Hugo Izarra
España
A mis padres
A mis padres
y a Carmen
y a Rubén
Dormía encogido en posición fetal,
con el pulgar siempre dentro de la boca.
Mamá dice que también entonces
estuve a punto de morir, pero al
final todo se quedó en un susto.
Me acuerdo de Yaki, el oso amarillo.
Y de Charlie y de Misha y del pequeño
Pildo, mis cuatro amigos de trapo.
Hablaba con ellos por las noches,
y después rezaba y pedía que todos
viviésemos millones de años.
He sido hijo único desde que nací.
A veces venía Rubén, que es lo más
parecido a un hermano que tendré jamás,
y se quedaba a dormir y cuando él estaba
me sentía mucho menos solo.
Teníamos una furgoneta Dyane
de color crema y yo viajaba en la
parte de atrás y llevaba conmigo
una cantimplora llena de agua
y un poco de pan y una linterna
por si nos pasaba algo.
Yo no sabía entonces quiénes eran
Romy Schneider o Leónidas Breznev,
no conocía el significado de la muerte,
ni me importó el Nobel de Márquez
ni la guerra de las Malvinas,
ni el mundial de fútbol.
Me gustaba la gelatina de sabores
y dormir encogido en posición fetal
con el dedo pulgar sobre la lengua.
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