquinay.
Mixco, Guatemala, junio de 2009.

Habitando a la sombra de Roque Dalton

por Mauricio Vallejo Márquez
GLF

Ningún escritor de El Salvador tiene tanta incidencia en la historia política y literaria de esta nación centroamericana como Roque Dalton (1935-1975), quien además de ser un literato de enorme talento es un ícono de la revolución salvadoreña y quizá el máximo representante de la poesía de esta nación.

Además de su imagen la influencia literaria de este autor es evidente en los escritores que siguieron su camino en el intenso mundo de las letras después de él. Precisamente el duro fin de Dalton fue la consecuencia de comprometerse en la lucha revolucionaria que se vivió en El Salvador desde su declaración entre 1979 y 1991, así como la pre guerra que se gestó desde 1972, un resultado que muchos estaban dispuestos a asumir: convertirse en poeta mártir, no sólo por el gran significado que tenía para la gente víctima de la represión, y entonces se empezaron a ver llegar y partir a diversos líricos, algunos con breves publicaciones, otros con mayor presencia hasta que la muerte o el olvido silenció su recuerdo.

En los años de la Guerra Civil Salvadoreña muchos creadores tuvieron similar destino que el de Dalton. Conocimos acerca de la muerte de invaluables promesas de la poesía y la narrativa salvadoreña que en su mayoría se aglutinaban alrededor de la revista “La Cebolla Púrpura” como: Jaime Suárez Quemaìn (1950–1980), Lil Milagro Ramírez (1945-1979), Mauricio Vallejo (1958–1981), Rigoberto Góngora (1956-1980), Delfy Góchez (1958-1979), Alfonso Hernández (1948-1988) entre otros, quienes además de compartir destino también fueron defensores del socialismo y la democracia, a excepción de Quemaín quien creía en el anarquismo, pero de igual forma que los otros denunció las injusticias del gobierno de esos años. Cada uno de ellos se comprometió tanto en el quehacer de denuncia con el sueño de obtener justicia. Suárez, quien además de escritor era periodista, fue asesinado por elaborar crónicas con denuncias ante la represión y los asesinatos que a diario ejecutaban los cuerpos de represión; Lil, fue cruelmente torturada por cerca de dos años hasta que la asesinaron por formar parte de la Resistencia Nacional (RN); Vallejo fue desaparecido a la salida de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) por ser un intelectual orgánico del Fuerzas Populares de Liberación (FPL) y un cuentista que denunciaba las atrocidades del gobierno en turno; Góngora murió combatiendo como guerrillero en un lugar desconocido; Hernández también falleció en combate, mientras que Delfy fue asesinada junto a un grupo de estudiantes del Frente Universitario Revolucionario (FUR) por exigir que se respetaran los Derechos Humanos.

La influencia de Dalton también se apreció en el estilo de dicha generación. Estos literatos tomaron el conversacionalismo como un estilo casi obligatorio en sus escritos por su fácil comprensión para los extractos populares de la sociedad, aunque cada uno de ellos pretendió darle originalidad utilizando ritmos experimentales donde conjugaban las palabras de uso común en El Salvador como: chiche, pacha, cipote, vergón, chivo, chero. Que podemos apreciar en el siguiente fragmento de Mauricio Vallejo:

y te dés cuenta que funciona el baño con hierba del susto y me pongás a sudar una camiseta para envolver al cipote y quitarle el pujo que le salió por dejar destapadas las mantillas que fueron lamidas por el cadejo”.

Al igual que Dalton estos poetas adaptaron las letras con la lucha revolucionaria con la firme intención de que la ideología, la denuncia y la poesía se conjugaran y así surgieron escritos dignos de recordación como el poema de Alfonso Hernández:

Arte poética
En cualquier pedazo de papel escribimos el poema,
En él plasmamos vida, vísceras, sueños.
Una piedra puede ser el poema,
Un niño, una madre,
Un caído con sus agujeros inundados de pólvora,
Una tumba
O una calle con su caminante lanzando su
Corazón más allá del amor
”.

Roque fue capaz de elevar el panfleto a una categoría de poesía, según el ensayista Luis Alvarenga, e influenció a las siguientes generaciones de escritores salvadoreños que emprendieron camino. Aunque esto produjo serias confusiones en muchos redactores que no tenían la formación o el conocimiento que les ayudara a guiarse para conocer la diferencia entre un panfleto y un poema.

El fenómeno se repitió, aunque con mayor pasión en los escritores que surgieron entre 1986 y 1991, que no sólo evocaron el espíritu revolucionario de los poetas que les precedían, sino que se sumaron a la lucha armada, viviendo el romanticismo del momento y compartieron su tiempo el fusil y la pluma.

En sus versos demostraron que la guerra era parte de la vida común, así como cualquier poema épico; toda una necesidad de expresión, incluso más profunda porque evoca la tristeza, la impotencia, el dolor y la esperanza que esos momentos pueden brotar de los corazones y almas de las personas que viven una guerra.

Lamentablemente esta generación tuvo una duración efímera, puesto que todos ellos fueron voluntarios de los grupos revolucionarios, principalmente, de la Resistencia Nacional (RN). Y así, nombres como Amada Libertad, Amilcar Colocho, Arquímidez Cruz, que se reunían dentro del grupo “Xibalba”, apenas dejaron algunos versos que por lo terrible de la guerra civil salvadoreña han sido prácticamente borrados de la literatura salvadoreña y se lucha con ahínco por conservar y divulgar.

Firmados los acuerdos de paz el 1 de enero de 1992 las balas dejaron de sonar y los escritos de estas generaciones de guerra igual. Los nuevos planes de educación se volvieron menos acuciosos dejando para el olvido libros como La Odisea, El Quijote y la Divina Comedia, obligando a los estudiantes a conocer resúmenes de estas obras y poco a poco fueron condenando al olvido los nombres y las obras de poetas de la generación de “La Cebolla Púrpura” y “Xibalba”, aunque a pesar de lo liviano de los programas del Ministerio de Educación de esos años fue imposible negar la figura de Dalton, quien es reconocido en el mundo no sólo por su obra, sino por su vida. Así que Dalton se convirtió en el referente de los jóvenes literatos del país en la posguerra, quienes además de estudiarlo lo imitaban con la esperanza de algún día tener su nivel o simplemente disfrutando de su lectura e historia.

A pesar de los 34 años del asesinato de Roque por ajusticiamiento a manos del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), grupo al que se sumó, sigue presente en diferentes publicaciones, en los murales de San Salvador, en los festivales de poesía, en las canciones de los salvadoreños, en los talleres literarios. Siendo conocido no sólo por su trabajo, sino porque se encuentra estampado en camisetas, afiches, llaveros y otros recuerdos como parte de los símbolos de la lucha armada de Cuscatlán.

Roque Dalton es el escritor que representa a la literatura salvadoreña en el mundo, siendo la punta de una lanza inmensa en la que los poetas mártires aún deben salir del silencio y sumarse a la historia literaria no sólo de Centroamérica sino también del mundo. Mientras en El Salvador, con gratitud, se sigue habitando bajo la sombra de Roque Dalton.

Semos Malos


por Salarrué
Escritor Salvadoreño

Goyo Cuestas y su cipote hicieron un arresto, y se jueron para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en bandolera; el muchacho la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que perjumaba con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata.
-Sí tata, y por ai no conocen el fonógrafo, dicen...
-Apurá el paso, vos; ende que salimos de Metapán tres choya.
-¡Ah!, es quel cincho me viene jodiendo el lomo.
-¡Apechálo, siás bruto!
Apiaban para sestear bajo los pinos chiflantes y odoríferos.
Calentaban café con ocote. En el bosque de zunzas, las taltuzas comían sentaditas, en un silencio nervioso. Iban llegando al Chamelecón salvaje. Por dos veces bían visto el rastro de la culebra carretía, angostito como fuella de pial. Al sesteyo, mientras masticaban las tortillas y el queso de Santa Rosa, ponían un fostró. Tres días estuvieron andando en lodo, atascados hasta la rodilla. El chico lloraba, el tata maldecía y se reiba sus ratos.
El cura de Santa Rosa había aconsejado a Goyo no dormir en las galeras, porque las pandillas de ladrones rondaban siempre en busca de pasantes. Por eso, al crepúsculo, Goyo y su hijo se internaban en la montaña; limpiaban un puestecito al pie diún palo y pasaban allí la noche, oyendo cantar los chiquirines, oyendo zumbar los zancudos culuazul, enormes como arañas, y sin atreverse a resollar, temblando de frío y de miedo.
-¡Tata: brán tamagases?...
-Nóijo, yo ixaminé el tronco cuando anochecía y no tiene cuevas.
-Si juma, jume bajo el sombrero, tata. Si miran la brasa, nos hallan.
-Sí, hombre, tate tranquilo. Dormite.
-Es que currucado no me puedo dormir luego.
-Estiráte, pué...
-No puedo, tata, mucho yelo...
-¡A la puerca, con vos! ¡Cuchuyate contra yo, pué!...
Y Goyo Cuestas, que nunca en su vida había hecho una caricia al hijo, lo recibía contra su pestífero pecho, duro como un tapexco y, rodeándolo con ambos brazos, lo calentaba hasta que se le dormía encima, mientras él, con la cara añudada de resignación, esperaba el día en la punta de cualquier gallo lejano.
Los primeros clareyos los hallaban allí, medio congelados, adoloridos, amodorrados de cansancio; con las feas bocas abiertas y babosas, semi-arremangados en la manga rota, sucia y rayada como una cebra.
Pero Honduras es honda en el Chamelecón. Honduras es honda en el silencio de su montaña bárbara y cruel; Honduras es honda en el misterio de sus terribles serpientes, jaguares, insectos, hombres... Hasta el Chamelecón no llega su ley; hasta allí no llega su justicia. En la región se deja -como en los tiempos primitivos- tener buen o mal corazón a los hombres y a las otras bestias; ser crueles o magnánimos, matar o salvar a libre albedrío. El derecho es claramente del más fuerte.
Los cuatro bandidos entraron por la palizada y se sentaron luego en la plazoleta del rancho, aquel rancho náufrago en el cañaveral cimarrón. Pusieron la caja en medio y probaron a conectar la bocina. La luna llena hacía saltar chingastes de plata sobre el artefacto. En la mediagua y de una viga, pendía un pedazo de venado olisco.
-Te digo ques fológrafo.
-¿Vos bis visto cómo lo tocan?
-¡Ajú?... En los bananales loi ei visto...
-¡Yastuvo!...
La trompa trabó. El bandolero le dio cuerda, y después, abriendo la bolsa de los discos, los hizo salir a la luz de la luna como otras tantas lunas negras.
Los bandidos rieron, como niños, de un planeta extraño. Tenían los blanquiyos manchados de algo que parecía lodo, y era sangre. En la barranca cercana, Goyo y su cipote huían a pedazos en los picos de los zopes; los armadillos habíanles ampliado las heridas. En una masa de arena, sangre, ropa y silencio, las ilusiones arrastradas desde tan lejos, quedaban como abono, tal vez para un sauce, tal vez para un pino...
Rayó la aguja, y la canción se lanzó en la brisa tibia como una cosa encantada. Los cocales pararon a lo lejos sus palmas y escucharon. El lucero grande parecía crecer y decrecer, como si colgado de un hilo lo remojaran subiéndolo y bajándolo en el agua tranquila de la noche.
Cantaba un hombre de fresca voz, una canción triste, con guitarra.
Tenía dejos llorones, hipos de amor y de grandeza. Gemían los bajos de la guitarra, suspirando un deseo y, desesperada, la prima lamentaba una injusticia.
Cuando paró el fonógrafo, los cuatro asesinos se miraron. Suspiraron...
Uno de ellos se echó llorando en la manga. El otro se mordió los labios. El más viejo miró al suelo barrioso, donde una sombra le servía de asiento, y dijo después de pensarlo muy duro:
-Semos malos.
Y lloraron los ladrones de cosas y de vidas, como niños de un planeta extraño.


Del libro Cuentos de Barro, incluído en Narrativa Completa, publicado por la Dirección de Publicaciones e Impresos.

La preceptiva literaria es una necesidad


por Hilda Henríquez de Flores
GLF

Toda obra literaria es obra poética y la poesía es belleza. La obra literaria responde a la necesidad del hombre de deleitarse con lo bello. La vocación del escritor es crear obras hermosas producto de su profunda sensibilidad.

La novela prolonga su historia en una continuidad de hechos, donde sus protagonistas dotados de cualidades atinadamente adjudicadas, nos llevan a un desenlace que justifican las acciones sucedidas.

El cuento con su trama rápida nos muestra hechos condensados. Los personajes, a veces con una sola actitud, manifiestan cualidades profundas de su ser. Los hechos mostrados de una manera inteligente nos llevan a un final inesperado e ingenioso.

La poesía con un fuerte contenido emocional, a través de las imágenes, nos ofrece una creación bella cercana a la realidad.

En las tres formas de hacer literatura, quien lo hace posee una intuición innata que lo mueve a producir sus obras. Algunos no necesitan mayor esfuerzo para transcribir al papel lo que su pensamiento les dicta. Otros tendrán que hacer mayor esfuerzo.

Un chamán puede ser un buen curandero. Pero no tendrá la capacidad para hacer una operación. Esa facultad está reservada a los cirujanos, quienes necesitaron muchas horas de estudio y de práctica para lograr sus destrezas.

La persona amante de la creación literaria por supuesto que necesita aprender el oficio de escritor, de lo contrario, su obra podría caer en la mediocridad. Se pueden cometer errores de exceso o carencia, cayendo en el artificialismo o cotidianeidad Es una necesidad básica para el escritor o escritora empaparse de los conocimientos de preceptiva literaria. Éstos son un conjunto de preceptos, cuyo único objetivo es el de engalanar el leguaje. Son las reglas a que atenerse en el momento de redactar. Es el acervo de sugerencias que ayudan a mejorar la prosa o el verso.

Teniendo esos conocimientos la creación literaria adquiere más belleza. Será elegante, fresca, natural, innovadora.

La Fragua visitó el hogar de ancianas San Vicente de Paul


RedacciónGLF

Las ancianas del Hogar San Vicente de Paul tuvieron el 15 de junio un día de poesía y música gracias a la visita del Grupo La Fragua (GLF). El patio central del Hogar fue el escenario en el que los poetas realizaron las lecturas de poemas y el cantautor Carlos Rubio Calles interpretó canciones de Luis Enrique Mejía Godoy para animar a las presentes.
"Es necesario que los artistas nos acordemos de nuestros adultos mayores. Por eso hemos venido a brindarles nuestro tiempo y nuestro trabajo artístico", expresó el poeta Mauricio Vallejo Márquez, director de GLF.

Los poetas Rafael Magarín, Wilfredo Arriola y Mauricio Vallejo Márquez posteriormente se integraron a una amena platica con las residentes. Cada una de ellas demostró que la visita de personas les es grata.

El acto finalizó con la presentación de un performance de Teatro Kalligari, en el que los actores Gabriel Alvarado y José Morales escenificaron el tema de la felicidad. Durante la actuación se tuvo que informar a las ancianas que se trataba de una actuación, pues se mostraron inquietas al ver a uno de los actores con una máscara.

"Yo no me asusté, creía que eran payasos", afirmó Martina Esquivel.


Carlos Rubio Calles interpreta Con la Tarde bajo el brazo. Canción elaborada a partir del poema del mismo título de Gabriel Quintanilla.