por Hilda Henríquez de Flores
GLF
Toda obra literaria es obra poética y la poesía es belleza. La obra literaria responde a la necesidad del hombre de deleitarse con lo bello. La vocación del escritor es crear obras hermosas producto de su profunda sensibilidad.
La novela prolonga su historia en una continuidad de hechos, donde sus protagonistas dotados de cualidades atinadamente adjudicadas, nos llevan a un desenlace que justifican las acciones sucedidas.
El cuento con su trama rápida nos muestra hechos condensados. Los personajes, a veces con una sola actitud, manifiestan cualidades profundas de su ser. Los hechos mostrados de una manera inteligente nos llevan a un final inesperado e ingenioso.
La poesía con un fuerte contenido emocional, a través de las imágenes, nos ofrece una creación bella cercana a la realidad.
En las tres formas de hacer literatura, quien lo hace posee una intuición innata que lo mueve a producir sus obras. Algunos no necesitan mayor esfuerzo para transcribir al papel lo que su pensamiento les dicta. Otros tendrán que hacer mayor esfuerzo.
Un chamán puede ser un buen curandero. Pero no tendrá la capacidad para hacer una operación. Esa facultad está reservada a los cirujanos, quienes necesitaron muchas horas de estudio y de práctica para lograr sus destrezas.
La persona amante de la creación literaria por supuesto que necesita aprender el oficio de escritor, de lo contrario, su obra podría caer en la mediocridad. Se pueden cometer errores de exceso o carencia, cayendo en el artificialismo o cotidianeidad Es una necesidad básica para el escritor o escritora empaparse de los conocimientos de preceptiva literaria. Éstos son un conjunto de preceptos, cuyo único objetivo es el de engalanar el leguaje. Son las reglas a que atenerse en el momento de redactar. Es el acervo de sugerencias que ayudan a mejorar la prosa o el verso.
Teniendo esos conocimientos la creación literaria adquiere más belleza. Será elegante, fresca, natural, innovadora.
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Toda obra literaria es obra poética y la poesía es belleza. La obra literaria responde a la necesidad del hombre de deleitarse con lo bello. La vocación del escritor es crear obras hermosas producto de su profunda sensibilidad.
La novela prolonga su historia en una continuidad de hechos, donde sus protagonistas dotados de cualidades atinadamente adjudicadas, nos llevan a un desenlace que justifican las acciones sucedidas.
El cuento con su trama rápida nos muestra hechos condensados. Los personajes, a veces con una sola actitud, manifiestan cualidades profundas de su ser. Los hechos mostrados de una manera inteligente nos llevan a un final inesperado e ingenioso.
La poesía con un fuerte contenido emocional, a través de las imágenes, nos ofrece una creación bella cercana a la realidad.
En las tres formas de hacer literatura, quien lo hace posee una intuición innata que lo mueve a producir sus obras. Algunos no necesitan mayor esfuerzo para transcribir al papel lo que su pensamiento les dicta. Otros tendrán que hacer mayor esfuerzo.
Un chamán puede ser un buen curandero. Pero no tendrá la capacidad para hacer una operación. Esa facultad está reservada a los cirujanos, quienes necesitaron muchas horas de estudio y de práctica para lograr sus destrezas.
La persona amante de la creación literaria por supuesto que necesita aprender el oficio de escritor, de lo contrario, su obra podría caer en la mediocridad. Se pueden cometer errores de exceso o carencia, cayendo en el artificialismo o cotidianeidad Es una necesidad básica para el escritor o escritora empaparse de los conocimientos de preceptiva literaria. Éstos son un conjunto de preceptos, cuyo único objetivo es el de engalanar el leguaje. Son las reglas a que atenerse en el momento de redactar. Es el acervo de sugerencias que ayudan a mejorar la prosa o el verso.
Teniendo esos conocimientos la creación literaria adquiere más belleza. Será elegante, fresca, natural, innovadora.
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